1. El comienzo

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1. El comienzo

9 de Noviembre de 1999

Era un cálido día de primavera cuando la familia Sainz Micheli se había mudado al barrio Belgrano, situado en la ciudad de Buenos Aires. Bruno, de 6 años de edad, se cuestionaba porqué a sus papás se les había ocurrido mudarse a otra provincia. Él se sentía solo, no tenía amigos allí y, para colmo, estaba lejos de sus abuelos. Él extrañaba vivir en Río Negro.

¿Te gusta nuestra nueva casa?— Preguntó su mamá antes de bajar del auto y desconcentrándolo por completo de sus recuerdos.

Si, mamá — Respondió él, fríamente. Lo único que le gustaba de esa casa era que tenía un gran jardín y una pileta bastante grande.

Al acercarse hacia la puerta de la que sería su nueva casa, Bruno vio que una nena, que aparentaba tener su misma edad, estaba jugando con su perro. Ella parecía estar pasando un muy buen momento.

¿Bru, queres ver tu cuarto?Le preguntó su papá causando que él dejara de mirar a la nena rubia que estaba jugando tan alegremente con su perro.

Bueno — Respondió él, cortante.

¡Chocolate, veni para acá!—La nena rubia que había visto Bruno hace algunos segundos atrás, comenzó a gritar desesperadamente al notar que su perro le estaba ladrando a una señora rubia de alrededor de unos treinta años, que estaba a punto de abrir la puerta de una casa.

Ana, la madre de Bruno comenzó a gritar desesperadamente al notar que un perro se había acercado hacia ella para ladrarle y, además, tenía todas las intenciones de morderla. Inmediatamente, su marido trató de calmar la situación.

Perdón, Chocolate no quería asustarla — Se justificó la nena, totalmente asustada al ver lo desesperada que estaba la señora.

Está bien, pero tenes que controlar a tu mascota un poco más. —Explicó el señor Sainz Micheli y le sonrió cálidamente a la nena para que no se sintiera nerviosa.

Es un perro — Dijo ella mirándola a Ana.

Si, lo es — Dijo el señor al notar lo nerviosa que estaba su mujer. — Ana, vamos adentro — Ambos terminaron ingresando al interior de su casa sin percatarse de que Bruno se había quedado afuera.

¿Viste lo que hiciste, Chocolate? Ahora mamá y papá nos van a retar por todo esto—La nena comenzó a retar a su perro sin darse cuenta que Bruno estaba detrás de ella.

¡Es muy lindo! ¿Es tu perro? Le preguntó Bruno y ella solamente asintió con la cabeza, de manera tímida. Soy Bruno —Dijo él estirando su mano para poder saludarla e inmediatamente se sintió perdido en los hermosos ojos verdes que ella tenía.

¡Hola! Yo soy Micaela y vivo en la casa que está allá — Dijo ella apuntando la casa que estaba situada justo en frente de la casa de él.

¿De verdad tu perro se llama Chocolate? — Le preguntó él, volviendo a hablar sobre el perro de ella, ya que le resultaba muy raro que un perro se llamara así. Micaela nuevamente asintió con su cabeza Es el nombre más raro que escuché, ¡pero me gusta!— Dijo él, esbozando una sonrisa.

¿Queres que seamos amigos?—Le preguntó Micaela cambiando por completo el tema de conversación. Ella no tenía muchos amigos en el barrio y Bruno le resultaba muy simpático. Así que decidió dejar por un momento su timidez de lado y preguntarle si quería ser su amigo.

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