Quizá jamás pueda volar para tocar ese cielo azul, soy estrella pérdida en un universo de dolores lamentables. ¿Se puede convertir el llanto en música?
Era nueve de mayo en Rusia y los estudiantes celebraban la victoria de la Unión Soviética y sus aliados contra la amenaza nazi. Un día de fiesta que todo ruso celebraba.
El frío no calaba los huesos pues la primavera había entrado en todo su esplendor al país, y esperaba que siguiera hasta junio y disfrutar de las "Noches blancas" era de esas épocas en las que de verdad adoraba vivir en San Petersburgo.
-¡Viktor!-la voz de Yuuri llegó a sus oídos y una sonrisa se extendió en su rostro. Llevaba puesta una playera azul y unos jeans que se ceñían-a su ahora, delgado cuerpo-Lamento haber tardado, el profesor de inglés se tardó de más en la explicación.
-No importa-dijo tomando sus cosas-El ambiente festivo me hizo olvidar el tiempo por un rato, así que no te preocupes por ello.
Yuuri se sonrojó, odiaba llegar tarde; y eso Viktor lo sabía, así que pasó un brazo por sus hombros acercándolo a su cuerpo y dando un beso rápido pero discreto en su cabeza.
-De verdad, no te preocupes por eso-Yuuri suspiro y asintió con una sonrisa.
Ambos caminaron entre las personas que llenaban el parque aquel día, mientras niños de todos tamaños jugaban a corretear y las madres los seguían en un intento de cuidarlos. Los adolescentes pasaban la mirada por su celular, tecleando, apenas mirando el paisaje. Mientras los hombres mayores discutían acerca de lo buena que había sido la Rusia anterior. Estudiantes caminando de aquí a allá, con libros bajo el brazo, rostros apurados o risas ocasionales.
-¿Quieres ir a casa?-preguntó Yuuri a Viktor-Supongo que hay que descansar antes...y...¿Viktor?
La mano del platinado se posó en su cabello y lo revolvió con cariño.
-Creeme...estoy más nervioso que tú, sólo de pensar que mañana...no lo sé. Siento de todo, Yuuri. Pero si, vamos a casa.-Con cuidado se inclina hasta quedar su rostro pegado al de su amante y susurrar-Haremos que los vecinos se sepan mi nombre...
-¡Pervertido!-grita Yuuri para después darle con la carpeta.-ay...Viktor, lo siento...yo ¡¿Eso es sangre?!
Sí... quizá se había excedido con el golpe.
-¿Dirás los mismo en la Luna de miel mañana?-ríe.
Las personas a su alrededor miran a ellos, y cómo no. Viktor estaba muriendo desangrado; vaya día antes de casarse.
Porque sí, Yuuri y el se casarían al día siguiente, después de su viaje de visita a Japón en donde Viktor se lo había pedido. Él estaba que no creía que había dicho que si.
Y era tan perfecto, era tan bello ese sentimiento de no tener miedo y poder dormir tranquilo abrazando a esa persona especial, tan efímero como lo son las estrellas fugaces.
Y una estrella fugaz siempre tiene que desaparecer.
Quizá nunca pueda volar y tocar el cielo azul, pero puedo cantarle a las nubes que cuiden de ti, rogarle a la Luna que ilumine tu pasó y pedirle al sol que mantenga cálido tu corazón.
Levi Ackerman le pidió abrir los ojos, así lo hizo y miro a su doctor con el rostro empapado.
-¿Qué recordaste?
Miró al techo en silencio, tenía un nudo en la garganta y realmente no estaba seguro de poder soportar.
-La época en que me casé con Yuuri...fue...fue en mayo durante primavera.-el pelinegro asintió.
-Intentemos de nuevo.
Volvió a cerrar los ojos, recordando que tenía a Kiseki. Que su hijo lo necesitaba más que nunca, que aunque él había perdido a su esposo el pequeño perdió a su madre. Así como Viktor la había perdido alguna vez. Perdiendo toda esperanza.
No dejaría que Kiseki pasará por todo eso, no mientras él estuviese con vida.
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•°Pequeños Milagros°• (EN EDICIÓN)
FanfictionHay heridas, que hacen eco en el alma... Son aquellas enemigas del tiempo, porque libran una batalla a muerte contra él; se mantienen a carne viva, ardiendo y quemando, mientras nos consumimos en agonía. Una agonía que agota al espíritu, llenándolo...