Cierra los ojos, cae en mis brazos. Prometo cuidar tus sueños, velar tus miedos, ocultar tus temores.
Era su culpa...maldita sea, era su culpa. Todo lo había provocado él y su estúpido egoísmo. Soltó un suspiro.
Llevó ambas manos a su rostro, enterrando sus uñas en la piel.
La mano de su médico se posó sobre su hombro, pero Viktor la retiró como si quemara, intentó respirar con normalidad.
Había sido demasiado. La terapia le había hecho traer a flote sus recuerdos y pesadillas en la manera más viva, aún se sorprendía que haber abierto los ojos y seguir "cuerdo". Pero el miedo de algo que no existía le perseguía a cada instante.
Hace tan sólo una semana había dejado a su hijo en Japón, y ahora al estar en ese lugar se sentía más devastado que nunca, le faltaba ese "algo" por lo que seguir luchando. Desdé que llegó intentó dar todo de su parte para que la terapia funcionará, pero parecía ser una pérdida de tiempo.
No había mejoría alguna, de hecho, sólo se sentía ir en retroceso y se hundía cada vez más. En su dolor y en sus recuerdos llenos de momentos que jamás pensó haber vivido-se negaba a aceptar que lo había hecho-y no sólo fue la pérdida de Yuuri, no. Todo estaba diluyendo su cordura entre los ácidos de la agonía.
-Está bien señor Nikiforov...es todo por hoy-el chico de cabello castaño se hizo a un lado, colocando su mano en el pecho con miedo.-Pasaré el diagnóstico al doctor Ackerman.
Y salió.
Viktor volvió a recostarse, evitando cerrar los ojos, porque si lo hacía las imágenes volverían a su mente como un torbellino lleno de crueles y despiadadas imágenes; imágenes en donde pérdida todo lo que alguna vez amó.
Cierra los ojos, cae en mis brazos. Prometo besar tus labios de manera dulce y lenta, robarte el aliento y la vida.
La segunda terapia fue llevada al mando de Levi, quién le obligó de nuevo a cerrar los ojos para enfrentar a su peor enemigo; él mismo.
-¿Quieres volver con tu hijo?-la voz decidida del hombre llegó hasta sus oídos, pero se negó a hacer algún tipo de movimiento.
Hace tiempo que se mantenía de esa forma, sin ánimos de nada, intentando escapar de todo; ya después de la primera semana ya no podía siquiera llorar para calmar su desesperación.
Recordó a Kiseki y su sonrisita, seguro ahora ya estaría aprendiendo a hablar, quizá nadie le enseñará la palabra "papá" y si lo hacía no sería dirigida a él.
Algo en su interior se rompió al recordar como su bebé lloraba mientras él partía con sus maletas, recordó porque estaba en esa clínica del diablo. No podía caer después de tanto...Pero.
Pero todo era tan malditamente agotador que lo dejaba sin querer hacer nada. Estaba mal y lo sabía, porque Ackerman llegó al extremo de darle medicación con la intención de controlar su ansiedad.
Suspiró.
Quitó las sábanas de su cuerpo y se levantó poniendo todas sus fuerzas en ello.
-Si, quiero verlo.
Cierra los ojos, cae en mis brazos. Prometo atesorar nuestros latidos en una caja de sueños, abrazar tus sentimientos negativos y no permitir que lleguen a ti.
Habían pasado cerca de dos meses, dos meses que se hicieron una eternidad mientras intentaba salir a flote.
Le costó...le costó demasiado, pero ahora sentía que podía superar lo que se presentará. No había olvidado a Yuuri, eso jamás; pero poco a poco aprendía a sobrellevar la desesperación de saber que ya no estaba.
Aún le dolía, pero las crisis desaparecían de forma paulatina y las pesadillas disminuyeron en gran medida. Los temores y la culpa eran parte de su día a día, la ansiedad; nada se había terminado.
Sin embargo entendió que era válido. Era válido que se sintiera tan roto y que era un ser humano como cualquiera, que también sentía. Entendió que era válido extrañar a alguien, amar su recuerdo. Aprendió de nuevo todo lo que olvidó, todo lo que Yuuri una vez le mostró.
-Te ves bien-dice el rubio dando un sorbo a su bebida-Ya ganaste peso y no te miras tan demacrado.
Viktor asiente con una sonrisa. Antes de ir a Japón decidió pasar a Rusia para visitar a Yurio-que siempre llamaba a la clínica para preguntar por él-y ordenar su mudanza cerca de su sitio de trabajo.
-Sí, el doctor Levi Ackerman me ayudó bastante...fue... difícil, lo sigue siendo-bajo la mirada y ladeó una sonrisa-Pero ahora tengo a Kiseki.
Su rostro se iluminó y sus ojos se humedecieron.
-Yurio...por fin podré cuidar a mi hijo, a mi bebé.
Cierra los ojos, cae en mis brazos. Prometo guardar tus recuerdos en una caja de cristal y no permitir que se destruya a causa del olvido.
Se despidió de Yuri y Otabek con una sonrisa débil y agitando la mano, apretó el agarre de su maleta y caminó hasta abordar su vuelo.
Llevó su anillo de bodas hasta sus labios y depósito un beso en la sortija.
-Ya voy por ustedes-lanzó un suspiro al cristal, mirando como poco a poco despegaba el avión-como lo prometí.
Cierra los ojos, cae en mis brazos. Prometí esperarte la vida entera mientras atesoraba lo que amas, te seguiré esperando toda la vida.
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Perdón, actualice ambas partes en la mañana pero...no cargo ésta, no sé el porqué .-.
Jksjksjks :'D
Ya estoy terminando los últimos capítulos que a partir de éste faltarían entre cinco y siete...También ya tengo el primer capítulo de "Pequeños deseos" Subiré la sinopsis para que la agreguen (Si quieren, si desean, si gustan) a sus bibliotecas. ;)También lo subí en la mañana por error D: porque mi celular se trabo e.e...ay lo odio.
Disculpen mis dedasos y mis no dedasos. No tengo la mejor ortografía pero me esfuerzo (?)
Estoy en época de exámenes (No estudien lenguas extranjeras, no hace bien a la salud -le pegan- No, no le hagan caso)
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•°Pequeños Milagros°• (EN EDICIÓN)
FanficHay heridas, que hacen eco en el alma... Son aquellas enemigas del tiempo, porque libran una batalla a muerte contra él; se mantienen a carne viva, ardiendo y quemando, mientras nos consumimos en agonía. Una agonía que agota al espíritu, llenándolo...