Reproducir pista, sé que te va a gustar :')
Cuando bajó del avión, el aire cálido de Japón le recibió con gusto. Caminando ya por las calles, la brisa acariciaba sus mejillas y le hacía temblar.
Un sentimiento embargandolo a cada paso que daba y sabía que estaba cerca de llegar, y de ver por fin esos ojos chocolate que lo mantuvieron vivo todo ese tiempo que duró tal martirio.
Pero...estaba seguro que todo eso valdría la pena, cuando de nuevo su hijo durmiera en sus brazos, con los ojitos cerrados y su lenta respiración. Con sus pequeños balbuceos-seguro ahora eran palabras de menos de dos sílabas-y la manía de tomar todo para llevárselo a la boca, su forma de gruñir cuando Viktor no le daba lo que quería. Sus risitas ocasionales...y ¿Por qué no? Sus excelentes pulmones que lo hacían despertar a media noche.
Por supuesto que valió la pena. Esta vez él no tendría miedo de terminar cometiendo una locura que le arrebatase a Kiseki.
Giró en la última esquina y tomó un taxi, sus pensamientos llenándose de algo que no entendió inmediatamente, pero mientras avanzaba el vehículo y se acercaba más y más, un cosquilleo comenzó a invadir todo su cuerpo, creando escalofríos en sus manos, espalda, piernas, la respiración se le iba y lo hacía suspirar, quería llorar, dejar el auto y salir corriendo.
-Es aquí-habló. Su voz apenas audible, el hombre asintió y estacionó el auto en el parque.
Viktor bajó, quería caminar para poder prepararse y volver. Ahí En donde estaba su hijo... sí, por fin lo vería de nuevo. Dio las gracias y pago la tarifa que el chofer pedía.
El cosquilleo se había convertido en una molesta sensación de ansiedad, comenzó a inhalar y exhalar repetitivamente.
Tomó sus maletas e intentó concentrarse en el paisaje a su alrededor, los árboles y las personas felices que iban de un lado a otro.
Acelero el paso. No quería esperar un segundo más. No podía.
Caminó, casi corrió hasta llegar a él hogar de su esposo, ese mismo sitio en donde había dejado a su pequeño; ahí estaba su mayor adoración.
Entró con la maletas en mano, apretando el agarre fuertemente, su estómago se sentía como si un montón de mariposas hicieran su nido.
No había nadie al momento de entrar-como de costumbre-toco la campanita que servía para avisar que alguien había llegado; nada.
Dejo las maletas y comenzó a caminar dentro si esperar un segundo más.
Las sensaciones intensificándose por todo su cuerpo, como si estuviese adormecido, su corazón se agotó, palpito fuertemente contra su pecho. Una y otra vez, una y otra vez.
Ya no podía más con ello. Acelero el paso hasta llegar a la habitación de su hijo, corrió, corrió hasta poder tener en frente aquella puerta que había visto por última ves hace tres meses.
Cerro los ojos y dejo que una sonrisa se firmará en su rostro, mordiendo su labio para evitar llorar. Paso la mano por la madera, empujando suavemente la puerta hacia adentro, abriéndola y dándose paso a entrar.
Su corazón se estrujó, su aliento se perdió y se sintió mareado, por fin entendía ese sentimiento, era el mismo que el día en que Yuuri y él se casaron.
Era emoción.
Y lo sabía porque las lágrimas no tardaron en salir al ver a su bebé en un corralito que seguro impedía que le pudiera pasar algo. Aún no lo podía creer, que estuviese de vuelta y que Kiseki estuviese en ese lugar.
Pero estaba ahí, tan perfecto como lo recordaba. Tenía el cabello aún más abundante y el mechón gris resaltaba en su cabecita.
Entre sus manitas tenía bloques de construcción de colores y prestaba la mínima atención a su presencia. Se acercó con cuidado hasta que los ojos de su hijo se posaron en él.
El bebé miraba expectante a su padre, mientras éste se ponía en cuclillas gasta llegar a verlo más de cerca.
Kiseki dejó de lado los bloques cuando Viktor alargó la mano y la posó en su cabecita, acariciando con cariño su cabello. Kiseki alzó sus bracitos y tomó entre sus pequeñas manos el brazo de Viktor, inspeccionando de forma curiosa, una sonrisa que hizo estremecer su corazón se formó en el rostro de su hijo.
El niño soltó su brazos y negó con la cabeza, acercándose gateando hasta llegar a la orilla del corral-sobra decir que sorprendió a Viktor-cuando con todas sus fuerzas y apoyándose en las manos de su padre-quien se las extendió al ver que deseaba pararse-por fin se puso de pie, dando pequeños pasitos y recargarse en las rodillas de Viktor.
Sacó el labio inferior, y golpeó con palmadas la mejilla de Viktor, riendo.
Como si Kiseki le diera las gracias por haber vuelto.
Sonrió, dejó que las lágrimas fluyeran y cerró los ojos, disfrutando del suave tacto de su bebé.
-Regresé, mi vida- susurró.
Bienvenido a casa...fue como si las manos de Yuuri se posaran en su rostro, y le diera un beso suave sobre sus labios.
Kiseki comenzó a hacer sonidos, a decir cosas como "da" o "ha"
Pero lo siguiente lo tomó desprevenido. No supo que hacer después...
-Pa-dijo el niño, sosteniéndose de sus brazos-pa-repitió.
Viktor abrió los ojos y sintió como su alma rota era curada con esa simple y pequeña palabra que salió de los labios de Kiseki.
-Papá-Dijo en japonés.
Todo el dolor había válido la pena.
_________________
Ya, baiii
No inventes! Yo si la sentí, lo juro.
Es más? ¿Qué quieren para el final?
Qué grabe mientras escribo?Quieren hacerme sufrir un rato?
Quieren que les canté?
Quieren qur responda preguntas?
Quieren que hago un tutorías chafa de YOI?
No sé, le tome un maldito cariño a Viktor en esta historia T^T y no quiero terminarla :'(
Pero ya, ya faltan menos de tres capítulos y nos despedimos :'D¡Gracias por leer! Los amo, ustedes sin puro amor.
Pd. Más sugerencias en los comentarios pls
Ya, me largo que si estoy llorando. Ahhhh soy una llorona de primera. Me hoy pero les dejo mis sentimientos :')
-TheMoreHistory-
ESTÁS LEYENDO
•°Pequeños Milagros°• (EN EDICIÓN)
FanfictionHay heridas, que hacen eco en el alma... Son aquellas enemigas del tiempo, porque libran una batalla a muerte contra él; se mantienen a carne viva, ardiendo y quemando, mientras nos consumimos en agonía. Una agonía que agota al espíritu, llenándolo...