Capítulo Décimo Octavo

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Victoriano parecía un león enjaulado, caminaba de un lado al otro, sin poder sosegar su alma; Inés le iba a ocultar que iba a ser padre, definitivamente ninguno de los dos se conocía, la rabia de pensar que Inés le habría ocultado toda la vida a su hijo, le impedía disfrutar de la experiencia, iba a ser padre; suspiró y golpeó la pared con un puño.  

Inés por otro lado, descansó un rato; Cassandra le consiguió algo para comer, pero ella había perdido el apetito, fue solo hasta que la enfermera le dijo que la falta de nutrientes podía afectar al niño que  decidió probar bocado. Estaba muy nerviosa, había pasado mucho tiempo, y el médico no volvía para dar informes de su hermano. Victoriano no había regresado desde que supo que iba a ser padre, quizás no le daba tanta ilusión pensó ella. El médico apareció después de varias horas,  Inés se levantó con rapidez, al verlo entrar junto a Victoriano.

- ¿Cómo está mi hermano? - preguntó María casi en un sollozo

- El pronostico es reservado, pero creo que saldrá bien  del infarto que tuvo - Inés sonrió, y unas lágrimas de felicidad brotaron de sus ojos verdes, el corazón de Victoriano dio un salto. Cassandra fue y abrazó a su amiga, y él deseó ser el quien la abrazaba, quien le decía al oído que lo peor había pasado.

- ¿Podemos hablar Victoriano? - le preguntó el médico 

- Por supuesto, se alejaron un poco al salir de la habitación.

- Aún estamos por saber si habrá secuelas de la columna.

- ¿Crees que puede haber alguna dificultad para caminar?

- Cuando despierte podremos saberlo. Hay sensibilidad en algunas zonas del cuerpo, pero estamos por saber si podrá mantenerse en pie y caminar. Una cosa más, tu esposa está muy pálida.

- Está embarazada

- ¡Enhorabuena! Debes cuidarla, su palidez es clara señal que está anémica. 

- La cuidaré, quiero que descanse pero sé que no lo hará - el médico regresó a la habitación junto a Victoriano -  Señora Santos - Inés se giró sobresaltada - ¿Pasa algo? ¿Hay algo que no me han dicho?  - el doctor sonrió

- No se preocupe, su hermano está en buenas manos. Pero la que no esta bien es usted, la enfermera me comentó su estado y debo decir que los primeros meses de embarazo son riesgosos. Quizás sea mejor que descanse está muy pálida - Inés observó a Victoriano quien trataba de aparentar que no tenía nada que ver.

- Me quedaré con mi hermano - dijo Inés con obstinación.

- Una enfermera estará con él a todas horas, ahora mismo usted no podrá verlo, y en su estado es mejor que esté lejos del hospital; anda Victoriano, llévate a tu hermosa esposa a descansar. - el doctor palmeó el hombro de Victoriano y salió de la habitación. 

- No me iré

- Claro que te irás, recoge tu bolsa

- Victoriano… 

- Inés no me hagas enfadar, es mi hijo el que llevas dentro, no permitiré que le pase nada, así que camina o te llevo a rastras -  Inés se levantó de la cama y recogió su cartera con resignación.  - Cassandra llévate a Constanza - su hermana asintió y miró a Inés con preocupación

- ¿Estarás bien Inés?  - ella asintió, la abrazó y salieron de la habitación, en la sala de espera dirigió su mirada a la pareja que estaba sentada en un sillón de la sala de espera.

- Vicente, Diana; es mejor que se vayan, el médico me acaba de mandar a dormir a casa, cree que es lo mejor para el bebé.

- Bien. ¿Quieres algo? - preguntó Vicente

Decisión de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora