Capítulo Décimo Séptimo

2.4K 189 16
                                    

Inés estaba sufriendo como jamás en su vida; temblaba y se sentía cansada, con mareos y quería llorar hasta morir.  Cassandra la observó sentada en la sala de espera, y se preocupó por su semblante.

- Debes tranquilizarte Inés.

- ¿Tranquilizarme? ¿Cómo puedes pedirme que me tranquilice? Emiliano es mi único hermano, es mi vida. - sollozó

- Estas muy pálida.  - Inés recordó que no había comido nada en muchas horas, pero la realidad era que no deseaba nada. Cassandra la vio encoger sus hombros y limpiarse una lágrima, - Inés con respecto a Victoriano...

- No deseo hablar de él, sé que querrás excusarlo y no quiero escucharte. He confiado tantas veces en él, y en cada una de esas veces me ha decepcionado, ahora mi hermano se debate entre la vida y la muerte, sólo porque él no tuvo tiempo para Emiliano. 

- Inés debes saber que…

- Cassandra por favor, ya te dije que no quiero hablar de él. Ni siquiera se para que ha venido.

- Victoriano no estaban en la Hacienda cuando sucedió el accidente Inés, pero él jamás habría deseado que algo así le pasara a Emiliano.

- Estaba con su amante seguro, viéndome la cara de idiota.

- No es así querida.  Victoriano estaba en la ciudad por ti. - Inés bufó

- Busca una mejor manera de excusarlo. Te olvidas que Victoriano se olvidó que tenia una esposa, ya hace mucho tiempo atrás. - cuando Cassandra fue a replicar, Inés la interrumpió. - No quiero saber nada mas de Victoriano Santos, a menos que sea para nuestro divorcio.

- Estás cometiendo un error.

- El error lo cometí al permitir que él se llevara una segunda vez mi corazón, y lo pisoteara sin clemencia. - Inés se levantó y dejó a su amiga con una mirada entristecida. Camino a la cafetería del hospital, una mano fuerte asió su brazo./

- Tenemos que hablar.

- Suéltame

- No lo haré

- Déjame en paz, ¿no puedes siquiera respetar este momento? Deja a un lado tu ego y cuando acabe esta pesadilla, te daré el maldito divorcio que tanto anhelas - Inés se retorcía entre los brazos de Victoriano.

- Cielo…

- No me llames así - le gritó para no desmoronarse en llanto - es condenadamente íntimo y no quiero nada íntimo contigo.

- Quiero que sepas la razón por la cuál no estaba en la Hacienda cuando ocurrió todo. Deja de moverte - le ordenó mientras ella seguía tratando de soltarse de su agarre

- No quiero escucharte - Inés sintió como empezaba a quebrarse y se desesperó, sintió que las piernas le flaqueaban y comenzó a escuchar  la voz de Victoriano apagarse; lo último que escuchó fue a su esposo gritar su nombre y pedir auxilio.

Inés despertó en una cama del hospital, estaba muy mareada, y confundida, una mano fuerte sostenía la suya y el contacto era delicioso, por el salto que dio su corazón, supo que era Victoriano quien la tomaba de la mano, no abrió los ojos disfrutando una vez más del cálido roce de la piel de su esposo, evocó las imágenes de sus días juntos, como sonreían, se besaban, se abrazaban inconscientemente gimió 

- Inés ¿Cómo te sientes?  - ella respiró profundo y abrió los ojos lentamente, trató de levantarse pero fue detenida por la mano fuerte de Victoriano que la empujó de nuevo a la cama -  quédate acostada, debes esperar un poco.

- Emiliano, ¿Cómo está?

- Ya salió de quirófano, está en cuidados intensivos, el médico dijo que teníamos que esperar. - Inés no pudo evitar sentir tristeza, dolor, ira, resentimiento, amor ¡que contradicción! -  te hicieron unos exámenes de laboratorio cuando te desmayaste, estamos esperando los resultados, además dormiste unas horas. 

Decisión de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora