Capítulo Séptimo

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Inés salió de la habitación ya vestida, llevaba un cepillo en la mano y el cabello mojado, se estaba colocando unos aretes cuando se detuvo en seco al ver a Victoriano de espaldas de pie mirando unas fotografías en la repisa. 

- ¿Qué haces acá?  - Victoriano se volteó, sonrió al verla, llevaba la ropa que había visto en la cama, con el cabello suelto y sin maquillaje; en tan solo unas cuantas horas, había visto varias facetas de Inés, la nueva Inés sofisticada y sensual, la Inés recién levantada con aquella bata blanca de seda que insinuaba su cuerpo desnudo, la jovenzuela con pantalones cortos y ahora Inés en vaqueros ajustados. !Oh! Y su favorita, la Inés bajo la espuma de la bañera. Un escalofrío lo recorrió al recordarla, tuvo que pensar de nuevo cuál era la pregunta que ella le había hecho.  

- Esperándolos

- ¿Esperando a quiénes?

- A Emiliano y a ti, vamos a cenar

- Te dije que no cenaría contigo - ella se sentó en el sofá a peinar su cabello y él siguió cada uno de sus movimientos. 

- Cenaremos los tres  - anunció Emiliano entrando a la sala, Inés se volvió a verlo y suspiró con impaciencia al ver a su hermano entusiasmado. 

- Los odio a los dos - se metió en el cuarto para terminar de arreglarse, no podía hacerle eso a su hermano, sabía lo importante que era para él estar con Victoriano. Había perdido a su padre siendo un niño, y Victoriano pasó a formar su imagen paterna; había sufrido mucho cuando con egoísmo Victoriano había abandonado sus vidas sin mirar atrás. No podía pensar más en eso, sino se volvería una mujer amargada y frustrada; tendría que acabar de una vez por todas con Victoriano Santos

- Gracias - le dijo Victoriano a Emiliano palmeándole la espalda, el joven encogió los hombros.

- ¿Cómo te va en el colegio?

- Muy bien, soy uno de los mejores. 

- Lo sé; estoy informado. Acostumbro a llamar a tu instituto para saber si necesitas algo.

- ¿De verdad?

- Por supuesto

- ¿Nos vamos? - preguntó Inés sin dejar de sentirse incomoda por tener que volver a compartir con Victoriano.

- Claro  - Emiliano abrió la puerta y salió, Victoriano se quedó donde estaba, extendiendo una mano para que Inés pasara primero, cuando ella lo hizo le dijo al oído.

- Te ves encantadora

- Déjame en paz, Santos -  Victoriano rió, su esposa se había convertido en una fiera muy sensual.  Durante la cena, Victoriano se enteró de las novedades en la vida de Emiliano, el chico estaba muy emocionado, y tanto Inés como Victoriano tenían claro que el mayor de los Santos era una especie de héroe para él. Victoriano sintió una punzada de remordimiento por haberse alejado de Emiliano, y de Inés aún más.

- Y tu Cielo ¿cómo has estado?

- ¿Te importa realmente? - preguntó con fastidio - Y ya te dije que no me llames Cielo.

- Antes te gustaba

- Ya no

- Inés tiene una galería de artesanías, la empresa ha crecido mucho, es una de las mejores en México. - Emiliano habló orgulloso de su hermana y ella se sonrojó.

- Lo sé

- ¿Cómo podrías saberlo? - preguntó  ella con frialdad

- Estoy enterado de todo lo que haces, cielo. - le lanzó.

Decisión de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora