Capítulo Vigésimo

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Victoriano abrazó a Inés con mucha fuerza y con su boca comenzó a dejar rastros de fuego en la piel de su mujer. Estaban absortos en las sensaciones que cada uno producía en el otro. Ella se pego a él y enseguida estaba sobre sus piernas a horcajadas,  movió las caderas invitando a Victoriano a perder el control. Él la tomó por el trasero y quiso penetrarla con absurda desesperación, mientras la besaba sensualmente en el cuello y los hombros, ella acariciaba los cabello y la espalda fuerte de su esposo. Él la sostuvo con fuerza y se levantó, haciendo que ella enredara las piernas en su cintura, la llevó así hasta la cama y se sentó con ella encima de él 

- Te amo Inés y te deseo como jamás he deseado, ni desearé a nadie

- ¿Lo juras?  - preguntó ella llevando sus manos hasta el borde de su camisa, la subió hasta quitárselo, dejando ver a Victoriano sus pechos ahora más hinchados; su erección se hizo insoportable.

- Lo juro mi amor. - Inés observó como su esposo la devoraba con la mirada, parecía querer grabarse su cuerpo en la memoria, se sintió avergonzada y dijo con voz temblorosa 

- Por el embarazo han crecido un poco.  - él llevó las puntas de sus dedos y dibujó el contorno de los pechos femeninos, haciendo que ella se arqueara hacia atrás.

- Estás hermosa. Me preguntó si sabrán igual que última vez - dijo con picardía, ella lo miró y supo que jamás podría dejar de amarlo. 

- ¿Por qué no pruebas?  - él bajó su cabeza, sin dejar de mirarla a los ojos y ella no pudo mantener el contacto visual, cuando la lengua de Victoriano tocó sus pezones, la sensación fue abrumadora, gimió y se contoneó, dándole a Victoriano más razones para perder el control. Con su manos asió las caderas y la pego contra su erección.

- ¿Sientes cómo me pones?

- Victoriano - él deslizó sus manos desde los pechos de Inés, bordeó las costillas, bajó y posó sus manos en el vientre de su esposa que pronto crecería, dejando ver que ahí estaba su hijo, un hijo producto de su amor. Ella quiso que la mano de Victoriano alcanzara aquel lugar que haría calmar todo ese deseo, pero la mirada de él era de profunda concentración… 

- No te imaginas ni por un momento, lo excitante que es saber que dentro de ti, esta mi hijo. Que solo yo te he tocado, que solo yo seré el padre de tus hijos - Inés se movió de nuevo y gimió, las palabras de Victoriano eran muy excitantes, sonaba posesivo y ella se sintió poderosamente sensual y suya.. Inés tomó el rostro de su hombre en sus manos y lo besó profundamente.

- Hazme el amor por favor

- Tenemos toda la noche amor mío… - le dijo él con ternura.

- Te quiero ahora - ella se levantó de la cama, y se quitó los pantalones cortos y las braguitas que llevaba puestas, quedando desnuda frente a él; en ese instante él aprovechó para hacer lo propio con su ropa, se sentó en el centro de la cama, con las espalda puesta en la cabecera de la cama. Le hizo un ademán a Inés para que se sentara sobre él. Y ella no esperó, se acercó a él moviéndose sensualmente, y se colocó sobre su miembro erecto, pero sin que él la penetrara. Él la tomó de las caderas, y cuando estuvo a punto de penetrarla, la detuvo, la miró a los ojos y ella le suplico con la mirada.

- Quiero que me jures que de ahora en adelante confiaras en mí…

- Victoriano…

- Quiero que esta vez sea para siempre, Inés. Que cuando te haga el amor, tenga la garantía de que no te irás 

- Dime que me amas

- Te amo y jamás dejaré de amarte, hasta mi muerte serás la única mujer de mi vida y después de mi muerte también 

Decisión de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora