Capítulo Vigésimo Tercero

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- Responde Inés. - Ella tembló al ver la expresión de su esposo.

- No sé de qué habla.

- No mientas. Durmió en el departamento esa noche - dijo lanzando al suelo las flores.

- Era virgen cuando nos acostamos. - le recordó ella.

- Hay muchas maneras de tener sexo.

- No voy a permitir...

- Si no ocultas nada, entonces dime qué demonios pasó entre ustedes esa maldita noche.

- Sólo... - Inés se ruborizó - Solo nos besamos. - Victoriano respiró hondo y apretó con fuerza los puños.

- Se besaron...

- Victoriano...

- Esta tarjeta da a entender que pasó mucho más que solo un beso. - Inés se retorció las manos con nerviosismo - Inés no me mientas, porque iré a buscar a Loreto Guzmán y le sacaré la información a golpes. - Ella levantó las manos en rendición.

- No... Mira, lo que pasó esa noche no fue importante para mí.

- Para este maldito lo fue... - él respiró para calmarse - Dime qué sucedió.

- Esta bien, - ella habló con todo el valor que pudo - Llegamos al departamento y le invité a pasar; charlamos un rato, nos tomamos unas copas, luego le pedí que se quedara.

- Le pediste que se quedara... Una virgen le pide a un hombre que NO es su esposo que se quede a pasar la noche - Dijo elevando la voz por momentos

- Suena muy mal...

- Más que mal. ¿Qué más pasó?

- Estaba enojada, tu y yo habíamos discutido, después de cuatro años sin vernos. No quería estar sola.

- Y ese maldito se aprovechó. - ella negó con la cabeza - No lo defiendas.

- No lo hago, lo que pasó esa noche fue consensuado. Ambos deseábamos besarnos, las atenciones de Loreto me gustaban, - el se puso rojo de ira - odiaba saber que tú te habías alejado por tanto tiempo; estaba convencida de que no te importaba. Yo quería sentirme deseada. - terminó encogiendo los hombros.

- ¿Hizo más que besarte?

- Comenzamos a besarnos, la situación se fue de control por unos momentos. Dejé que me quitara algunas prendas de vestir... - El se dejó caer en el sofá con fuerza. - Lo detuve a tiempo.

- Lo deseabas... - Le susurró con dolor y ella se arrodilló frente a él.

- Lo detuve porque estoy enamorada de ti. No podía entregarle mi virginidad cuando siempre fue tuya. - Él la miró con tristeza.

-  Pero habrías hecho el amor con él. - ella sacudió la cabeza negando frenéticamente.

- No. No habría podido, no cuando solo te he amado a ti. Debes creerme Victoriano. - ella le tomó las manos.

- No puedo culparte... Yo hice cosas peores - Dijo con voz torturada.

- Esto no tiene que arruinar lo nuestro. Yo te amo Victoriano. - Él vio la ansiedad en el rostro de Inés y asintió

- Yo también te amo. - Ella sonrió con sus ojos llenos de lágrimas. Él tomó el rostro de su esposa en sus manos - Lamento haberme enojado, me volví loco al pensar que ustedes...

- No tienes que enojarte - ella acarició sus hombros - Cuando me entregué a ti, lo hice porque era lo que anhelaba, esperé mucho para estar en tus brazos.

Decisión de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora