(BONUS) Capítulo 25: La habitación de hospital de Stella.

15 2 0
                                    

7:45 pm

Llegamos en menos de 20 minutos. 

¡Qué suceso tan conveniente! Ahora podría escabullirme hacia la habitación de Stella con mayor facilidad. 

Que no se te olvide idiota...es la habitación número 210...—Pensaba.

Fuimos directo a la parte de "Emergencias"

Un doctor nos atendió, era de mediana edad. O eso parecía. 

—Buenas noches...Doctor Aarons.—Dijo mi madre, leyendo la placa brillante que prendía de la bata del individuo.

—Buenas noches señores.—Dijo él, mirándonos a los tres.

—Verá, doctor, mi esposo está presentando una tos descontrolada y con mucha flema. Estoy muy preocupada.

—Señor, además de esa tos incontrolada, ¿me podría decir qué otras cosas ha sentido últimamente?.—Preguntó, mirando a mi padre.

—Me siento más caliente de lo normal...también siento molestia en el pecho, fatiga, y una dificultad respiratoria del demonio.—Dijo mi padre, con dificultad.

—Ya veo, ya veo.¿Señor...?.—No continuó su frase, esperando a que alguien le diera el apellido de la familia.

—Señor Rickson.—Respondí yo.

—Señor Rickson, usted está padeciendo de una clara bronquitis aguda. Habrá que llevarlo a tratamiento de inmediato. Esta enfermedad puede llegar a ser mortal.—Decía,neutral.—Necesitaré que su esposa y su hijo nos acompañen a la habitación, pero tienen que mantenerse al margen de él. ¿Entendido?.—Se dirigió a mi madre y a mi, muy serio. 

Bronquitis...una de las enfermedades que padecía Stella y que tanto la debilitó.

—Entendido.—Dijimos los dos al unísono.

—Sin embargo, señor Rickson, ¿qué hacía usted antes de padecer estos síntomas?.—Preguntó el doctor, mientras que entrábamos en el ascensor. El doctor antes nos había dicho que ese tratamiento no se podía hacer de ninguna manera en la sala de emergencias. Dijo que era mejor hacerlo en una habitación.

A mi padre lo habían puesto en una silla de ruedas y ya se había puesto la bata para cuando estábamos subiendo en el elevador.

—Pues...pasamos más de 3 horas en un funeral. Estaba lloviendo, había una fuerte humedad y hacía un frío horrible. No llevábamos ningún abrigo.—Respondió mi madre, puesto que mi padre ya se sentía demasiado fatigado como para hablar.

—¡BINGO!—Dijo Aarons, muy animado.—Eso fue lo que le ocasionó esta terrible enfermedad.

Después de aquel comentario, nadie dijo nada.

Yo me pregunto,  ¿por qué mi padre estaba padeciendo esto si yo fui quien tanto se empapó?

Era algo raro este hecho, a decir verdad.

Subimos a la segunda planta de las habitaciones. Esto era una racha de buena suerte que nunca se acababa.

Íbamos pasando las habitaciones..

200...201...202...203...204...205...206...207...208...209...¡tan solo 1 habitación más!.

Pero nos detuvimos en la puñetera 209

De todas maneras, tenía la habitación al lado, así que no sería un problema ir.

Entramos a la habitación y de inmediato acostaron a mi padre en la cama.

No presté atención a lo que estaban haciendo o diciendo, yo solo esperé el momento ideal para ir a la habitación de Stella.

Después de que la habían puesta la intravenosa a mi padre y que el médico se había ido, aprovecharía la oportunidad para escabullirme de allí.

—Mamá, voy al baño.—Dije, como si nada pasara y esperé su respuesta.

—Okay hijo.—Fue lo único que dijo, afortunadamente.

Abrí la puerta de la habitación de la manera más que pude y entré rápidamente a la que estaba al lado.

La habitación 210.

Cerré la puerta de esta y tranqué de inmediato, con seguro.

Necesitaba tapar la cara de la puerta por fuera con algo, para que nadie entrara ni abriera la puerta con llave.

Por suerte, rebuscando entre los pequeños armarios que hay en cada una de estas, pude encontrar un cartel que decía: "Habitación en mantenimiento. No entrar, por favor".

Repito, qué racha de buena suerte estaba teniendo aquella noche.

Salí rápidamente y lo coloqué en la parte de afuera. Entré a la habitación y otra vez le pasé seguro a la puerta.

Observé la cama. Ella fue testigo de todo lo que sufrió Stella.

El corazón se me llenó de nostalgia.

Mientras que le prestaba atención a otras cosas que estaban en la habitación, algo me llamó la atención encima de la mesita de noche que había usado Stella.

Era un sobre. 

Lo abrí, intrigado.

Este mundo despiadadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora