Miguel POV:
Ibamos a subirnos en la moto cuando un señor de cuarenta años, aproximadamente nos frena.
–Hola, chicos–dijo, llevaba una cámara a si que tenía pinta de fotógrafo–he mirado vuestro trabajo al posar y me parece que lo haceis muy bien–dijo asintiendo.
–¿Gracias?–dijo Alex, yo no sabía que decir, me había quedado sin palabras.
–De nada–dijo–a lo que voy, quería daros una tarjeta a cada uno, trabajo para Pull&Bear, y quería que pasarais mañana por la tarde a la dirección que pone en la tarjeta–dijo señalando la dirección.
–Es una broma, ¿no?–dijo Alex, yo no había recuperado el habla.
–No–dijo serio–os pasareis por allí, y si nos gusta como posais, podreis elegir la marca con la que quereis trabajar–concluyó al fin.
–Vale, alli estaremos–dijo Alex–¿a que hora sería?–preguntó.
–A las 4 de la tarde–dijo.
–Si quieres pasate por nuestros Instagrams y ves las fotos que tenemos, si quereis, claro–dijo Alex.
–Vale, me llamo Devon, y por favor, no me trates de usted–dijo el señor.
–Yo soy Alex–dijo–él es Miguel–dijo por mi al darse cuenta de que no podía decir nada.
–¿Cuales son vuestros Instagrams?–preguntó el chico.
–El mío es este–dije al fin enseñandole mi móvil.
–Las fotos salen preciosas–dijo Devon.
–Gracias–dije con seriedad, cosa que se me hacía dificil.
–Yo tengo dos, uno donde subo cosas personales, como trozos de canciones y fotos mías y de mis amigos, y la otra es la que te interesa–dijo Alex enseñandole su móvil, donde salía una cuenta donde tenía unas cien fotos preciosas.
–Maravilloso, me encanta saber que hay más personas que le gusta mucho lo de la fotografía–dijo él–y al parecer, por las imagenes, posais de escándalo–dijo mirando las dos cuentas.
–Muchas gracias–dijmos la unisono Alex y yo.
–Nos vemos mañana–dijo devolviendonos nuestros teléfonos móviles.
–Hasta luego–dijo Alex con un apretón de manos.
–¿Por qué estás tan tranquilo delante de personas de negocios?–le pregunté con asombro cuando se fue Devon.
–Por mi madre, tiene una empresa donde fotografían a modelos famosos de allí, de Londres, es la primera vez que me contratan como modelo, pero el mundo de los modelos y fotógrafos lo tengo controlado–dijo él, tenía una mirada muy triste.
–¿Y esa cara?–pregunté yo–nos acaban de dar unas tarjetas donde tenemos que ir mañana, un sitio donde podríamos ser modelos–dije con emoción.
–Ya, pero me fastidia ya que salí con un modelo hace dos años, antes de venirme aquí y me destrozó–dijo sin animos.
Eso no me lo esperaba.
–Eso es el pasado, y el futuro es que puedes ser modelo y no ser vacío por dentro, como el chico ese–dije animandole.
–Tienes razón–dijo con una sonrisa.
–Ahora vamos a comer, que tengo hambre–dije, cambiando de tema, no quería recordarle más a su ex.
–Pago yo–dije.
–No, pago yo que la última vez pagaste tu–dijo con una sonrisa victoriosa, ya que iba a ganar él.
–Esta bien–dije después de un rato.
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Alex aparcó la moto en un restaurante que estaba por la zona, era un lugar donde había platos sanos, no había comida basura, cosa que me encantaba porque quería ponerme en forma.
Dejó la mochila y los cascos junto a las cámaras debajo del asiento para que no las robasen.
Entramos al sitio, donde había pocas personas y nos sentamos en una mesa para dos.
–Hola, ¿que van a tomar?–dijo el camarero, que era muy guapo y joven, tendría la edad de Alex.
Alex era más responsable y maduro que yo, aunque tuviera dos años menos.
–Para el centro una ensalada César y para mi algo sano–dijo Alex.
–Lo mismo–dije yo.
–Os traigo la carta y elegís–dijo y se fue, para después volver con dos cartas donde había muchas cosas sanas.
–Yo quiero potaje de broccoli–dijo Alex.
Ya decía yo porque estaba tan sano, comiendo broccoli y no un montón de pizzas, normal que estuviese como estaba.
–Para mí los esparragos con patata asada–dije cerrando la carta.
–Marchando–dijo apuntandolo en la libreta.
–Gracias–dijo Alex, amablemente.
–Si quieres algo llamame–dijo el camarero dejando un número en un papel de su libreta
–Vale...–dijo, por el tono de voz se que mentía, no le iba a llamar, conocía a Alex y sabía que no lo iba a hacer.
Cuando se fue el camarero, se rió en voz baja, arrugando el papel del número.
–No sabe quien soy–dijo entre risas, al final acabé riendome también.
Lo sabía, no iba a llamarle.
Trajo las comandas otro mesero, y al parecer todos estaban bien cuidados.
Comimos relajados, comentando cosas de nuestras vidas, anecdotas de cuando eramos pequeños y comentarios graciosos.
Alex me contó que se hizo una cicatriz encima del labio con una lata de Coca Cola.
No me había dado cuenta antes, pero si te fijabas tenía la marca de un corte en el labio superior a la izquierda.
Yo le había contado que en Seatle, mi cuidad natal, había en las aceras dos tipos de baldosas, rojas y amarillas por donde yo vivía.
Yo solo pisaba las rojas, pensaba que las amarillas quemaban por ser del mismo color que el sol.
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–Nos vemos mañana–le dije a Alex.
–Claro–dijo él.
Lo siguiente pasó tan rápido que no me lo vine venir, Alex giró su cabeza antes de entrar en su casa, me dio un beso en la mejilla y se separó ya que Max estaba en sus pies, lo metió para adentro y cerró la puerta, dejandome ahí de pie, asombrado.
En ese momento pensé que nuestra relacion iba más de una simple amistad.
Nota del autor:
Ya se que esto parece un maratón de episodios, tres capítulos en dos días es mucho. Lo he hecho porque tenemos vacaciones aquí, en España.
Espero que os haya gustado el capítulo, si es así votad.
Comentad vuestras dudas o curiosidades sobre la historia y nos vemos 😌
Alex.
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El chico del GAME ©
Fiksi RemajaYo no pienso que necesites estar mucho tiempo con una persona para conocerla. Si que es verdad que la conoces con el tiempo, pero cuando realmente conoces a esa persona es cuando habéis hecho varias cosas, varios momentos juntos. Y a mi me pasó alg...