18 | No me lo creo

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Alex

Me desperté gracias a Max, que me estaba chupando la cara, como si tuviera chocolate ahí.

Me giré y ví el gesto de Miguel, descansando.

Cuando está dormido es más guapo que despierto, no se como lo hace ya que cuando está despierto desprende belleza.

–Buenos días–dice abriendo los ojos despacio.

Nuestras miradas se juntan y hace que las mejillas de Miguel se pongan de un color más rojo.

–Buenos días–dije sentandome en la cama.

–No preguntes pero quiero hacer una cosa–dijo este y empezó a acariciar mis brazos.

No pregunté ya que me lo había pedido, pero no se que quería al tocarme.

Pasa sus manos por mis brazos, después por mi cuello, mi clavícula y empieza a descender por mi torso.

–Siempre he querido pasar mis manos por tus musculos, pero eso no es lo que hizo que empezases a gustar–dijo mirando sin apartar la mano de mi torso.

Me doy la vuelta y me pongo boca abajo, sobre la cama.

–No te lo he preguntado antes pero, ¿te gusta que duerma Max en la cama?–le pregunté.

–No, para nada–dijo recorriendo mi espalda sin ningún pudor.

–¿Qué ha pasado con el Miguel tímido y callado?–le pregunté sintiendo en el cielo pasando mi mano por mi espalda.

–Desapareció al darte el beso–dijo.

–Yo creo que deberíamos cambiarnos, siento que algo bueno va a pasar hoy–le dije.

–Bueno–dijo este estirandose.

–Otro día voy a hacer lo mismo que tu–dije avisandole.

–Pero no tengo...–le interrumpo antes de que siga.

–No me importa, solo quiero pasar mis manos por tu cuerpo, no he tocado a nadie entero–dije sonriendo.

–¿A nadie?–dijo.

–No, la verdad solo he tenido dos veces sexo–dije contandolas con la mano–y una vez el amor–dije pícaro.

Tarda un momento en captarlo y después su cara se llena de color rojo, como la nariz de un payaso.

Me levanto y Max también, junto a mí y me lavo los dientes en el lavabo.

–Utiliza algo de mi ropa, lo que quieras–dije yo.

–Gracias–dijo este.

Llamaron al timbre, y en ese instante no pensé que presionar un botón pudiera a cambiar tanto mi vida.

–¡Voy!–dije saliendo de mi cuarto.

Nadie me respondio, lo más seguro porque Laura estuviese dormida.

Abro la puerta y cuando noto a la persona que tengo delante mío, abro la boca y parece llegar al suelo.

–Alex...–dijo.

No, no, no, pensé que eso no era real, que era una broma de mal gusto de alguien.

–¿Quién es?–dijo Miguel saliendo de mi habitación.

Cuando llega a donde estoy yo, se queda mirando confuso al causante de que estuve mudo.

–Esto es una broma–dije yo para mí mismo.

–No–dijo y noté su voz, la misma.

–Pe-pe-pero...–dije y empezaron a salir lágrimas.

Normal cuando ves a tu hermano que creías que estaba muerto delante de tus narices.

El chico del GAME © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora