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Desperté en medio de una horrible pesadilla, todo el cuerpo me temblaba.

- Tranquila, ya estamos por llegar y te pondrán el suero.

Garrett acariciaba mi cabello para calmarme. No podía controlar los espasmos de mi cuerpo a consecuencia de las cochinadas que me metieron en ese cuarto y ahora tendría que depender de ese bendito suero para estabilizar mi organismo. Juro que Julián me las va a pagar por hacerme pasar por esa tortura; así sea lo último que haga me las iba a cobrar y con el mejor de los gustos.

Al llegar a la casa de seguridad lo primero que hice fue correr donde me indicaron que estaba mi mamá. Una enfermera estaba con ella y corrí a abrazarla; lloramos las dos, yo porque pensé que no volvería a verla, esos días que fueron los peores de mi existencia perdí toda esperanza de volver a tenerla entre mis brazos.

- ¿Qué te ha pasado? Catalina –se dio cuenta de mis marcas y de cómo involuntariamente mi cuerpo tenia pequeños movimientos– ¿Por qué estas golpeada?

- No es nada mamá. Estoy bien, tranquila.

- ¿Dónde estabas? Nadie me quiso dar razón; tú no has estado de viaje como me dijeron ¿Dónde estabas?

- Todo está bien.

Judith entró al escucharme y corrió a abrazarme con lágrimas en los ojos.

- Ahora mismo me dicen la verdad ¿Por qué lloran las dos?

- Es que –habló mi amiga –no la he visto por muchos días y nunca nos hemos separado por tanto tiempo.

Solo cuando terminó de hablar reparé en las máquinas que estaban al costado de la cama y un respirador que estaba sin utilizar.

- Mamá –dije preocupada – ¿Qué te ocurre?

- Lo de siempre hija, es solo una pequeña crisis. –miré a Judith en busca de respuestas.

- Se le bajó la presión y una ligera neumonía pero ya está controlada. No hay de qué preocuparse.

Volví a abrazarlas a las dos antes de salir para mi habitación para que me estabilizaran y luego a darme un baño que necesitaba con urgencia para callar mis pensamientos pesimistas. Teníamos que hacer esto bien o de lo contrario todo se iría al demonio y esta vez para siempre. Me puse algo cómodo que consistía en una leggins y camiseta holgada.

- Debes comer. –Garrett entró con una bandeja de comida y al fin me sentía cómoda conmigo misma.

- Gracias. –comí de todo un poco de lo que había traído.

- Está de más preguntarte pero ¿vas a querer venir conmigo a ver al colombiano?

- Claro que sí.

Suspiró resignado porque sabía que por dentro esperaba a que me negara. Dormí mejor que nunca en esta cómoda cama a lado de Garrett que se negó a dejarme sola en el caso que tuviera pesadillas o alguna crisis en medio de la noche. Tuvo razón y en la madrugada me volvieron a poner un suero; dormí con la aguja en la vena incomodándome el resto de la noche.

A la mañana me la quitaron y me alisté lo mejor que pude por lo que tuve que maquillar algunos de mis moretones para no verme tan mal. La imagen que me devolvía la mirada en el espejo era de una mujer fuerte aunque dañada no dejaría que nada la perjudicara en lo que durara esta parte de su vida. Con ese pensamiento bajé las escaleras hasta donde estaba Garrett reunido con un grupo de hombres grandes vestidos de negro.

Tormenta del Pasado - #FBA2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora