La élite de la alta aristocracia ya comenzaba a olvidar la serie de desafortunados acontecimientos de las que había sido testigo Londres. Los columnistas de los periódicos decidieron dejar de lado en sus titulares a los Woodgate y a las Hamilton's, y no se tardo en rodar los ojos hacia otra de las hijas solteras de la alta sociedad, tal y como lo era Victoria Browning, y su flamante pretendiente; Allen Nightray.—No, el juego no es así, deberías adivinar lo que pienso —comentó Victoria, tendida en su cama junto a Allen, luciendo tan solo camisones.
El joven Allen la veía de reojo mientras podía, y contemplaba sus labios en forma de corazón mientras ella le dirigía una media sonrisa.
—¿Cómo se supone que adivinaría lo que está pensando?
—Ese es el juego —explicó mientras se sentaba en la cama y se acomodaba el cabello.
—Deme una pista —insistió él.
Ella lo vuelve a mirar y tuerce la boca permitiéndose pensar un momento.
—Hum, es apuesto pero aburridamente tonto...
—¿Yo?
—¿Ves que no eras tan malo? —rió Victoria.
—Cualquiera sería un tonto delante suyo —arrulló.
—Me gustaría que dejaras de hablarme de forma tan correcta, has estado durmiendo en mis aposentos hace semanas, quizás es hora de que te relajes.
—Lo siento, lo intento, solo que siento que no puedo hablarle de otra forma solo por ser su amante.
—Ojalá todos pensaran lo mismo —pensó —.No digas ''amante'' suena deshonroso, somos amigos —consiguió decir.
—Victoria, ¿Podría...? digo...¿podrías, responderme una pregunta?
Victoria lo mira expectante mientras toma el cepillo y comienza a peinar su cabello, tras éste no decir nada, arquea una ceja indicándole el apuro. Allen rápidamente aclara la voz y continúa;
—¿Algún día seré apto para desposarla? —inquirió.
Ella fuera de sí, rueda los ojos al piso, incómoda con la precipitada pregunta, incluso busca respuestas en los mosaicos para poder modular palabra alguna. Pero aunque por mucho que le alegrase estar con Allen, en el fondo de su corazón cree que no es lo correcto.
—Deje, no responda. Hágalo cuando sienta que está lista —concluyó Allen al verla —.Iré a ver a mi familia, le he prometido acompañar a mi madre a tomar el té.
Dicho esto, él se levanta de la cama y comienza a alistarse, el ambiente era lo suficientemente tenso como para incomodarlos a ambos, en la habitación abundó un rotundo silencio. Casi como si la pregunta que había acabado de pronunciar había sido el cese de un buen momento. Como si fuesen las palabras impronunciables desde hace tiempo. Victoria solo fijó la mirada al suelo mientras que él le da un último beso en la frente antes de salir disparado por la puerta, disparado o expulsado de forma tácita.
Su sirvienta llegó poco después, para ayudarla con el cabello. Victoria no recordaba cuánto le había crecido, ahora mismo le llegaba por la cintura y pensaba seguir manteniendo su largo. Sus bucles le recordaban que era superior. Mientras que otras jovencitas usaban pelucas, ella tenía naturalmente una larga cabellera ondulada de un castaño oscuro que contrastaba perfectamente con su piel de porcelana y sus ojos celestes. Incluso las Hamilton's que eran consideradas bellas ante la opinión pública, tenían una mirada simple en asomo con la de Victoria. Sus ojos gritaban simpleza, mientras que los de Victoria, según las malas lenguas, lograban convencer a quien sea. Quizás eso habría sido lo que terminó por cautivar al heredero de los Nightray, o al de los Woodgate...
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Lazos
Ficción históricaGladys Hamilton regresa al Reino Unido después de haber terminado sus estudios en América. Por supuesto, no regresó porque quisiera, sino porque a Gladys se le ha asignado el deber que a todas las muchachas de su edad se les destinaba en 1873; casar...