Llegué a Miami, me recibió Portu en el aeropuerto y me llevó hasta mi hotel. De camino ninguno dijo nada, no era un silencio incómodo, en cierto modo, ese silencio me llenaba, me preparaba para todo lo que venía. Yo me limitaba a mirar por la ventana. Miraba todos aquellos paisajes, lejos de mi casa, a miles de kilómetros de Vanesa, de mi zona de confort y de todo mi mundo, y es que a veces, hay mundos que no son compatibles con el resto de mundos que le rodean porque hay tanto orbitando y orbitado, que a veces es mejor abandonar galaxias enteras.
Llegué al hotel, subí todas las maletas y empecé a deshacer el equipaje, hasta que llegó algo inesperado, algo con lo que no contaba. Tenía en la mano mi libro favorito, Brújulas que buscan sonrisas perdidas de Albert Espinosa, en la contraportada había una nota, la cual pasé por alto cuando metí el libro en la maleta.
"Para serte sincera, te he echado de menos, me atrevo a decirlo, te confieso que ahora duele esta distancia y el frío.
Me guardaré tu voz entre mis cosas. Siempre.
Vuela alto, como tú sabes. Como nunca debiste dejar de hacer.
V."
Suspiré. Esto aumentó mi miedo a haberla cagado, mi cierto miedo al cambio, mi miedo a cagarla siempre, aunque una parte de mí se negaba a retroceder. Cogí la nota, la miré por última vez y la guardé en el bolsillo de la maleta y dejé el libro encima de la mesilla. Salí al balconcito del hotel y me apoyé en la barandilla, Miami estaba tan bonito de noche...
Al día siguiente llegué a la discográfica donde se iba a grabar mi próximo disco. Me atendió una chica majísima la cual me hizo una visita guiada por todo el estudio y la discográfica, congeniamos muy rápido. Se llamaba Lena, era castaña, alta y de complexión atlética, además, tenía una ola tatuada en el codo izquierdo. Cuando terminamos la visita guiada me ofreció ir a tomar algo, por suerte Lena hablaba perfectamente el castellano, algo que me lo puso muy fácil para preguntarle cualquier duda que me surgía. Como yo no conocía nada de por allí fue ella quien eligió el bar. Me llevó a un chiringuito que estaba a pie de playa, bueno, de cala, era una cala preciosa con palmeras en mitad de la arena. Pese a ser medio día no hacía un calor agobiante, me recordaba a ese calor de Algeciras, eso me llevó a pensar en mi pequeño gato, mi Rinconcillo. Este tiempo lo había dejado en casa de Vero para que no le faltara de nada, a Carla le encantaba así que cuando vio que el pequeño estaría con ella un mes me abrazó tan fuerte de la emoción que casi me rompe.
Pedimos dos cervezas, bueno, ella pidió por mí porque mi inglés era bastante nulo.
-Bueno, tú sabes bastante sobre mí pero ¿qué es de ti?-pregunté dándole un trago a la cerveza.
-Pues soy Lena, tengo 29 años, practico surf y boxeo, tengo un perro que se llama Lucas y vivo en un pequeño apartamento de 2N Av. en el centro, vaya.-dijo esto último sonriendo.
-¿Surfera? Vaya, pero ¿no es en California donde hay buenas olas?-pregunté desconcertada.
-Claro, y allí me paso todo el verano. Aunque viva aquí, soy de allí, del sur de Los Angeles, así que he vivido muy pegada al mar desde pequeña, vivía entre olas, así de rebelde he salido que me fui a la otra punta del país con 18.-dijo riendo.
-¡Qué precoz!-dije riendo.-Aunque yo tampoco puedo decirte mucha cosa, a los 15 ya empecé a cantar y bueno, no tenía una residencia muy estable que digamos.-dije suspirando.
-¿No te gusta lo que haces?-preguntó dándole un sorbo a su cerveza.
-Me gusta demasiado y eso a veces, te pasa factura. No me arrepiento pero no todos los principios son buenos y después de tanto tiempo, he vivido de todo.-dije acariciando la botella de cerveza.
-No te pongas tan seria que casi das miedo.-dijo rompiendo el momento.
Reí.
-¿Cómo que casi?-pregunté.
-Hombre, a mí no me da miedo ni una ola de diez metros.-dijo riendo y apoyándose en el respaldo de la silla.
-Mírala, si nos ha salido fanfarrona la niña, mejor no me quieras ver dando miedo.-respondí riendo.
-Oh, disculpe española temible, no me asuste.-contestó riendo.
Alcé las cejas sonriendo, cogí una patata frita de la tapa y sin pensármelo se la tiré en la cara. Ella se quedó sorprendida mientras yo no paraba de reír. Aquel acto desató una guerra de patatas y risa. El día terminó entre olas, patatas, cerveza y guitarras, porque sí, volvimos al estudio por la tarde y al salir vi una tienda de instrumentos todo justo en frente, entramos y me enamoré perdidamente de una guitarra acústica blanca, decidí comprármela. Con el tiempo había aprendido a tocarla y cuando estaba frente a frente con mis sentimientos era mi mejor aliada. Así que una vez tuve la guitarra, decidimos volver a la playa, no sin antes pasar por un super a por cervezas, no podían faltar. Así que allí nos encontrábamos, en la cala, sentadas en la arena, con el anochecer de fondo y el sonido de la guitarra y mi voz de fondo. Lena me iba sugiriendo canciones y yo encantada cantaba, ella me buscaba los acordes por internet.
-Me encanta una canción que escuché el otro día en la radio, como se llamaba... mh... Com...Co... Bueno, no me acuerdo muy bien, pero era algo así...-tarareó el estribillo
¡¡Comiéndote a besos de Rozalén!-grité.
-ESO, COMIÉNDOTE A BESOS.-gritó ella todavía más fuerte.
-Creo que todo Miami se ha enterado.-dije riendo.
-Bueno, mejor, así que vengan a escuchar como la cantas.-dijo sentándose en posición de indio.
-¿Yo? Oye, ¿y por qué no cantas tú ahora?-pregunté acercándole la guitarra.
-Porque no me la sé y tú sí.-dijo sonriendo.
-¿Y tú qué sabes si me la sé?-pregunté riendo.
-Porque vi tu vídeo cantando con Rozalén en Madrid.-dijo con actitud chulesca.
-No si encima de chula ahora también eres espía, menuda caja de sorpresas la americanita.-dije riendo.
-Pero me la cantarás.-dijo convencida.
-Pues ahora no te la canto, ea, por chulita.-dije riendo.
-Bueno, terminarás cantándomela algún día, ya lo verás españolita.-dijo guiñándome el ojo.
Rodé los ojos y le di un trago a mi cerveza.
Hacía poquísimo que la conocía y sentía que la conocía de toda la vida, la complicidad que teníamos no la tenía con mucha gente y eso, cuando es con alguien a quien acabas de conocer, asusta porque cuando te das cuenta, caes en que esa persona dejará huella en tu vida y aquella americanita de ojos verdes y alas en la mente, tenía toda la pinta de revolucionarme la vida.
De vuelta al hotel, en su coche empezó a sonar Pastillas para dormir de Estopa, sonreí al escuchar los primeros acordes, los hermanos Muñoz eran inconfundibles, y a cientos de kilómetros, me sentí un poco en casa.
¡¡Otro más!! Malú ya está en Miami, ¿qué os ha parecido Lena?¿qué creéis que sucederá en el próximo? Dejad vuestras respuestas en los comentarios. Besazo fuerte!!
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Cenizas.
Fanfiction"Se nos escapó el cielo entre las manos." A veces queremos tanto a alguien que se nos olvida mantenerlo, cuidar aquello que hemos creado, y se nos escapa, lo perdemos sin previo aviso. Entonces solo queda confiar en que el destino nos vuelva a unir...