Cuando reaccioné cogí el teléfono e hice una foto a lo que mis ojos acaban de ver. Las tres continuaban allí, juntas, hablando. Absortas de todo lo que sucedía alrededor. Llamé a Vanesa. Nada. No me lo cogía. Resoplé. No me sorprendía, pero en cierto modo, me sorprendía ya que una parte de mí quería creer que no podía ser. Miré la foto que acababa de hacer. Continuaba sin dar crédito a lo que mis ojos veían. Todo aquello hacía que mi teoría diera un giro inesperado, daba sentido a la de Vanesa y me rompía, porque me había chocado con la realidad más inmediata la cual me había negado a ver.
Rocío no fue el amor de mi vida, pero fue alguien que llegó y me salvó un poco, fue refugio en mitad de la tormenta y aunque se fuera de mi vida de una manera estrepitosa, seguía en mí. No la veía capaz de devolverme el mal pero la realidad me sacudió y es que a veces el mundo se vuelve hostil y primitivo y o pisas o te pisan más fuerte.
Arranqué el coche y fui hace RLM, aquí se acababa todo, dejaba la empresa, a partir de ese momento decidí volar libre y por mí misma. En ese instante cambié todas las contraseñas de todas mis redes y cuentas bancarias. Por la noche ya tenía todos los asuntos arreglados gracias a mi abogado.
Llegué a casa cansada pero con ilusión por haberme deshecho de uno de los mayores problemas de mi vida y de mi carrera. Me senté en el sofá y encendí la televisión, me puse Netflix, me apetecía hacer noche de sofá, serie y manta. Así que pedí shushi a domicilio y me preparé para ver 'Orphan Black'. Mientras preparaba la mesa para cenar sonó el timbre, supuse que sería mi pedido. Abrí la puerta y me quedé helada. Mi cuerpo se estremeció. Era Rocío. Llevaba el pelo recogido en un moño, una camiseta de Iron Maiden negra donde llevaba colgadas unas Ray-Ban, una chaqueta tejana que le estaba un tanto grande, unos vaqueros negros rotos por la rodilla y unas Vans negras. Tenía un poco de ojeras y el rostro serio.
-¿Qué quieres?-dije seria.
Miré hacia otro lado.
-Lo siento.-dijo mirándome.
-¿Por qué exactamente?-pregunté clavando mi mirada en sus ojos.
-Por venderte y hakearte.-dijo agachando la mirada.
Algo dentro de mí en cierto modo se rompió, tal vez la esperanza de que me
-¿Hubo algo de cierto?-pregunté seria.
-Claro que lo hubo, Malú, no soy tan buena actriz como crees, lo que sentí y lo que viste de mí fue cierto.-dijo agarrando mi mano derecha.
La aparté rápidamente. Cerré los ojos y respiré profundo. Los volví a abrir y allí seguía ella, intentando enmendar el error.
-Quise creer en ti, de verdad. Esperaba que todos se equivocaran, pero veo que la única que se ha equivocado he sido yo y créeme, me duele.-dije suspirando.
-Malú, puedo arreglarlo, podemos empezar de cero, de verdad.-dijo acercándose a mí.
De pronto apareció un repartidor asiático con una camiseta con el logo de la tienda donde había encargado el shushi.
-Disculpe, ¿es usted la señorita Lucía?-preguntó el repartidor.
-Sí, claro, soy yo.-dije desviando la mirada hacia este.
-Tenga su pedido, espero que le guste.-dijo con una amplia sonrisa.
-Muchísimas gracias y buenas noches.-dije cogiendo la bolsa del encargo.
Se marchó y yo, con mi pedido de shushi entre las manos, un moño mal hecho y mi cara de cansancio me quedé de nuevo, frente a frente con Rocío.
-Mira, lo siento, llegas tarde, para todo. La denuncia ya está puesta, mi vida ha cambiado y creo que nos conocimos en el momento equivocado.-dije con una sonrisa.
Su cara reflejaba lo poco que esperaba esa respuesta. Cerré la puerta y me dispuse a continuar mi plan nocturno.
El día siguiente amaneció diferente, o al menos, eso me parecía a mí. Ese día desperté con una vitalidad que había casi olvidado que tenía. Fui con el zoo a hacer senderismo, necesitaba volver a conectar con la naturaleza y mi alma más libre y ajena a todo lo material. De camino a casa pasé por delante de la casa de Vanesa. Frené. Quería hablar con ella y pedirle disculpas por lo que había sucedido anteriormente. Aparqué el coche y con paso firme me acerqué a la puerta. Toqué el timbre y al cabo del rato, abrió la puerta riendo, y mirando hacia dentro, distraída. Cuando miro hacia mí se puso seria.
-¿Qué quieres?-preguntó fría.
Me impactó que después de la discusión, de como se fue y de lo que sucedió, ahora actuara de esa manera, sí, en cierta parte era comprensible pero parecía que le daba igual lo que había pasado y que no me conocía de nada. Le miré y ella continuaba con su semblante serio.
-Nada.-dije dándome la vuelta para irme.
-Pues vaya, venir hasta aquí para no decir nada.-dijo de nuevo fría.
Respiré hondo, me había cabreado. Me giré controlando mi impulso de que mi mano aterrizara en su mejilla a una velocidad que ni la luz.
-Mira, yo no soy la que después de una discusión con su novia actúa como si no la conociera de nada y le importara una mierda la discusión.-dije enfadada.
-¿Y qué quieres que haga? ¿lloro? ¿te suplico? ¿no duermo y me torturo pensando en que tal vez ella ya ha visitado la misma cama donde yo hace dos noches dormí? Pues no Malú, no pienso hacer eso.-dijo seria.
-¿De verdad me estás diciendo todas estas sandeces, Vanesa?-pregunté todavía más enfadada, casi gritando.
-Respóndeme tú, ¿la has vuelto a ver?-preguntó fría.
-No como tú te imaginas.-respondí.
-Vete de mi casa.-sentenció.
-Pero Vanesa, ¿te estás oyendo?¿te estás viendo?-pregunté ahora ya sí, gritando.
-Lárgate de mi casa, ve a por Rocío, corre tras ella, parece que ella sí te quería, ¿no?-dijo con rencor.
Negué con la cabeza y me giré. Me di la vuelta dispuesta a irme a no volver a verla más, pero agarró mi mano. Me detuve mirando al horizonte con las lágrimas brotando por mis ojos.
-Suéltame, joder.-dije con la voz quebrada.
Lejos de soltarme noté su otra mano en mi cintura. Continuábamos en silencio.
-Ven cuando quieras a por tus cosas.-dije con rabia.
Suspiró pesadamente. Con la mano que tenía libre sequé mis lágrimas, ella se acercó más.
-Que me dejes, joder.-grité.
Me giré y clavé mi mirada en sus ojos.
-Te vas de mi casa sabiendo que estaba hecha una mierda, te vengo a buscar y me lías el pollo, me echas, y ahora, que me voy me retienes, ¿qué mierda te pasa, Vanesa?-pregunté llorando.
Me miró y agachó la mirada sin soltarme. Suspiró, sacó el aire de su interior con un pesar en el que solo cabían razones de peso. Cuando iba a empezar a hablar, salió del interior de su casa Inma. Sentí un dardo dentro.
VOLVIÓ CENIZAS PARA QUEDARSE.
Siento mucho todo este parón pero el curso no me está permitiendo escribir mucho y he estado centrada en otras cosas. Se aproximan vacaciones y esto implica más inspiración y tiempo así que espero poder avanzar más la novela. La novela no creo que llegue a los 50 capítulos como TRAMPAS, tal vez llega a los 20-25 para así poder empezar de nuevas y que todo sea más ameno y no tarde tanto en subir capítulo.
Espero que os haya gustado el capítulo, como siempre, mil gracias por todo el apoyo que recibo y por acoger siempre tan bien cada capítulo y novela. Cualquier cosita, los comentarios.
¡Besazo y nos vemos en el próximo capítulo!

ESTÁS LEYENDO
Cenizas.
Fanfic"Se nos escapó el cielo entre las manos." A veces queremos tanto a alguien que se nos olvida mantenerlo, cuidar aquello que hemos creado, y se nos escapa, lo perdemos sin previo aviso. Entonces solo queda confiar en que el destino nos vuelva a unir...