22. No me limita la piel.

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Salí de la cama y marqué el número de Lena.

-Buenos días, Malú.-dijo seria.

-Buenos días, Lena.-respondí.

-¿Qué quieres?-preguntó.

-¿Por qué te vas?-pregunté con cierto temor.

-Mi trabajo en Miami ha terminado y me han trasladado a Los Ángeles.-respondió seca.

-Pero, ¿no me dijiste que no tenías planes de volver allí?-pregunté.

-Tú también dijiste que pintaba más de lo que creía en tu mundo y veo que no.-respondió seca.

Resolpé. 

-Lena, hay veces en la vida en que siempre tienes cosas pendientes con alguien y ese alguien tiene el poder de romperte los esquemas siempre que aparece. Lo siento si te he defraudado pero, no puedo negarme a lo que siento. Pero, ¿cómo te enteraste de que ella estaba aquí y estaba conmigo?-pregunté.

-Tu querido Portu estaba compinchado con ella, creo que yo no le caigo especialmente bien. No le creí y anoche fui a la puerta de tu hotel, la vi entrar y luego os vi en tu balcón. Entendí que yo en tu mundo realmente, nunca pinté nada, por mucho que digas que no. Malú, entiendo lo que me dices pero para el bien de todos, sé sincera contigo y si es ella, ve a por todas con ella y no desistas a la primera. Así te ahorras tú dolor y al resto.-dijo con frialdad.

-Lo siento.-dije apoyada en la barandilla del hotel.

-Malú, todo está bien, todo esto también me ha enseñado. Ahora mismo te odio un poquito porque yo empecé a sentir cosas pero tranquila, nada que las olas de California no puedan curar. Espero que triunfes porque hemos preparado un disco muy bonito, a tu altura.-sonreí.- Disfruta, ¿vale? Feliz vida, Malú. Te quiero.-dijo y acto seguido colgó.

Suspiré y sentí unos brazos rodeando mi cintura. Tocaba empezar una nueva etapa, más clara, menos revuelta y con ella. Me giré y ahí estaba ella. Sonreí y rodeé su cuello con mis brazos, le besé y mordí su labio inferior.

-Vaya vaya, parece que hoy la niña se ha despertado peleona.-dijo contra mis labios.

-A ver si te crees que te vas a escapar, Martín. Ayer me pillaste con mucho cansancio pero ahora ya he recuperado energías.-dije y acto seguido ataqué su boca. 

Mordí su labio inferior y sonreí contra sus labios, mis manos se colaban por su camiseta y ella volvía atacar mi boca, con intensidad, con las ganas que hacía tiempo nos teníamos y nunca desaparecían. Entramos en la habitación a tropezones. Poco a poco la ropa fue desapareciendo, nuestras bocas viajaban y realizaban trazos imposibles. Caí de espaldas a la cama y ella sobre mí. Sentí sus huesos contra los míos, sus latidos con(tra) los míos, su boca contra la mía y su risa golpeando a la mía. Coloqué un mechón de pelo detrás de su oreja y cerré los ojos para abrir el corazón. Nos besamos, de todo, pero sobretodo el alma. Aquella parte abatida, destrozada y en ruinas porque a veces, el amor, es la misma ruina leída al revés. 

Nuestros cuerpos se convirtieron en la ruta 66 y nuestras manos, cualquier motorista enamorado del asfalto recorriendo a contra viento y sin casco la carretera de sus sueños. Su cuerpo era eso, la carretera de mis sueños, mi atracción más salvaje, la unión de dos polos no tan opuestos pero con mucho magnetismo y nosotras... Nosotras éramos el motorista enamorado de vivir todo aquello. Sus gemidos y suspiros acariciaban y chocaban contra mi piel, erizándola, haciéndola más suya y a la vez tan mía. Sus besos eran como un baño nocturno en la noche de San Juan y encerraban en ellos la hoguera y su magia. El brillo de sus ojos era el paisaje que había echado tanto de menos. 

Pasaron las horas, regresó la noche y la luz, Miami se iluminó, mi vida, también. Eran las 10 de la noche y yo me encontraba con un moño mal hecho, una sudadera ancha de los Spurs y un pantalón corto, ella con un atuendo similar pero su sudadera era de los Cleveland, cenando en un chiringuito humilde de una playa cerca y poco frecuentada por las grandes masas de gente que frecuentaban la ciudad estadounidense. Al terminar de cenar fuimos a la playa, Vanesa llevaba su guitarra y nos sentamos cerca de la orilla para acompasar nuestra alma con el mar. Ella tocaba acordes al azar hasta que empezó a tocar 'Si me abrazaras'. Sonreí y ella conmigo. 

Pasamos la noche entre canciones y besos, viviendo la vida de nuevo. Al día siguiente fui al estudio para recoger la copia del disco y celebrar que mi trabajo allí había terminado. Estaban todos menos Lena, la cual me envió un mensaje deseándome suerte. Su forma de querer era tan generosa y pura... Se terminaba una etapa de mi vida en la que había vuelvo a sentir mi pecho latir y latir de verdad. 

Los días pasaron y tocó la recogida, volver a España. Ella acariciaba mi mano mientras esperábamos para embarcar. 

-¿Nerviosa?-preguntó.

-¿Por qué?-pregunté mirándola.

-Sabes que bueno, toca volver y allí las cosas no nos fueron muy bien.-respondió con cierta tristeza en su voz.

-Pero esta vez es distinto, creo que nunca nos habíamos atrevido a querernos así.-respondí dándole un beso corto en los labios.

-Te quiero.-susurró contra mis labios.

-Y yo a ti, Vane.-respondí sonriente.

-PASAJEROS CON DESTINO A MADRID, HAGAN FILA EN LA PUERTA NÚMERO 8 PARA EMBARCAR.-dijeron por megafonía.

-Bueno, toca volver a volver a casa.-dije levantándome y agarrando mi maleta de mano.

-Toca volver a empezar.-respondió sonriente.



SE ACERCA EL FINAL. Espero que os haya gustado el capítulo, he tardado más días porque quería plasmar todo muy bien, espero haberlo conseguido. Cuando lleguen a Madrid, ¿qué creéis que sucederá?¿Habrá reaparición de algún antiguo personaje?¿Alguna reconciliación? 

Dejadlo en los comentarios!! Beso fuerte!


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