2. Crónica de una suerte anunciada

2K 170 58
                                    


Ya hice cálculos. Pude haber comprado 10,033 cómics de Ace Savvy (o en realidad 7,518 desde que le subieron el precio). O 180 boletos "Todo Incluido" para niño en Lactolandia.

¿Y por qué gastarlo en cosas tan pequeñas? Pude también construirme una casa entera. Dejar este armario, mal llamado cuarto, en el que estaba encerrado y tener un man-cave llamado "LincoLandia". Hasta eso pude tener.

La verdad es que esa misma noche, en el momento de descubrir que ella había ganado, sólo había incredulidad en nuestras mentes. Unos dos o tres largos segundos de silencio que fueron rotos por el entusiasmo de Luna.

—¡Ganaste! ¡Es una noticia sensacional, hermanita! —había exclamado mientras corría a abrazarla. Todas las demás chicas hicieron lo mismo.

Leni parecía confundida con la reacción familiar: —¿Gané? ¿Así de fácil? ¿Cuánto gané? —preguntaba sin cesar. Papá corrió a revisar el billete junto a mamá, y confirmaron el acontecimiento que ellas ya estaban celebrando.

—¿Cómo te sientes, querida? ¡Eres la chica más afortunada que existe! —le preguntó mamá.

—Pues... bien.

Lynn se abalanzó sobre la rubia platinada diciendo: —¿"BIEN"? ¿Cómo que "bien"? ¡Te he visto brincando como sapo de alegría por unos mugres 45 dólares con 45 centavos! ¡Nadie se siente "bien" por 30 mil! ¡Deberías estar como loca!

—OK, te prometo que la próxima vez que me gane 30 mil me volveré loca. Lo juro por mi meñique. Ya sé cuál es mi meñique —respondió, mostrando el dedo medio. Si no la conociéramos bien, pensaríamos que todo eso que dijo era un sarcasmo aplastante.

No tenía caso seguir pensando en todo eso. Leni tomó su boleto antes que yo y que nadie más, así que se lo merecía. Entonces, teniendo eso claro, ¿por qué no dejo de pensar en lo que me perdí por no aceptar su billete de lotería cuando pude?

Eso me molestaba tanto, que hasta sentía que el bajorrelieve en madera que Clyde y Leni hicieron para mí me veía con desaprobación. Decidí salirme un rato del cuarto a distraerme.

Lo primero que noté al salir de mi habitación fue a Lori a medio pasillo, apoyada en la pared y digitando animadamente en su teléfono, pero con un rostro bastante tenso.

—¿Por qué estás ahí, Lori?

—¿Por qué crees tú, tonto? Nuestros padres tienen una charla privada con Leni. Ni yo puedo estar presente.

Supuse el motivo, pero aun así lo pregunté.

—¿Crees que le estén hablando acerca de cómo usar su dinero?

—Puedes apostarlo. Están bastante claros de que Leni no es la más apta para manejar toda esa plata.

Me sentí un poco triste por mi hermana. Debe ser preocupante estar en su situación. Yo he pensado en las ventajas, pero quizás debí pensar primero en esa gran responsabilidad.

La puerta del cuarto de Leni se abrió, y nuestros padres salieron.

—No olvides lo que hemos hablado, cariño, y todo te saldrá bien —dijo mamá al despedirse.

—No lo haré, mami —respondió mi linda hermana, con su enorme sonrisa. Lori y yo nos vimos mutuamente, y al empezar a dirigirnos hacia Leni nos asustó una veloz ráfaga color rosa que pasó a la par nuestra.

Lola llegó en menos de un segundo a abrazar a la rubia.

—¡Yuuujuuu! ¡Leni-Len! ¿Cómo está mi hermanita favorita? ¿Te he dicho que te ves bellísima cuando tienes buena suerte?

Leni quedó pensativa un par de segundos, y luego respondió de forma casi automática:
—Lola, "el premio me pertenece y dispondré de él como yo quiera, sin influencia de nadie".

La pequeña reina de belleza no pareció comprender.

—Eso es todo lo que diré, hermanita. Lo siento.

Fue entonces que la elegante gemela dimensionó lo que Leni había dicho. Dejó de abrazarla y su rostro perfecto se enrojeció.

—¡Gran error, amiga! ¡Merezco que me regales un castillo de princesa! ¡Y lo quiero ya!

Lori carraspeó atrás de ella

—A papá y mamá literalmente le encantará lo que acabas de decir.

El color en el rostro de Lola cambió nuevamente. Ahora estaba pálida.

—¡Lori-Lor! ¡Sólo estaba bromeando! Ah... ¿Me llamaste, Lana? ¡Debo irme, chao!

Volvió a correr, ahora rumbo a su cuarto. Alcanzamos a oír la voz de Lana diciendo: —¡No te he llamado! ¡Vete!

—¿Qué tal, Leni? ¿Qué te dijeron papá y mamá? —pregunté.

—No mucho. Unas cuantas cosas acerca de la suerte. Y del premio. Casi lo olvido... ¡Ejem! "El premio me pertenece y dispondré de él como yo quiera, sin influencia de nadie".

La mayor de mis hermanas arqueó una ceja.

—Ellos literalmente te han...

—...Adoctrinado —completé yo.

—No, sólo me dieron consejitos. ¡Nada de pastillas!

Era fácil comprender la preocupación de nuestros padres.

Lori se llevó las manos a las caderas mientras decía: —Ya nos has dejado claro de que no te dejarás influenciar por lo que digamos. Pero entonces, ¿sabes ya qué vas a hacer con todo ese dinero?

—¡Por supuesto que no! Yo en realidad... Me siento nerviosa, es como cuando... Me diste la primera clase de manejo y me decías que usara el freno, y el freno no frenaba, y...

Ella pudo continuar con su traumático recuerdo, pero mi hermana mayor le había tapado la boca en menos de un segundo.

—¡Creo... que a Linc y a mí nos ha quedado claro lo mucho que te ha afectado! —comentó con una sonrisa nerviosa, dejando claro que no fue la única con un trauma tras esa clase.

—Te había notado muy tranquila tras la salida de papá y mamá. Supuse que te sentías bien tras hablar con ellos —fue lo que dije entonces.

—En verdad sólo quería que se sintieran tranquilos. No quisiera que mami y papi se preocupen mucho, aunque en realidad yo aún no sepa que voy a hacer.

Leni agachó la mirada. Ver eso me hizo comprender lo que ella sentía. Un cambio de situación tan repentino podía convertir un golpe de suerte en una gran responsabilidad. No era tan fácil como yo lo suponía, en que bastaba comprar miles de cómics o boletos de parque de diversiones. Quizás era mejor tomarse un tiempo para decidir.

—Deberías ahorrarlo hasta saber qué es lo que de verdad quieres.

—Eso me aconsejaron mami y papi. Pero me asusta nunca descubrirlo. ¿Y si cualquier decisión que tome después es mala? Soy tonta, ¿sabes? De seguro lo sabes, tú eres muy inteligente, y haces planes, y nos ayudas a todas... O sea, ¿y si me ayudas tú, Linky?

Lori y yo reaccionamos de inmediato. Hicimos que se tranquilizara, que se lo estaba tomando demasiado a pecho. Mi hermana mayor se la llevó a la habitación y se encerraron. Otra vez me quedé solo, y minutos después, me sentí mal por haber empezado a pensar cómo administraría yo el dinero para Leni.

Oro PuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora