25. Ella

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—¿Stuart? ¿Qué haces?

El ex metiche giró la vista y me encontró con la pose más severa que logré hacer en ese momento tenso. Bajó el bate con rapidez.

—Siempre apareces cuando llevo a cabo mis planes —comentó con una sonrisa forzada, pero ladeando la cabeza y agitando un poco las manos, haciendo clara su frustración.

Contesté: —Y creo que también debo interrumpir éste.

—¿Acaso no has visto quién está ahí? —respondió, alzando un poco la voz y apuntando hacia Mizu-chii con el bate —¿Ya olvidaste cómo hizo sufrir esa mujer a tu hermana?

—Jamás voy a olvidar eso. Pero tampoco voy a lastimarla.

Stuart rió un poco.

—Como siempre, jugando al superhéroe. Todo el tiempo buscando alguien a quien proteger. A ver, Kid Danger: Di algo que me haga desistir de usar a la japonesa como piñata.

Me quedé un rato en silencio, midiendo mi siguiente frase. Vi su mano izquierda sudando y con un tic casi imperceptible: Con eso ya tenía una idea de qué decir, pero el orden tenía que ser preciso.

—Uno —dije mostrando un dedo —No es bueno golpear a una mujer.

—Díselo a la asiática... Puso la salud de Leni el riesgo al sabotear la tarima. Por eso se merece que practique mi swing con ella. ¡Número dos!

—Dos —gruñí, mostrando un par de dedos —Leni no aprobaría una solución violenta.

Dije eso como otra media mentira. He visto a la adorable rubia dándose a golpes con Lori por un vestido, pero de igual forma lo del bate ya sería algo excesivo. Lo que quería era ver su reacción.

—Pues... No pidió violencia, pero me pidió venganza. Así como lo oyes. Esa niña angelical desea ver sufrir a Yawara, y se lo cumpliré con gusto.

—¿Y elegiste comprar un bate, una gorra de un equipo que ya no existe y sentirte beisbolista?

—¡Sí! ¡Me gustaban los Expos! ¿Y qué? ¡Número tres!

—Tres... —dije con serenidad, tras haber dado una mirada rápida a mi celular —Creo conocer su punto débil.

Vi a Stuart casi soltar el bate.

—¿De qué hablas Lincoln?

Iba a compartir la poca información que tenía, pero algo me detuvo: la vocecita de Mizu-chii.

—¿Lincoln? ¿Y el Amigo de Lincoln?

Desde el puesto de hot-dogs, empezó a agitar su mano desocupada, en la cual solo sostenía una servilleta.

—¿Quieren que les invite a un hot-dog?

El ex metiche y yo terminamos haciendo una mueca de asombro al oir eso. Si ella supiera lo que acabábamos de estar hablando... Y aun así, tras oirla, Stuart no parecía el mismo: Se veía desconcentrado.

—¿Aun quieres saber lo que averigüé? —pregunté, cruzando los brazos. Él desvió la mirada y dijo en voz baja:

—Espera un momento... No me digas que ella...

Sí. Ella se nos estaba acercando alegremente. Verla cerca nos hizo intentar ignorar su presencia, pero ya era tarde.

—¡Hola, Lincoln! ¿Eso es un regalo para mí? —fue lo que ella preguntó al ver mi bolsa con logo de tienda de regalos.

—No lo creas, Yawara. Es para una chica más hermosa y más dulce.

—Ah, para tu hermana... Esperaría que fuera el novio quien le regalara cosas —añadió con incredulidad.

Oro PuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora