16. Secuelas

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—¿Estás bien, hijo?

Después de unos minutos sentado en el suelo junto a Lucy, en completo silencio, fue la pregunta de papá la que me hizo levantar la mirada.

Le quise decir que no, que me sentía de lo peor. Sin embargo, le contesté que sí. No quería ser un problema adicional para ellos ese día.

Alcancé a ver a mi familia rodeando a Leni, quien ya había dejado de llorar. Stuart estaba con ellos, y en cierto momento nuestras miradas se entrecruzaron por sólo segundos. Creo que ambos desviamos nuestras miradas al mismo tiempo. Luego, el encargado de la tarima llegó a hablar con ellos.

Clyde y Bobby se acercaron a mí a toda velocidad: —¿Te sientes bien, Linc? Tienes una mejilla un poco enrojecida —preguntó mi amigo.

—Y los labios un poco... maquillados —notó Bobby.

—Estoy bien —respondí, limpiándome la boca con la mano. Aproveché para preguntar: —¿Dónde está Ronnie?

—Está en los asientos, pero me dijo que no quiere hablar contigo. No sé qué habrá pasado.

—Es un malentendido. Quisiera de verdad hablar con ella. ¿Podrías ayudarme, por favor?

—Lo intentaré. Aunque está muy molesta. Recupérate, hermano —respondió, y se fue tras darme unas palmaditas.

Me quedé explicando a Clyde lo que había pasado cuando noté que alguien se excusaba del grupo familiar y se acercaba a mí. Era Luan. Se veía ilesa: me alegré de que alguien tan cercana a la tarima no hubiera resultado lastimada.

—Hola, Linky. Si te sientes bien, no te sientes y ven con nosotros.

—No quisiera chistes en este momento, Luan.

—Aunque me veas sonreír, hablo en serio. La familia no está completa sin nuestra bolita de nieve.

Volví a agachar la mirada.

—¿Aunque yo haya tenido que ver con este fracaso?

—Tú no debes responder por las acciones de esas mujeres. No te vamos a culpar de nada, al fin y al cabo ellas nos engañaron a todos por igual.

—Luan tiene mucha razón. Además, tu intención siempre fue ayudar a Leni con su proyecto —comentó Clyde.

Me atreví a preguntar por ella.

—¿Crees que ella me odie?

—Por ahora su mente está nublada. Es decir, más de lo habitual. Será mejor esperar hasta mañana para que hables con ella. Pero como dije, nada se arreglará si antes no te pones de pie —respondió mi hermana, y me tendió su mano. Lucy se paró e hizo lo mismo que Luan. Fue en ese momento que decidí levantarme y enfrentar lo que pasara.

Al reunirme con mi familia, Mamá me recibió con un abrazo y el resto de mis hermanas se veían preocupadas por mí... Menos Leni. Ella desvió la mirada y no dijo una palabra.

Me preguntaron si estaba bien, y me aseguraron que la administración del centro comercial ya estaba procurando dar con las responsables del desastre. Tras un par de minutos de conversación, Bobby se acercó, pero no con Ronnie, sino con Delmar y su hijo. El novio de Lori se encogió de hombros cuando sintió mi mirada decepcionada.

Fue Stuart el primero en reaccionar.

—¡Señor Delmar! Mil disculpas por los problemas en el evento... Asumo la responsa...

—Tranquilo, tranquilo. Eso ya no tiene remedio —fue la respuesta que recibió, en la que tanto padre como hijo alzaron la mano para que detuviera sus explicaciones.

Luego se dirigió a nosotros.

—Disculpen que interrumpa su momento familiar. Le pedí al joven Santiago que me trajera a ustedes. Me preocupa la señorita. ¿Se encuentra bien?

—¡Estoy bien! Gracias por preguntar, señor Amigo de Bobby —contestó Leni, con la bella sonrisa que tanto extrañaba ver.

—Leni... Él es el señor Delmar. ¡Es un diseñador famoso! —le dijo Lori en voz baja.

—¡Qué bueno que diseña, señor! Yo también, por cierto. Ah... —el tono alegre cambió cuando, al parecer, analizó las circunstancias— ¿No se asustó con lo que pasó?

—Sí, pero mi hijo me protegió del caos. Él sabe artes marciales, ¿saben?

El chico hizo una reverencia, como de karateka. Su padre prosiguió, dirigiéndose de forma ceremoniosa a Leni.

—Sólo vengo a decirles que disfruté mucho del espectáculo y que usted, señorita, tiene un futuro muy prometedor en el mundo de la moda. En definitiva, no dudo de que usted es auténtica. Usted no diseña para expertos petulantes, como los que abundan en esta industria. Usted lo hace porque ama hacerlo. En su trabajo siempre noté un sentimiento especial. Y empiezo a sospechar que es el amor de su familia lo que usted plasma. Fue lo primero que noté en su evento.

Todos escuchamos lo que Delmar nos decía en un silencio profundo. Alcancé a ver el rostro de desconcierto de Leni, quien solo desviaba la vista para observar de reojo a papá y a mamá.

—Supongo que les gustaría saber cómo fue que logré inferir lo que acabo de contarles —preguntó el diseñador. Leni asintió en silencio y con rapidez. —Fue cuando la vi con ese diseño dedicado a su hermano. No sólo fue ingenioso y bien realizado... Tuvo eficacia. ¿Sabe que el diseño en sí es un acto de comunicación? Debe darnos un mensaje. Y créame, señorita Loud, el mensaje llegó a todos los que conocen a su hermano.

Todos reaccionaron con alegría, felicitando a mi hermana por su trabajo. Pero en la expresión de ella no había ni un rastro de felicidad. Todos esperábamos que comentara algo dulce, algo típico de ella. Pero no escuchamos nada aparte de un triste "Muchas gracias" para el señor Delmar.

Por supuesto que eso me dolió. Quería verla orgullosa de haber decidido hacerme ese homenaje. Solamente que ahora decidí ya no deprimirme. Ya no estaba dispuesto a sentarme en un rincón a hundirme en sufrimiento...

Esta vez era mi turno de llevarle un mensaje.

Oro PuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora