24. Punto débil

612 62 26
                                    

La vida tiende a ponerse un poco cruel. A veces te da alegría, y luego te la quita, como si lo hiciera por diversión. Pero no esta vez, cruel vida: desde que descubrí lo mucho que me apasionaba buscar la felicidad de Leni, me dispuse a dar mi mayor esfuerzo en ver sonreir a mi adorada hermana a cada segundo.

Pensé en eso tras terminar de forma un poco abrupta el chat que tuve con Luan, en el cual ella me dio valiosos consejos de como buscar una venganza contra Mizu-chii por mi propia cuenta, sin poner en riesgo la inocencia de mi hermana modista.

"La japonesa debe tener un punto débil. Todos lo tenemos, hasta la gente que niega tener uno", escribió ella antes de despedirse e invitarme a notificarle cualquier dato que facilite detectar la vulnerabilidad de la asiática. Tras cerrar la conversación, di un suspiro y me levanté, para luego reunirme con Leni y papá, quienes se habían levantado a platicar cerca de una mesa con bebidas.

—¡Hola Lincoln! Espero que hayas notado lo Lynn-creíble que estuvo tu hermanita mientras se veía como una empresaria exitosa. Noté que el celular te distraía mucho.

—¡Claro que vi todo! Fue Luan quien me escribió. Les manda saludos a todos —confesé, sólo mintiendo al final. Al escuchar eso, Leni sacó su teléfono con entusiasmo.

—¡Que bien! ¡Necesito charlar con Lori en este momento, debo contarle acerca de la sesión de fotos! Aunque...

Su entusiasmo había bajado de inmediato.

—¿Pasó algo, cariño? —preguntó papá.

—Es que... Al pensar en Lori, recordé que no hemos ido a comprar nada para el resto de la familia.

—No te preocupes por eso ahora, Leni. Tendremos tiempo luego del evento, te lo aseguro. Además, ya sin estrés, elegiremos mejor los regalos para nuestras hermanas —comenté, mientras le tomaba una de sus suaves manos. Ella vio directo a mis ojos, sonriendo con timidez.

Me dijo entonces: —Tú siempre dices lo que me hace sentir bien.

Le respondí: —Quiero hacer eso siempre. Por el resto de mi vida.

Papá interrumpió nuestro derroche de amor.

—Siento la interrupción, niños, pero debemos ir ya al hotel. Le prometí a su madre que tendríamos una videoconferencia al terminar la sesión, y de verdad no quiero que nuestra impuntualidad la llegue a molestar. A propósito de molestar, ¿dónde está Stuart?

—Él llegará luego al hotel —respondió Leni en un segundo, con una seguridad contundente. Tras un silencio incómodo, reafirmó:

—No se preocupen. Él sabe cómo llegar.

Alban nos llevó al hotel un rato después. El el camino, mientras iba abrazadito a Leni en el asiento trasero, tenía mi mente en otra parte. Cuando papá mencionó la videoconferencia recordé las que tenía yo con aquella persona que decía querer la amistad de Leni. Y que me llamaba con ternura de una manera especial: Me decía "Rinkan-san".

En realidad no era especial. Sólo era una mala pronunciación de mi nombre. Lo que me tenía absorto, aun sintiendo la mano de mi hermana acariciando mis cabellos con suavidad, era analizar por qué la asiática había dejado de llamarme "Rinkan-san" tras haberla descubierto saboteando el desfile. Supe entonces que podía ser una clave importante para descubrir alguna vulnerabilidad por parte de Mizu-chii.

—¿Estás pensando en algo, bebito? ¿O solo te estás durmiendo? —preguntó Leni.

—Pienso en ti. Es lo único que hago —esa fue una media mentira.

—Yo pienso en ti cuando quiero sonreir. Aparte de eso, sólo pienso en ropa ¿Te gusta eso? —respondió ella.

—Sí. Me gusta —dije yo entonces, sabiendo que ella mentía por completo.

Oro PuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora