Intrigado

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— ¿Qué fue eso?

Cuando besé a Rose, como mi esposa, una curiosa sucesión de escenas pasaron por mi mente. Curioso porque fue como un cuento de hadas, el cuento que pudimos haber sido ella y yo.

— Digamos que mi regalo de bodas — dijo Alf cruzado de brazos — pero tengo uno más, una advertencia para ustedes. El peligro los ronda de cerca, su amor es su mejor aliado, fue inevitable para ambos, de un modo u otro han logrado unirse, pero conservarse juntos será más difícil. Adiós. No me molesten otra vez.

Nos quedamos mirando el espacio dónde Alf desapareció. Rose aprieta mi mano y miro sus ojos tristes clavados en los míos

— Hey, nada de llorar hoy, es nuestra boda

— Es que... pudimos haber... si yo hubiera...

— El hubiera no existe, no importa cómo o cuánto tardamos, estamos juntos ahora, no pienso dejarte y si tú me prometes lo mismo, es decir, lo hiciste, juraste amarme siempre ¿mentiste justo ahora?

— No

— ¿Tu amor por mi fue más fuerte en esa ilusión de lo que es ahora?

— ¡No, claro que no!

— Entonces estamos bien. Yo por mi parte no podría amarte más. Oye... ¿crees que estamos realmente aquí? Es decir, no ha desaparecido este escenario

— Sí... bueno es raro, ¿tendrá que pasar algo más?

— ¿Nuestra luna de miel? — le digo alzando una ceja

Ella se ríe y se sonroja un poco

— ¿Qué? No es como si nunca lo hubiéramos hecho. Además, aquí fue la primera vez, creo que sería poético que fuera la primera vez como marido y mujer — me acerco a ella y la tomo por la cintura. La siento temblar en mis brazos. — ¿No quieres?

— Sí quiero sólo que... estoy nerviosa...

La abrazo con ternura. La siento temblar otra vez. Tomo su cara en mis manos y beso sus mejillas, su frente, su nariz. Ella cierra los ojos y comienza a relajarse. El hechizo de transfiguración de nuestra ropa comienza a desaparecer, pronto estamos tan andrajosos como al inicio. Recorro todo su rostro repartiendo besos por doquier. Me detengo un poco antes de llegar a sus labios. La miro y ella abre sus ojos. El azul de sus orbes me tranquiliza, me inunda y me lleva lejos. Me acerco a ella poco a poco y atrapo sus labios con los míos. Los aprieto un poco y los mojo con mi lengua. Ella abre la boca invitándome a degustarla. Así que la disfruto mientras nos acostamos en la hierba. La recorro con mis manos por encima de la ropa, primero suavemente pero luego el calor del momento, la comienzo a desvestir. Ella hace lo mismo conmigo y en un momento por fin somos uno de nuevo. Pero hay algo diferente esta vez, es como si Rose estuviera circulando dentro de mi, como si yo estuviera también en ella, como si su alma estuviera dentro de mi y la mía en ella. No sé si la magia del lazo del matrimonio tiene que ver, pero esta es la experiencia más íntima que tuve jamás con Rose.

— ¿Lo sientes? — me pregunta ella jadeando

— Sí...

— Ahora sabes... no te mentía. Sabes como te amo

La tomo de las manos y la beso mientras nos seguimos moviendo, persiguiendo el climax y a la vez alargando el momento. Los sentimientos de Rose por mí me invaden y me abrazan, me siento tan reconfortado por ellos. No hay magia más grande que el amor, estoy de acuerdo.

— Es una bonita vista — dice ella recargada en mi pecho mirando hacia el lago, como aquella vez.

— Tú eres bonita — le susurro al oído y la abrazo

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