-Capítulo 22-

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Miércoles con cuarenta y cinco minutos exactos en Agloe y de esos treinta y cinco en el McKinley y todavía no había visto a Melo. Le pareció raro, molesto y preocupante; la castaña podía saltearse clases pero faltar el día completo era algo totalmente distinto; suspiró con molestia moviendo la lapicera sobre su escritorio, aún tenía media hora más de clase con ese salón antes de salir al receso y continuar buscando a Melo o al menos verla a los lejos. Porque solo quería eso, irse después de verla dos días antes y esperar por dos más hasta volver a hablar con ella, no pasar cuatro días directamente sin sonreírle o saludarla. De lo contrario la espera iba a ser una completa frustración.

Finalmente el timbre sonó y, apenas juntando sus cosas y guardándolas en su maletín sin mucho orden, salió disparada del salón en busca de la castaña. Movió la cabeza entre todos los estudiantes para localizarla en el pasillo pero ni rastros había de ella, observó de reojo su casillero y tampoco estaba allí; Styles pasó cerca de su lado y tuvo que controlarse antes de detenerlo y preguntarle por el paradero de Melo pero, por eso, con determinación, siguió la chico hasta el patio frontal del Instituto y sus ánimos cayeron al piso al ver que estaban todos reunidos almorzando menos la castaña; se mordió el labio para calmar algo raro que sintió sobre ellos y caminó con agilidad hasta su auto.

Apenas entró golpeó el volante, Melo le había prometido que para ese día el almuerzo en Breadstix se cancelaría porque iba a preparar algo distinto, solo para ellas. Una sorpresa. Estúpidas hormonas y pensamientos adolescentes que desde que se acercó a Melo la invadían, la ilusionaban con algo de límite descomunal solo para luego escupírselo en la cara. Maldito viento que siempre le daba en contra.

Estiró el brazo y movió la palanca de cambios, pisó el acelerador y salió de allí rumbo al municipio del pueblo, aun debía pasar otra hora allí dentro solo por cuestiones de su trabajo en el lugar y el sueldo del mismo que aún se encontraba en trámites. Algo que solo debería incluir a ella y a Malik pero que muy cómodamente el director le pasó el trabajo a alguien más.

Se bajó del auto y entró volando papeles a su alrededor por la velocidad y furia en sus pasos, la hora se suprimió a veinte minutos y de la misma manera que entró salió completamente enojada y arrastrando su maletín forzadamente.

'Genial'- se dijo a si misma cuando, a metros de su mini Cooper, pudo distinguir un papel en su parabrisas, seguramente alguna multa para terminar el día peor de lo que había empezado. Cuando se detuvo frente al auto, arrancó el papel con furia y frunció el ceño, allí solo había un "Buenos días" con la letra de...

- ¿Está enojada hoy?- volteó al instante y la realidad la golpeó, la zarandeó y la hizo sonreír como tonta. Melo estaba recostada contra el pilar de seguridad del edificio, una pose demasiado perfecta para ella- Es una lástima... porque yo estoy con humor que me hace bailar en vez de caminar y me preguntaba si...

- ¿Dónde estabas?- no supo cómo pero terminó haciendo la pregunta a escasos centímetros del rostro de Melo - No has ido al colegio hoy ¿te pasó algo grave?

- ¿A mí?- María rodó los ojos. No estaba acostumbrada a hablar con ladrillos así que sí, era obvio que a ella- Sí asistí a clases

- No es cierto. Te busqué al inicio de jornada y no te ví por ningún lado, llegué hasta tu casillero y allí tampoco estabas, inclusive...

Un suave golpe contra su mejilla y ella sonrió, porque era más caricia que golpe la mejilla de Melo contra la de ella en un exclusivo saludo. La castaña se detuvo frente a sus ojos, se alzó sobre sus pies y el trayecto de un rostro a otro fue demasiado lento. Se alejaron algo sonrojadas y evitándose la mirada solo para no dar un espectáculo en plena calle.

La Lógica del Amor - MelepeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora