-Capítulo 5-

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Ese sábado a la mañana Melo decidió ignorar la alarma de su móvil que sonaba debajo de su almohada con un pitido más que irritante. Estiró su mano hasta tomar el aparato y pulsó un botón creyendo desactivarla. Después de haber pasado cinco minutos, el ruido volvió a despertarla; esta vez abrió su ojo derecho y observó el botón correcto de apagarlo antes de volver a cerrarlo tratando de reconciliar el sueño.

Pero su padre no iba a dejar que lo hiciera.

- Melo, arriba, sal de esa cama. Levántate y ve a aprovechar el día- Melo simplemente se acostó boca abajo, hundió su rostro en la almohada y extendió una de sus manos para tomar la frazada y cubrir todo su cuerpo- Melo, levántate. Van a ser las diez- Cameron caminó hasta la gran ventana y abrió de par en par las cortinas dejando que la luz entrara sin piedad por el pequeño cuarto- Vamos, hija- se acercó él hasta la chica y la zarandeó un poco-

- Papá, es sábado - respondió ella con voz ronca debido al sueño-

- Sábado que solías utilizar para salir a andar en bici con tus amigos apenas eran las nueve. Ahora si yo no te despierto, no apareces hasta la hora de la merienda- dijo él comenzando a quitarle la frazada-

- Ya no tenemos diez años. Dejamos las bicis hace tiempo, Cameron- se puso de pie, tomó su almohada y salió de la habitación-

- No, Melo, levántate- la siguió Cameron solo para ver lo que todos los fines de semana hacía: acompañar a Shannon en la cama matrimonial ya que ella llegaba después de las seis de la clínica y dormía hasta la hora del almuerzo- ¡Melo!- le susurró él con fastidio desde la puerta. No quería despertar a su esposa con sus gritos.

- Que descanses- le dijo Melo antes de abrazarse a la figura de su madre y volver a cerrar los ojos entrando en otro profundo sueño.

***

María llevaba desde las ocho pegada a su laptop tratando de encontrar en Internet algo similar a lo que su padre le había aconsejado: "Debes llamar su atención, hija. Busca métodos para hacerlo. Deja que ellos tengan tu confianza y luego impón tus reglas"

Por eso, iba a aprovechar ese sábado para buscar temas relacionados con lo que ella quería expresar, sin embargo, no encontraba algo que realmente le agradara.

"Traigo pizza y café. Abre la puerta"- no necesitaba leer el remitente del mensaje para saber que se trataba de Claudia. Dejó el celular nuevamente sobre la mesa y caminó hasta la puerta, Claudia bajaba de su auto y corría hacia ella-

- ¡Madre mía! El frío está matándome. Maldito invierno- le dio un sorbo al café que traía en su mano derecha y luego se lo entregó a María junto la caja con la pizza- Ese es el tuyo- María giró los ojos antes de responder-

- Gracias. Ven, pasa ¿Y Marta?

- Buscando trabajo. Dice que no quiere estar en el departamento sin hacer nada.

- Me parece bien, estar encerrada le hará daño

- Oh, claro, lo dice la mujer que vive veinte horas fuera de su casa. Tú no eres muy distinta a ella, eh- dijo Claudia sentándose y girando la computadora para ver que hacía la castaña- ¿Alumnos problemáticos? ¿Siente que sus alumnos la tratan como una más? ¡María! ¿Qué demonios es esto?- preguntó después de leer los titulares de la página-

- Necesito controlar a esos chicos de los que te hablé. Siento que no puedo por mí misma, me siento insegura con ellos

- Pero esto parece un puto libro de autoayuda- dijo entrecerrando sus ojos y leyendo más del artículo- Vas a volverte loca- le aseguró devolviéndole el aparato- Mejor renuncia y busca otro lugar de trabajo.

La Lógica del Amor - MelepeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora