-Capítulo 48-

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Ya no había mucho para decir, mucho menos para aclarar. María estiró su brazo, rodeó la cintura desnuda de su novia y la atrajo contra ella solo porque lo mucho que era, era para hacer.

Melo había dormido toda la noche de manera tranquila y la fiebre le había bajado considerablemente. Cuando ella despertó quitó la toalla de su frente y se dedicó a acariciarla para solo notar que sonreía entre dormida y respondía a sus toques con unos suaves suspiros.

María pegó el rostro su cuello y bajó la mano hasta su abdomen, le encantaba dibujar cosas en el y así lograr que Melo abriera los ojos. La menor le rodeó la espalda y fue suficiente acto para que ella hablara:

- Bon dia- murmuró en tono infantil mordiéndose el labio inferior para no hacerlo en la piel de su chica-

- Hola- dijo María y ella no pudo evitar finalmente ceder sus dientes contra su cuello. Le encantaba el sabor mañanero de ese lugar y la voz grave de la chica en un informal saludo-

- ¿Cómo estás? Te cuidé toda la noche, no quería que la temperatura siguiera subiendo ni te causara algo más. Tosiste solo dos veces y te moviste incómoda una.

- Allí tienes la respuesta, entonces.

- Por cierto, decías cosas mientras dormías anoche- susurró separándose para acomodarse sobre sus codos, con su vista fija en Melo y en sus labios. Los observó curvarse en una íntima sonrisa e inevitablemente ella ensanchó una más-

- Acabo de enterarme que hablo dormida ¿Qué decía?

- Mi nombre- aseguró sonrojándose y Melo juntó las cejas en una extraña mueca- No estoy mintiéndote.

-No dije eso. Bueno ¿y qué más?- preguntó Melo enderezándose y sosteniendo su cabeza sobre su mano derecha en una mirada inquisitiva hacia ella-

- Eso. Decías mi nombre y te estoy hablando en serio- reclamó al ver a su novia tirarse otra vez contra el colchón solo para reír- no sé lo que soñabas para decirlo de una rara manera- continuó María acomodando medio cuerpo sobre el de Melo y estirando su cuello hasta su oído- pero estoy segura de poder lograrlo otra vez- susurró mordiéndole el lóbulo de su oreja y sonriendo al escucharla suspirar - justo en este momento- terminó al dejar un beso en su cabeza-

- María.

- Sí- aseguró dejando otro en la frente de su novia- así lo decías. Y lo decías otra vez.

- María.

- Y otra más.

- Cadepe...

- Sí, lo dijiste toda la noche así- murmuró María antes de dejar un beso en la frente de Melo. Depositó otro al costado de su ojo izquierdo, uno en la mejilla, otro bajo su mandíbula y finalmente rozó sus labios. Melo susurró una última vez su nombre y ella atacó su boca sin miedo. Cerró sus ojos apenas se tocaron, entreabrió sus labios y acomodó su lengua al lado de la de Melo. Las obligó a rozarse y luego juntarse en una unión puramente armónica. Amaba la sensación en la piel de Melo cuando se ponía nerviosa y tontamente suspiraba con errores.

Hundió su cadera contra la de la menor y esa fricción generó placer pero ninguna lo demostró. Melo enterró sus manos en la cabellera de María, apretó sus dientes y cuando la morena iba a quejarse tiró de su labio inferior mordiéndolo y acariciándolo con su lengua cuanto quiso. Deslizó sus manos por debajo de su espalda y tiró de ella para sentarse y sentar a su novia sobre ella.

Escuchar la respiración alterada de Melo, sus manos sin saber dónde tocar y sus propias piernas cerrarse de manera autoritaria, le recordaron que las cosas entre ellas habían cambiado. Que el cambio no fue malo pero fue cambio al fin y al cabo: no había confiado en Melo y por el contrario había creído en su propia imaginación manipulada por los celos y por el miedo a perderla.

La Lógica del Amor - MelepeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora