-Capítulo 31-

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María bajó las escaleras de su piso con caja en mano, en su rostro se dibujaba tanto una sonrisa como una señal de cansancio; haber cargado otras cajas por más de media hora hasta la camioneta de Claudia era un ejercicio algo agotador.

Finalmente llegó con la última que contenía libros y algunas carpetas con hojas que solía utilizar para crear las clases para el Instituto y demás detalles y la ubicó con el resto. Marta le sonrió al esperarla afuera y ayudándola a acomodar las últimas cosas.

- ¿Es lo último?- preguntó Claudia desde un lateral mientras encendía un cigarrillo-

- Lo último, amor- respondió Marta saliendo del asiento trasero de la camioneta asegurándose de que todo estuviese en su lugar. Los preparativos de la mudanza no tardaron en llegar por lo que, después del lunes a la noche, organizaron el viaje para ese jueves bien temprano y así María podía instalarse en Agloe antes del fin de semana-

- ¿Te despedirás de tus padres?- preguntó Claudia intentado llevar el cigarrillo a su boca cuando Marta se lo arrebató antes y lo arrojó al suelo-

- Fueron los primeros a los que les conté. Papá tomó la noticia algo extraño, creo que está empezando a dudar de mis actos. Mamá... Sandra prefiere no saber nada. Dice que es una decisión arrebatada e imprudente y que en nada ayudará a mi relación con Rush- dijo observando el pie de Marta masacrando el pobre papel de fumar. Qué bien le haría a ella algo similar en ese momento- Claro, la relación que ella cree que existe

- ¿Y tú?- preguntó Marta alzando la vista inocentemente- ¿Quieres irte o no?

María frunció sus labios. Realmente no tenía idea de lo que estaba haciendo. Parecía que su cuerpo reaccionaba a las acciones de alguien más y continuaba moviéndose sin decisión propia. Le parecía patético, incómodo y paradójicamente estupendo el momento que estaba viviendo. Y le daba miedo también.

Primero, conocer a alguien que finalmente le hacía sentir diferente al resto porque la hacía sentir bien. Subordinarse en algo complicado porque esa misma persona era Melo: su alumna, menor de edad y una chica extrañamente rara. Pero encantadora.

Segundo, las situaciones que las implicaba a ellas: cuando estaban juntas, y solas, Melo era completamente dedicada y dulce sin llegar a lo molesta pero cuando alguien más se acercaba levantaba muros y hasta solía ignorarla; y luego iba a disculparse y ella la aceptaba. Parecía un estúpido juego que siempre terminaba empatado o a favor de la morena. Nunca un punto para ella.

Y por último, todo lo que finalmente pasaría ahora. Si el autocontrol la desobedecía con Melo frente a ella solo unas horas al día no quería imaginarse la reacción de su cuerpo teniendo a la castaña a solo metros de su alcance. Dios, tal vez lo mejor sería llevar de nuevo las cajas adentro y olvidar la propuesta de sus amigas.

- ¿María? ¿Qué vas a hacer?- preguntó Claudia con su típico mal humor. María sacudió la cabeza y les dedicó una mirada a ambas-

- No quiero dejarlas- dijo entre medio de un sollozo haciendo que Claudia girara los ojos y Marta la abrazara fugazmente- Pero ya estoy en un camino y debo seguir avanzando.

- Ay, ya, no hables niñerías. Subid a la camioneta antes de que vomite- dijo Claudia antes de, efectivamente, colocarse en el asiento conductor y emprender la marcha.

Observó por el espejo retrovisor: María se tomaba de su asiento para girarse y darle un último vistazo a su piso; ella se apretó al volante rogando no haberse equivocado al darle esa casa.

Apretó el acelerador y estiró su mano para acariciar el muslo de su novia. Según Marta, cuando hablaron la noche anterior en la cena, a partir de ese momento muchas cosas comenzarían a suceder. Claudia apretó la piel de la chica al recordar cuando le preguntó si serían cosas buenas o malas. Marta solo alzó sus hombros y le sonrió:

La Lógica del Amor - MelepeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora