Capítulo 11 Piratas

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 La joven Woods dibujó una leve sonrisa, el nerviosismo le impedía sonreír mucho más, levantó los brazos, para que le resultara más fácil a Alycia quitarle la camiseta y la dejara a un lado. En esta ocasión sí que notó la mirada anhelante de la ojiverde por todo su cuerpo. Era difícil de explicar, sobre todo para una adolescente que conocía un mundo nuevo. Ya había visto a Eliza de esa guisa, pero nunca había experimentado la cantidad de sensaciones como en ese momento, siento un poco aterrador lo desconocido y excitante. No era como contemplar una adquisición o una obra de arte, iba mucho más allá, un sentimiento único e incorporable, algo capaz de agitarlo todo, desde una tormenta eléctrica recorriendo por su fuero interno, hasta dejar toda su piel como de gallina. Suave, lento casi con miedo, acarició a Eliza desde la mejilla, cuello, hombro, descendiendo por encima de su sujetador, sus voluptuosos senos que iban mucho más allá de lo sexual, notaban como su tórax se movían rápidamente, notando camino ardiente y transparente que dejaba la yema de sus dedos en su tez:

- Preciosa

Musitó la ojiverde. El turno de la ojiazul para quitarle la camiseta de tirantes, casi sin quitar el contacto visual Alycia alzó los brazos, quedando en igual de condiciones, el roce de sus pieles desnudas resultaba si cabe mucho más excitante. Calor, los notables cambios de temperatura de sus cuerpos. Si al menos una no fuese virgen, habría donde aferrarse, un guía, pero en esa situación tendrían que confiar en lo que dictaban sus instintos. Alycia fue dejando un sendero de besos húmedos por su cuello, suspirando sonoramente. Un sonido que perdía a la joven Blake, haciendo que todo su cuerpo perdiera voluntad y de sus labios también salió un jadeo, sus manos acariciaban su espalda mientras descendía sus besos hasta su escote, los dedos de la ojiazul se enredaron en la melena de Alycia, inconscientemente comenzó a mover la cadera, en busca de algún contacto sobre esa zona que no dejaba de humedecerse y latir. Las manos inexpertas de la ojiverde se entretuvieron en desabrochar el sostén de Eliza, liberando esa parte de su anatomía, dejando caer al suelo la prenda. La ojiverde sonrió nerviosa:

- Mirando con más detenimiento- le acarició con suavidad- no, no tienes una más grande que la otra

Eliza se mordió el labio inferior para no sonreír, agarró las manos de Alycia y las colocó sobre sus senos. La ojiverde se vio obligada a tragar saliva, su sexo parecía cobrar vida cuando notó los pezones erectos de la rubia. De nuevo esa mirada de cachorrillo asustado:

- No sé si estoy preparada- dijo con voz temblorosa- ¿Duele?

La ojiazul le agarró de las mejillas y le besó con dulzura:

- Yo también tengo miedo- juntó sus frentes y cerró los ojos- No tenemos por qué hacerlo todo del tirón, podemos ir poco a poco

De sus ojos salió una pequeña lágrima de decepción:

- Lo siento, sé que quieres

- No, yo solo quiero estar contigo, aunque sea agarrándote de la mano, te quiero

- Era perfecto- hablaba casi con vergüenza- lo siento lo he estropeado

- No todo el mundo nace sabiendo- le dio un beso en la frente- sigue siendo perfecto, con las estrellas sobre nuestras cabezas- ambas se tumbaron sobre la manta, la rubia apoyó la cabeza en su hombro, todo lo que decía era cierto a medias, era incomodo estar caliente, aunque Alycia se hubiera echado para atrás estaba igual- tú, yo. Todo es increíble.

No todo el mundo puede resultar tan valiente a la primera, había escuchado tantas cosas y tantas versiones sobre las primeras veces. Algunas pocas decían que bonito habían disfrutado, otras que eran incómodo y luego temía ser las del otro grupo, las que decían que la primera vez dolía y se sangraba. Aún faltaba un poco para que acabara las vacaciones. Lexa al final aceptó que su hijo mayor se fuera hacer las prácticas en San Francisco, por lo menos estaría más cerca.

Alto FBI: Nueva Generación Parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora