Capítulo 37 Promesas

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    - Tú también lo eres- dijo fundiendo sus cuerpos desnudos en un cálido abrazo- cada momento que paso contigo es perfecto, te quiero

Las manos de la joven Blake subían por la columna de su espalda, haciendo que el vello se le pusiera de punta, escondió su rostro en su cuello, obligándola a entreabrir la boca para coger aire, cuando sus carnosos labios comenzaron a acariciarlo, a la vez que la pegaba más a ella. Perfecto y bonito, cada vez que estaba con ella así, era tan intenso, ni si quiera lo llamaría sexo y si le preguntaran, no sabría describir ese término, siguió el camino de besos por su hombro a la vez que volvía a descender sus caricias hasta llegar a la espalda baja, en ese instante cuando las yemas de sus dedos estaban preparados a explorar mucho más allá la miró a los ojos, el fuego de la estufa eléctrica se reflejaban en sus ojos azules, eran tan hermosos, más hermosos que contemplar el cielo despejado. Era toda una tentación:

- ¿Qué pasa?

Preguntó la rubia con voz entrecortada. Alycia se sentó y tiró de ella para que se pusiera a horcajadas:

- Tus ojos son hermosos- curvó la comisura de los labios mientras acariciaba sus mejillas hasta enredar sus dedos en el dorado de sus cabellos- puedo decir que es lo que más me fascina de ti, físicamente me refiero

Eliza sonrió y volvió a besar sus labios, roces, tentaciones, caricias dulces con la lengua la forma sexy y carnosa que formaba sus labios, antes de que Aly entreabriera la boca para darle acceso y reencontrarse con la suya, de forma acorde, la chispa que hacía arder cada ápice de sus cuerpos, que parecían acoplarse y moverse a sintonía del momento. Era inevitable no gemir, aquellas sensaciones tan maravillosas que provocaban los besos de la ojiverde sobre su cuerpo. Dejándose llevar volvió a dejar un camino invisible de besos por su cuello hasta llegar a la altura de sus senos, ya erectos y dispuestos a ser torturados por la boca de la joven Blake. Atrapó uno con sus labios y tiró con suavidad, generando un pequeño dolor que contradictoriamente terminaba en una sensación placentera. El ronco jadeo de la ojiazul le animó a que siguiera, con más insistencia, aprisionando el pezón erecto y jugar con él, a la vez que pellizcaba el otro. Eliza, a cada vez más encendida movía la pelvis, buscando alivio:

- Aly- musitó con un hilo de voz- por favor, tómame

La ojiverde buscó sus labios y deslizó mano por el abdomen, hasta llegar a sexo:

- Que caliente

Dijo casi sin despegar sus labios, con su dedo corazón e índice empezó a estimular su protuberante clítoris, la ojiazul siguió moviéndose queriendo más, su cuerpo le pedía más, quería liberarse de ese ardor que envolvía todo su cuerpo. La ojiverde llegó a su obertura, tan repleto de jugo:

- hazlo

Volvió a decir suplicante. Haciendo caso por fin a sus réplicas se deslizó en su interior con facilidad y a pesar de ser Alycia quien tocaba los puntos que hacía enloquecer a la ojiazul, era ésta quien llevaba la voz cantante al marcar el ritmo, moviendo su pelvis, jadeándose en sus bocas, desafiándose con las miradas, el clímax amenazó con acercarse, cuando aún de forma un poco torpe, la ojiverde estimuló el clítoris con el dedo gordo. La rubia echó la cabeza hacia atrás moviendo la cadera más y más, Alycia sintió que estaba a punto, cuando sus dedos comenzaban a ser prisioneros de las paredes vaginales, como si estuviera haciendo un llamamiento, comenzó a mover sus dedos en su interior, presionando el punto que la hacía jadear más fuerte. Lo que para las demás, sobre todo para sus madres lo normal sería gritar "joder me corro" aún eran demasiado tímidas para ese punto. Así pues, toda sudorosa se abrazó a la ojiverde y ahogó su gemido, cuando por fin todos sus músculos se relajaron soltó una risita tonta. Sin darle tiempo a que Alycia se acomodara la empujó hasta que dio con la espalda en la manta que habían colocado sobre el suelo y chocó sus labios, más apasionadamente. Alycia era la melaza deshaciéndose ante el fuego abrasador de Eliza, que sin miramientos se deslizó por su cuerpo, anhelando probar a su sabor, como una adicción, se deslizó hasta quedar entre sus muslos y abrir su sexo con su lengua, hasta encontrar ese puntito que hizo reaccionar a la joven Blake. Movió su lengua sobre su fuente de deseo, acariciando el sabroso clítoris que a cada roce conseguía que se retorciera entre jadeos:

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⏰ Última actualización: Nov 29, 2022 ⏰

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