Los dos meses posteriores las cosas transcurrieron con normalidad, Esme y Leo cantaban juntos en la misa y cada tarde, cuando se encontraban en el yate para conversar o pasar el rato. Lo hacían porque les nacía, no porque fingieran ser novios.
En la escuela, todos andaban demasiado ocupados con las actividades para recaudar fondos para el viaje de fin de curso, así que la parejita pasó a segundo plano y finalmente todos se acostumbraron a verlos de la mano por los pasillos.
Leo había dejado de frecuentar el supermercado donde trabajaba Soraya y aunque vio al niño un par de veces, merodeando sus alrededores, nunca se volvió a acercar. Con Beatriz las cosas iban cada vez mejor, aún no le decía mamá, pero sin embargo compartían bastante tiempo juntos, ella le contaba su día y él le compartía el suyo. Beatriz le había preguntado si estaba saliendo con Esme a lo que Leo respondió que no, que eran solo amigos, pero que los demás creían que tenían algo, que esa era su forma de ayudar a Esme pues sufría mucho maltrato en la escuela. Lo cierto es que aquello había funcionado, parecía que ya nadie se burlaba de ella, quizá por el respeto que todos le tenían a Leo.
Beatriz le dijo a su hijo que tuviera cuidado, que, si uno de los dos se enamoraba, las cosas podrían terminar mal para ambos. Leo solo negó, le parecía imposible que eso sucediera. Él estaba enamorado de Vicky.
Vicky lo llamaba casi a diario, conversaban por mensajes o hacían video llamadas en las cuales pasaban algunas cosas. Sin embargo, Leo empezaba a sentir que las cosas con ella se estaban enfriando, ese era el miedo de ambos cuando supieron que se separarían, pero la idea era superar los obstáculos. En dos ocasiones, Leo le dijo a Vicky que iría con los amigos a jugar un partido, solo para deshacerse de ella y poder hablar o cantar con Esme.
Esme, con ayuda de Leo y Tefi, entendió y aceptó que Tony en realidad no la quería, así que decidió superarlo y seguir adelante. Además, no podía evitar pensar que estar con Leo le ayudaba muchísimo. Sus conversaciones eran intensas, hablaban sobre la vida, sobre el amor, sobre el futuro, sobre sus miedos, hablaban sobre cosas que ella no había hablado con nadie jamás, y le agradaba, aunque no siempre estuvieran de acuerdo.
Leo disfrutaba también de sus conversaciones, las chicas con las que solía conversar no tenían la profundidad de Esme en los conceptos, no tenían esa claridad con la que ella veía la vida desde sus cosas más simples hasta las más complejas, hablar con ella le dejaba siempre pensando, lo dejaba siempre en paz.
Aquel sábado, Héctor los había invitado a navegar. Él ya sabía de la amistad que Leo había forjado con Esme porque en las largas pláticas que habían tenido juntos en las horas de trabajo, él le había contado lo que estaba haciendo para ayudar a esa chica a quien consideraba la única amiga que había hecho en esa ciudad, además de Héctor.
Leo había insistido a Esme para que llevara un traje de baño, iban a ir a un arrecife cercano y la idea era nadar en la zona para poder disfrutar de la vida marina. Esme se había negado en repetidas ocasiones, pero entonces, cuando se lo contó a Tefi, ella le dijo que dejara de ser tonta y que aprovechara el momento y dejara de pensar. Fue la misma Tefi quien la acompañó a comprarse un traje de baño, cosa que a Esme le dio muchísima vergüenza, pues no sentía que nada que se pusiera le quedara bien, además que se imaginaba las cosas que pensaría Leo cuando la viera así.
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Ni tan bella ni tan bestia ©
Teen FictionLeonardo acaba de descubrir algo muy importante, algo que ha cambiado su esencia y todo lo que él creía correcto, lo que creía real. Con diecisiete años se encuentra perdido, desorientado, abatido y lo único que desea es cumplir la mayoría de edad p...