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El ensayo estuvo genial, era la primera vez que Esme cantaba con un grupo de verdad, uno que tenía tantos instrumentos y que parecía una banda real

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El ensayo estuvo genial, era la primera vez que Esme cantaba con un grupo de verdad, uno que tenía tantos instrumentos y que parecía una banda real. Se sintió feliz y emocionada por hacerlo.

—¡Eso estuvo genial! —dijo Tefi cuando salían del ensayo, los tres habían decidido ir a comer algo.

—¡Fantástico! ¿Ya te dije que eres la mejor cantante del planeta? —añadió Leo abrazándola y besándola en la mejilla.

—¡Basta! No coman delante del hambriento, ¿quieren? —pidió Tefi divertida y los chicos rieron—. Pero en serio, seguro que ganan, no hay nadie que supere ese vozarrón, amiga —afirmó.

—Exageran —dijo Esme divertida.

Llegaron entonces a un pequeño bar donde se sentaron para comer algo, cada uno hizo su pedido y se pasaron largos minutos conversando sobre las distintas músicas que habían probado y lo que cada uno pensaba de cada una de ellas. La verdad era que debían elegir un solo tema para la presentación, pero aún no llegaban a un acuerdo entre todos los de la banda.

—Esmeralda —El niño de la bicicleta se acercó a la mesa y Leo rodó los ojos—. Quería darte las gracias por conseguirle trabajo a mi abuelita —dijo sin mirar a Leo—. Eres una gran persona.

—No te preocupes, Ramiro, me alegro de haber podido ayudar —añadió con una gran sonrisa.

—Mi abuela me dijo que te diera esto cuando te viera —dijo el niño y sacó algo de su billetera, era un escapulario de la virgen del Carmen—. Dice que te va a cuidar —afirmó.

—Gracias, Rami —sonrió la muchacha tomando el regalo—. Son muy amables.

El niño se fue sin más, Tefi iba a preguntar, pero vio la mirada de Esme y entendió que no era el momento. Leo la soltó de la mano y observó por la ventana, parecía enfadado, pero ella no hizo mucho caso. El mozo les trajo los pedidos mientras el silencio seguía incómodo.

—No me gusta que hables con él —zanjó Leo y Tefi levantó las cejas asombrada.

—No me gusta que me digas lo que tengo que hacer o no, Leo —respondió Esme con tranquilidad—. ¿Te acuerdas cuando criticabas a Tony por ser así? Me enseñaste que eso estaba mal —añadió. Tefi le guiñó un ojo.

—No es lo mismo, no tienes derecho a meterte en mis cosas —añadió.

—Técnicamente los tiene porque es tu novia —agregó Tefi, Leo hizo un sonido que pareció un gruñido.

—Además, a ti esa gente no te importa, ¿no es así, Leo? —preguntó Esme.

Leo apretó entre sus manos una servilleta e intentó dejar en ella su frustración. Esme lo tomó de la mano y sonriendo con ternura lo miró.

—Te aseguro que si hicieras lo correcto te sentirías mucho mejor, Leo —susurró.

—¿Lo correcto? ¿Y eso qué se supone que es? —preguntó.

Ni tan bella ni tan bestia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora