Beatriz observó su reloj, era tarde y Leo no había regresado. Su corazón empezó a preocuparse y Esme lo notó enseguida.
—¿Quieres que vaya a buscarlo? —preguntó y Beatriz la miró con ternura.
—¿Sabes dónde está? —inquirió y la muchacha asintió.
—Creo que sí —sonrió.
—Solo cerciórate de que esté bien, Esme. Yo iré a casa, llevaré a Ramiro a descansar.
—Está bien, Bea —añadió Esme y se levantó, la mujer la detuvo tomándola de la mano.
—Te ama mucho, ¿lo sabes? —inquirió y Esme asintió de nuevo.
—Yo también, aunque ahora él lo dude —sonrió y Bea asintió con ternura.
Esme caminó en silencio hasta la playa y observó que el barco no estaba en el lugar de siempre, pensó que Leo lo había sacado, pero entonces recordó que era el día en que Héctor navegaba. Observó a los alrededores y lo vio sentado en el borde del muelle. Se acercó en silencio y se detuvo justo cuando estaba detrás de él, Leo la sintió de inmediato.
—Nada ni nadie es lo que parece... —dijo el muchacho y eso fue suficiente para que ella se sentara a su lado.
—No... Suele suceder. Lo que vemos de las otras personas es nada más que la punta del iceberg... por dentro hay todo un mundo que no conocemos jamás...
—Tú me conoces mejor que nadie... —respondió él mirándola y Esme se dio cuenta de lo mucho que había llorado—. Dejé que ingresaras a mi mundo y no te importó.
—¿Por qué dices que no me importó? —inquirió ella con tristeza.
—Me duele saber que no fui suficiente para ti, Esme. Digas lo que digas no puedo entenderlo de otra manera, no sé cómo procesar el hecho de que te resulte tan sencillo haberme sacado de tu vida. Estaba enfadado porque pensé que habías sido tan egoísta conmigo... y ahora pienso que yo he sido tan egoísta con ellos. Tú me lo habías dicho, me dijiste que la escuchara... Traté tan mal a Ramiro...
—Todos somos egoístas, Leo... Es la naturaleza humana, supongo...
—Pero ella no lo fue, me salvó... Soraya me salvó de una vida miserable a pesar de sufrir por dejarme ir. Mi madre, Leticia, hizo lo mismo. ¿Qué clase de amor tan grande es el que deja libre lo que más ama?
—¿Has leído el principito?
—Sí —respondió él.
—¿Recuerdas la conversación entre la rosa y El Principito sobre la diferencia entre querer y amar? —inquirió Esme y Leo negó—. Léelo esta noche antes de dormir —sonrió ella y él asintió—. Básicamente dice que querer es apegarse al otro, buscar poseerlo, pero amar es desarle el bien por encima de uno mismo. Pienso que la mayoría necesitamos querer para afirmar nuestro propio ego y tememos amar, porque amar no siempre implica ese final feliz que todos esperamos.
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Ni tan bella ni tan bestia ©
Teen FictionLeonardo acaba de descubrir algo muy importante, algo que ha cambiado su esencia y todo lo que él creía correcto, lo que creía real. Con diecisiete años se encuentra perdido, desorientado, abatido y lo único que desea es cumplir la mayoría de edad p...