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Esmeralda no habló durante todo el trayecto de aquellas cortas cuadras, estaba enfadada por la forma en que Leo la había tratado más temprano y por tener que ir a la playa con él y su hermana

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Esmeralda no habló durante todo el trayecto de aquellas cortas cuadras, estaba enfadada por la forma en que Leo la había tratado más temprano y por tener que ir a la playa con él y su hermana. Hacía calor y odiaba no poder sacarse la playera. Al llegar, Leo se sacó la suya quedando solo en short y se recogió el cabello en un rodete desprolijo, aquello a Esme le pareció atractivo. Leo era lo más parecido a un chico de aquellos que salían en la televisión que había tenido cerca alguna vez, y pronto todas las chicas que rondaban el lugar lo estaban mirando. La muchacha se alejó un poco, incómoda ante las miradas, y se sentó a observar el mar, para así intentar recuperar la calma

La pequeña Coti se sentó a jugar con la arena y luego de un rato le pidió a Leo que le ayudara a hacer un castillo, él sonrió y minutos después ambos se encontraban enfrascados en la tarea. Esme no terminaba de entender como alguien tan cariñoso con los niños podía ser tan desagradable con los demás, sin embargo, verlo así le pareció tierno.

—¡Esme! —La voz tan familiar de Tony la hizo volver en sí. El muchacho se acercaba corriendo hasta donde ella estaba, probablemente era su hora de descanso y la había visto allí.

—¡Hola! —sonrió ella al verlo y se puso de pie. Lo abrazó y ambos se dieron un casto beso en los labios.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el chico.

—Mamá no quería que Coti viniera sola con Leo —dijo mirándolos. Tony observó a ambos y luego asintió.

—Pues, tampoco la dejaría hacerlo —añadió y abrazó a la muchacha.

—Ven, te lo presentaré —dijo Esme y Tony la observó frunciendo el labio.

—¿Es necesario? —inquirió y ella solo rio.

—¡Leonardo! —llamó. El chico levantó la vista y los vio, Coti también lo hizo.

—No me cae bien ese tal Antonio —murmuró la niña.

—¿No? ¿Por qué? —preguntó Leo mientras se ponía de pie y la miraba con ternura. Le agradaba la espontaneidad de la pequeña.

—No me gusta, nada más... Es cuestión de piel —añadió y Leo se echó a reír.

—Celos de hermana, diría yo.

—No, no son celos —respondió Coti y negó al tiempo que seguía con su trabajo.

Esme y Tony se acercaron a ellos y entonces la chica los presentó. Los chicos se pasaron la mano y Tony sonrió de manera agradable.

—Un gusto conocerte —añadió.

—Gracias, igualmente —respondió Leo aunque le daba igual en realidad.

—Bueno, debo irme... tengo que entrar a trabajar —dijo el chico excusándose y Esme asintió.

Ni tan bella ni tan bestia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora