Los siguientes días después de aquel fin de semana, Esme se mostró distante, le incomodaba estar cerca de Leo así que cada vez que podía ponía alguna excusa, Leo se había percatado de ello pero no le había dicho nada.
El miércoles de esa semana, Leo recibió temprano un mensaje de Esme diciéndole que vaya directo a la escuela sin pasar por ella. El chico no lo entendió, y aunque le preguntó si sucedía algo, ella no contestó.
Al llegar, se percató de que Esme no había llegado aún. Tefi se sentó a su lado y le informó que la chica no vendría.
—¿Qué sucede? —inquirió Leo.
—No lo sé, solo sé que se sintió mal en la madrugada y que iría con la madre al médico en la mañana —dijo Tefi encogiéndose de hombros. A Leo le dolió que no le hubiera dicho nada.
Ese día en el receso salieron juntos.
—¿Hace mucho que son amigas? —preguntó Leo, no sabía de qué hablar con ella en realidad, siempre Esme había estado en medio.
—Muchísimo —sonrió Tefi—. Ella es la mejor persona que conozco en todo el mundo —afirmó—. Es un orgullo que seamos mejores amigas.
—Es una gran persona —sonrió Leo.
—Lástima que la gente no se tome el tiempo de conocerla en realidad. Me molesta mucho todo lo que tiene que pasar, siempre ha sido así, pero a pesar de la maldad que recibe, ella sigue siendo buena, noble, inocente... El chico que alguna vez la sepa ver, se ganará la lotería —dijo Tefi guiñándole un ojo al muchacho, ella estaba segura de que a su amiga le gustaba Leo.
Leo no respondió, no sabía qué decir y solo asintió con torpeza.
Ese mismo día a la salida de clases, Tefi recibió un mensaje en el que Esme le decía que había quedado internada.
Durante toda aquella madrugada, Esme había sentido dolores en el vientre y malestar general. Pensaba que se debía a que pronto le llegaría el período, de hecho, estaba retrasado hacía casi un mes y medio y, por tanto, imaginaba que cuando volviera, sería con muchos cólicos. Sin embargo, cerca de las cinco de la mañana, comenzó a tener náuseas y a sentir mucho frío. Llamó a su madre quien le tomó la temperatura y al verla palidecer muy rápidamente, decidió llevarla a urgencias.
Allí le hicieron un montón de preguntas y le indicaron unos estudios. Un médico le preguntó si podría estar embarazada, a lo que ella le respondió que era imposible. El hombre preguntó cuándo fue su último periodo y al darle la fecha, ordenó un análisis de sangre. Su madre la regañó por lo bajo.
—Más te vale que no sea eso, Esmeralda. No sé qué es lo que harás con un niño sin padre, ese tal Tony no se hará cargo si no se han casado aún y tú quedarás mancillada para siempre, ningún hombre quiere el desecho de otro —zanjó cuando el médico salió de la habitación.
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Ni tan bella ni tan bestia ©
Teen FictionLeonardo acaba de descubrir algo muy importante, algo que ha cambiado su esencia y todo lo que él creía correcto, lo que creía real. Con diecisiete años se encuentra perdido, desorientado, abatido y lo único que desea es cumplir la mayoría de edad p...