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Esme acababa de salir del estudio donde gravaba un material para una de sus clases, sus nuevos amigos Martha, Francisco y Lía la acompañaban mientras reían y comentaban algo sobre algo de la universidad

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Esme acababa de salir del estudio donde gravaba un material para una de sus clases, sus nuevos amigos Martha, Francisco y Lía la acompañaban mientras reían y comentaban algo sobre algo de la universidad. Hacía solo un rato había recibido un mensaje de Tefi, que le mandaba un video que habían grabado con Adrián para darle ánimos para las épocas difíciles de exámenes que se avecinaba, además, le contaban un poco de sus vidas y de todo lo que estaban experimentaban en eso que llamaban «nuevo estilo de vida». Ambos se habían convertido en mochileros y luego de comprarse un mapa y trazar un viaje por diferentes puntos de la tierra, trabajaron y ahorraron para el primer sitio al que irían, donde se suponía conseguirían un trabajo hasta ahorrar para el segundo y así sucesivamente. Parecía una locura, pero era una que hacía felices a ambos. Según Tefi, ya luego estudiaría.

Esme sonrió al recordar lo que Magalí le dijo cuando ella le contó lo que sus amigos harían, su madre se había puesto como loca, ya suficiente tenía con aceptar que su hija saliera de su hogar. Sin embargo, esa salida le había hecho enorme bien a Esme, vivir sola la obligaba a madurar, a crecer, a solucionar sus propios problemas, y, sobre todo, a conocer el mundo como en realidad era. Magalí y ella tuvieron unas cuantas discusiones desde que Esme le dijo a su madre que dejara de meterse en su vida y que ella haría lo que quisiera, y fue gracias a Bea —que logró templar el carácter de Magalí y hacerle entender que era lo mejor dejar volar a su hija—, que las cosas se habían calmado más.

La muchacha decidió contarle también que había sido novia de Leo, ante aquello la mujer no supo cómo reaccionar, se enfadó porque se lo ocultaron, incluso objetó a Bea el que no le hubiese dicho nada. Sin embargo, la idea no le resultó tan descabellada como Esme y Leo pensaron que le parecería, después de todo era el hijo de su mejor amiga y no parecía ser tan mal chico después de todo. De hecho, muchas veces pensó que hubiera sido mejor que ella quedara con Leo en su pueblo a tenerla tan lejos y fuera de su control. Aun así, ella también tuvo que aprender a soltar y Bea le ayudaba recordándole que había inculcado buenos valores en su hija, y que era hora de confiar en ella.

Leo volvió un poco después de lo planeado, el barco había sufrido algunas averías y tuvieron que detenerse en un pueblo hasta que lograron arreglarlo para regresar. Eso impidió que se despidiera de Esme antes de que se fuera a estudiar. Aun así, él tenía la certeza de que la iría a buscar, y luego de tomarse un tiempo para recuperar su familia, su vida y poner en orden todos esos asuntos. Entonces, tomó la decisión de viajar junto a ella. Además, el siguiente semestre estaba por comenzar y él solo quería estudiar cerca de ella.

Bea y Soraya lo alentaron a buscarla, incluso su madre lo ayudó económicamente para poder viajar. En esos meses que compartieron juntos, la vida de todos pareció mejorar. Bea quería a Ramiro como si fuera un hijo y le daba el amor de madre que tanto necesitaba, lo que ayudó al niño a mejorar su rendimiento en la escuela y a sonreír más. Soraya se lo agradecía con creces, estaba contenta de saber que sus nietos siempre estarían en buenas manos. Leo compartió tiempo con ellos, se fueron conociendo y dejaron que las relaciones fluyeran solas, y a él le encantaba, le encantaba saber que su familia había crecido.

Ni tan bella ni tan bestia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora