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Tefi la observaba atónita mientras Esme le contaba una y otra vez lo que Leo le había dicho, estaba sorprendida por varios motivos

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Tefi la observaba atónita mientras Esme le contaba una y otra vez lo que Leo le había dicho, estaba sorprendida por varios motivos. Primero, nunca había visto a Esme tan enfadada, solía enojarse un poco, pero era de esas personas que nunca explotaba, justo de esa clase de personas que te preguntabas qué debería suceder para hacerla enfadar. Segundo, hasta ese momento no había dimensionado cuánto le gustaba Leonardo a su amiga, creía que le atraía, sí, y a lo mejor un poco más que eso, pero en las palabras de Esme había dolor, desengaño, desilusión y una mezcla de rabia y tristeza, que le encendían la piel, los ojos, el alma. Ni cuando había terminado con Tony había estado así, Nunca la había visto así.

—¿No te parece que estás exagerando un poco, Esmeralda? Después de todo solo te dijo la verdad, ¿no? —preguntó Tefi sin saber cómo reaccionar ante esta nueva faceta de su mejor amiga.

—¿Solo me dijo la verdad? ¡Me mintió durante todo este tiempo! —exclamó furiosa.

—Está bien, tienes razón —afirmó Tefi pues pensó que contrariarla no era la mejor opción—. ¿Qué piensas hacer ahora?

—Nada, no le pienso volver a hablar. ¡No quiero hablar con mentirosos y embusteros! —dijo Esme y Tefi se largó a reír—. ¿Qué es tan gracioso? —inquirió Esme, colocó los brazos en jarra y miró desafiante a su amiga.

—Me encanta tu nueva forma de ser —dijo Tefi y eso desconcertó a Esme.

—¿De qué hablas? —inquirió confundida.

—Nada... Me gusta esta Esme que se enfada, que expresa lo que siente, que grita o llora. Me gusta más que la que acepta todo y se calla, que la que baja la cabeza y no discute —sonrió Tefi y luego se levantó para abrazar a su amiga, en ese momento la chica se echó a llorar.

—Yo... Esto me duele mucho —admitió.

—¿Sabes por qué? —preguntó Tefi sin romper el abrazo.

—No... —susurró como una niña asustada.

—Sí lo sabes, Esme —dijo Tefi alejándose un poco y secándole las lágrimas con cariño.

—Pensé que... He sido tan ilusa, Tefi... Él era tan dulce, era tan genial conmigo, tan especial. Me hizo sentir tan bien en todo momento. Cuando me besó el otro día... yo, sentí que podía gustarle, que a pesar de todo él podía verme, ver lo que tengo dentro y que eso podría gustarle. Pero no es así, ¿lo entiendes? Nunca podré gustarle a un chico como él —sollozó.

—Le gustas a Leo, me acabas de decir que te lo dijo. Me dijiste que te dijo que te quiere. ¿Por qué lo estás dudando ahora? —inquirió Tefi sin lograr comprender del todo a Esme.

—Porque... tiene novia, y seguro es perfecta y hermosa.

—Eso es solo una suposición y aunque así fuera, ¿qué importa? Tú también eres hermosa y es a ti a quien le dijo que le gusta, ¿no?

Ni tan bella ni tan bestia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora