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-Bien, Luhannie, entonces, ¿quedamos así?

Luhan vio con fijeza las dos cajas de pastillas que Jyu Ni había puesto frente a él sobre la mesa. Ella le había dado una explicación larga y confiable sobre por qué era necesario aquello. Era fácil: si él las tomaba una vez al día, entonces con el pasar del tiempo se sentiría mejor, y si se sentía mejor, entonces encararía las sesiones de otra manera y hasta incluso podría hablar (escribir) mucho más. Luhan pensó que con los medicamentos sería suficiente, pero Jyu Ni le explicó que, aunque era verdad que estaría más animado, sus problemas seguirían estando allí, por eso debía afrontar sus miedos y superar su pasado de a poco y con su ayuda.

Lo comprendía y aceptaba, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de mejorar su modo de vida, pero no era eso lo que le preocupaba...

-Confía en mí, todo saldrá bien.- Le sonrió ella con su usual dulzura. -Ya has estado mejorando muchísimo y, de a poco, hablando sobre tus traumas. Volverlos una parte consciente de ti es lo que ayuda a que puedas vivir con ello sin que te torture. Eres un muchacho increíble, Luhannie.

¡Por supuesto que confiaba en ella! A diferencia de los otros especialistas que había tratado en el pasado, era sincera y realmente se preocupaba por él. Los otros sólo lo habían diagnosticado, medicado y ya, en cambio ella insistía en ayudarlo verdaderamente y en acabar con todo desde la raíz, por eso se quedaba a su lado.
Se quedaba a su lado a pesar de todo...

Jyu Ni suspiró silenciosamente viendo cómo mantenía su mirada clavada en el cuadernillo sobre su regazo, ni una sola vez en todo el tiempo que había estado allí la había mirado a la cara, ni siquiera al mostrar sus contestaciones escritas. Le apenaba el corazón porque en serio adoraba a Luhan y no le gustaba que estuviera tan reticente, que la tratara como si le diera miedo. Nunca había sido así con ella, ni siquiera al comienzo más allá de la timidez de tratar con un desconocido, siempre se había mostrado seguro a su alrededor, sin embargo ahora... Lo lamentaba. Porque era su culpa.

-¿Luhannie? ¿Puedes mirarme sólo un momento?- Pidió con suavidad.

Este pareció temeroso, pero al final lo hizo de reojo. Ella lo recibió con una hermosa sonrisa.

-No estoy molesta contigo o algo por el estilo si es lo que piensas.- Aseguró.

Luhan ahora levantó la cabeza por completo, viéndola con ojos grandes y expectantes.

-Lamento muchísimo que la última vez hayas presenciado semejante desplante por mi parte. No fue tu culpa, noona sólo se sintió algo triste.

Escribió algo rápido y desprolijo, ansioso.

¿Pero no fui yo quién la hizo así?

Ahora sonrió con solemnidad. -¿Quieres saber por qué lloré? Porque tuviste razón, Luhan, hay algo en mi corazón que pesa y duele... Tú sólo lo sacaste a la luz cuando nadie más lo hizo.

El menor no se movió para nada, no se animó a volver a coger el cuaderno, pero la mirada curiosa y expectante estaba fija sobre ella. Jyu Ni sabía que después de la última vez no se animaría jamás a volver a preguntar nada personal, así que supuso que no estaría mal hablarle sobre aquello que tan amarga la volvía... Después de todo, sabía de buena cuenta que Luhan era alguien sensible y fiable en quien se podía confiar. Además, es lo menos que podía hacer después de que se mostrara interesado en ella. En general nadie lo hacía.

-No puedo tener hijos.- Largó de una vez.

Luhan entreabrió los labios, pensó en escribir algo, pero prefirió "guardar silencio." Así que era eso... Eso corrompía el alma brillante y pura de su noona. No había forma de que fuera algo malo, de que su esencia fuera mala, tenía que ser algo como eso. Ahora fue Jyu Ni quien se mantuvo con la mirada fija en las manos sobre el regazo, jugaba con los dedos en un afán por distraerse.

Notas del alma (HunHan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora