XII

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¡Doble actualización! Será especial, así que disfrútenla ❤.

Sehun estaba en mitad de un parque y hacía mucho, mucho frío.

Era invierno. Lo odiaba. No sólo porque vivía enfermo, sino porque desde pequeño aquella estación estaba determinada para él. Siempre que cosas extrañas, malas o fuera de lugar ocurrían en su vida, era en invierno. Cuando nevaba, cerca de Navidad. Por eso lo odiaba. Sin embargo aquel día estaba emocionado, se sentía como un niño en un parque de diversiones a punto de abordar una montaña rusa.

Montaña rusa... Así era como esa persona le hacía sentir.

Caminaba por un sendero entremedio de árboles de ramas flacas y desnudas. Había gente que iba de aquí para allá, siempre acompañada: eran madres con sus hijos, padres con sus hijos, parejas felices, hermanos... No había nadie solo.

Excepto él.

Oía que todos reían, pero cuando los veía no tenían rostro. Este era, en su lugar, como una mezcla de acuarelas mal hecha. Lo más extraño es que él no se inmutaba, esto le parecía de lo más natural. Todos iban abrigados con grandes chaquetas, gorros, guantes y bufandas, naturalmente, pero él era el único que iba ataviado sólo con una fina camiseta blanca. Debía sentir frío, pero no lo hacía. De igual manera, lo que menos le importaba en esos momentos era cómo iba vestido o cómo se veían los demás. Sus pensamientos estaban fijos en encontrar a aquella persona.

Su entrañas se revolvían con una emoción estúpida y retorcida. Era raro que después de tanto tiempo le siguiera pasando, ya lo conocía a fin de cuentas. Su corazón latía demasiado rápido aun cuando ni siquiera lo había visto... ¿Cómo sería cuando por fin lo hiciera entonces? Explotaría. El aliento se le perdía por los nervios. Hacía tanto que no lo veía. Había pasado una muy larga temporada en Europa cubriendo varios conciertos en vivo, lo primero que había hecho al llegar a Corea había sido contactarlo con la ansiedad carcomiéndole el cerebro.

De repente empezó a nevar.

Todo se volvió un poco borroso. No lograba ver bien y había viento, sin embargo nada de eso le molestaba. Simplemente estaba insensibilizado a cualquier cosa que no fuera él.

Su persona más amada.

Repentinamente lo vio. Entremedio del blanco espeso, lo vio.

Y todo pareció desaparecer cuando sonrió.

Apuró el paso con el viento en contra como pudo, el otro también caminaba directo hacia él, decidido. Creyó estar horas caminando a su encuentro, pero mientras más caminaba, más difícil se le hacía llegar. Comenzó a desesperarse porque estaba lejos... Estaba muy lejos. ¿Qué haría si se iba lejos? ¿Qué rayos haría, qué sería? Estiró una mano para tomarlo, pero sólo cogía puñados de nada. Y entonces, en un parpadeo, estuvo frente a él. Entero, sonriente, hermoso. Muy cerca. Sonrió enormemente y sus ojos se llenaron de lágrimas por el alivio, porque nada sería igual si no estaba a su lado, pero cuando quiso abrazarlo se dio cuenta de que no era a él a quien le sonreía devuelta.

Lo pasó de largo.

Y en su lugar abrazó a alguien más.
Se dio la vuelta y ningún sonido se oyó. Ni la ventisca, ni la gente, ni su respiración, nada. Cualquier otro sentido que no fuera la vista se apagó, porque sólo era capaz de enfocar a aquellos dos abrazándose con cariño y dándose el calor que él quería sentir, que esperaba. Repentinamente todo el frío que había estado ignorando lo azotó y le quemó la piel, lo atravesó, le cortó. Entonces él se giró y lo miró, pero su rostro no era su rostro, más bien un conjunto de acuarelas mal pintadas y...

Notas del alma (HunHan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora