EXTRA | Navidad color arcoiris

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Navidad... Genial. Jongin podía hacer una lista enorme de las razones por las cuales aquella fecha le era tanto indiferente como agobiante.

En primer lugar, la familia se juntaba. Al menos la de él lo hacía. Un conjunto de tíos, hermanos, sobrinos y primos en el mismo lugar para festejar quién sabe qué. Nunca había entendido eso último, que supiera su familia no era católica, pero bien. Ver a sus familiares perdidos no era el verdadero problema, la molestia surgía a la hora de la cena o durante la sobremesa: la ruleta rusa, le llamaba.

El objetivo eran los más jóvenes, aquellos inexpertos de la vida, las pequeñas ovejas descarriadas. Como si los adultos no tuvieran inseguridades también, pensaba Jongin. Lo que hacían era someterlos a preguntas clave: primero cuestionaban cómo les iba en los estudios, especialmente a los que aun asistían a la escuela, luego, lo que pensaban hacer en el futuro. Si eso tenía algo que ver con el negocio familiar, los dejaban con una pequeña sonrisa, sino, las preguntas continuaban. Que por qué la elección, que si estaban seguros, que si sabían que la familia tenía, al menos, una decena de sucursales en la ciudad y que podían trabajar allí, estables. Que si pensaban casarse y tener familia, que cómo los mantendrían y, para finalizar, una corta historia personal sobre cómo ellos triunfaron siguiendo a sus padres y abuelos y ahora eran felices.

Bien, eso era si te mantenías estudiando y tu futuro aun podía decidirse, sino estaba Jongin, que ya había acabado la escuela hacía tres años, no seguía ningún tipo de camino especial y jamás había presentado ni una novia... Imaginen.

Si tenía que elegir uno rápido, debía seguir el negocio, mas no era lo que deseaba. Secretamente había estado ahorrando para mudarse a la ciudad y olvidarse de todo, pero el dinero aún le era escaso y la espera era, casi literalmente, eterna.

Día a día sentía cómo se consumía y sus esperanzas se desvanecían en la oscuridad.

Sin embargo aquella Navidad había dicho basta. Había saludado a su familia muy amablemente y luego había escapado. Ni siquiera había cenado con tal de evitarlos. De todas formas, en el centro del pueblo todo estaba animado y había muchas cosas que mirar y recorrer, así que estuvo un buen rato entretenido. Cuando se hizo de noche y la gente comenzó a rondar con más frecuencia y en cantidad, estaba muriendo de frío. Sólo se había llevado una sudadera fina.

Miró hacia el cielo y supo que aquella noche nevaría.

Pero no quería volver. Y no iba a volver. Moriría de hipotermia antes de aguantar que se metieran en su vida y decidieran lo que era mejor para él... Como si lo supieran.

Rondó por todo el pueblo al menos unas quince veces, sin parar. Volvió a la feria del centro y volvió a ver los puestos por milésima vez. Entonces, mientras observaba cómo a algunos niños les brillaban los ojos en lo que veían formarse el copo gigante de algodón de azúcar alrededor del palillo, sintió algo extraño en la columna y en la nuca. Como un picor detrás de las orejas, un zumbido enviado a través de todo el cuerpo.

Giró con el ceño fruncido y vio a Do Kyungsoo.

Instantáneamente, la insensibilidad de la que había echado mano todo el día desapareció. Los ojos se le abrieron y el cuerpo se le evaró, hasta los dedos se le crisparon. ¿Qué era esa reacción tan extraña? Agitando la cabeza, recordó el día que lo había visto por el pueblo intentando encontrar a Minseok hace una semana, el amigo de Sehun. Se le había acercado después de tener exactamente el mismo estremecimiento y el resto había sido actos inconscientes dominándolo. ¿Lo había invitado a la fiesta por Navidad, no? Rayos, ¿qué más le habría dicho sin darse cuenta?
Se volvió hacia el frente con los ojos igual de grandes. ¿Debía acercársele? Pues, duh, lo había invitado después de todo, sería descortés. Pero ¿por qué se sentía tan miedoso? Como cuando había tenido catorce y se había enamorado del chico más lindo de la secundaria; cada que había pasado cerca se había quedado tieso como un tonto, pero era diferente a la parálisis que sufría en esos momentos. Antes había sabido la razón: se quedaba quieto porque le gustaba y era tímido, pero ¿y ahora? Era como si algo por encima de él lo gobernara, algo que poseía, pero de lo cual no era completamente consciente.

Notas del alma (HunHan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora