Sehun no estaba tranquilo.
Después de que Luhan los había dejado, se había quedado con el corazón en la garganta. Lo primero que había querido hacer era seguirlo para aclarar algunas cosas, pero Jyu Ni les había dado semejante sermón y les había pegado tal reto, que tuvo que quedarse sentado en el sillón para no provocar una tercera guerra mundial. Allí, mientras Minseok y su hermana hablaban de todo como si nada, mantenía en la mente las palabras exactas que le diría a Luhan ni bien lo viese: le explicaría que su último comentario no había significado nada malo, y que decir que le gustaba su lado adorable no era decir que no le gustaba todo él.
Porque la realidad era que a Sehun le gustaba todo de Luhan. Le gustaban sus mejillas siempre rojas, sus ojos, sus pestañas largas, la forma de su nariz, su forma de pensar, su carácter complicado, lo directo y sincero que era con todo lo que pasaba, la manera de reaccionar que tenía ante sus besos y cuando se le acercaba... Le gustaba todo.
Le gustaba Luhan, y también se lo haría saber clarito.
Sostenía una taza de té cuando sintió que la puerta volvió a abrirse. Supo que era Luhan cuando lo invadió aquel estremecimiento conocido, y elevó la mirada con ilusión porque no podía esperar a hacerse oír.
Y entonces todo pasó en cámara lenta.
Los ojos se le agrandaron y la sonrisa decayó hasta dejar de existir. De repente se sintió inmerso en medio de la mismísima nada, un lugar en donde el tiempo no existía, en donde el sonido era sordo y la vida un sucio juego. Se sintió tan débil, que la taza que sostenía entre los dedos cayó con un estrépito rompiéndose en cientos de pedazos y derramando el poco líquido que quedaba dentro.
Muy parecido a lo que estaba pasando con su cordura.
Tanto Jyu Ni como Minseok voltearon a verlo ante el accidente, y sólo entonces descubrieron que con ellos había más personas. Notaron el rostro pálido de Sehun, como si hubiera visto un fantasma, y su quietud escalofriante. Junto a Luhan había otro chico, un chico que reencarnaba todo a lo que Sehun le temía y que había significado todo por lo que había vivido y dejado de vivir... Él era el pasado, su personificación. Era una chico al cual Jyu Ni no reconoció en primera instancia, pero que a Minseok lo tensó de pies a cabeza.
Se puso de pie con tal ahínco que casi tira la mesa ratona.
-¿Qué haces aquí?
El silencio fue tan terrible como el comienzo de un final inminente.
-¡Lárgate!
Rugió con tal fuerza y tan desencajado, que Jyu Ni se asustó en serio. Minseok por otro lado sentía que la sangre le hervía y que si nadie lo detenía en ese mismo instante, cometería un homicidio en serio. Tuvo que retenerse con todas las fuerzas para no armar un auténtico alboroto.
-¿¡Qué mierda haces aquí!? ¡Desaparece de una vez!
-Minseok...
-¡Vete, vete, vete!
-¡Minseok!
Ahora el grito había sido por parte de alguien aún más sorprendente: Sehun. Eran contadas las ocasiones en las cuales se lo había visto alzar la voz de esa manera tan conmocionada. Minseok se giró hacia él con los nudillos blancos de tanto apretar los puños y la respiración agitada. La mirada que le dio fue desorbitada, no era él mismo.
-Cállate.
-¡Pero...!
-¡Cállate!
Jyu Ni supo por la vena hinchada en su frente y toda su postura rígida, que si no lo sacaba en esos momentos de allí, el homicidio sería doble. Aunque no sabía con certezas lo que ocurría, pero se daba una idea, se puso de pie e intentó apaciguarlo de alguna manera.
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Notas del alma (HunHan)
Fanfiction»Esta historia es completa y absolutamente producto de mi activa imaginación. Cualquier semejanza con la realidad o alguna otra ficción es pura y mera coincidencia. REGLAS EN LA DESCRIPCIÓN DE MI PERFIL.« Lo único que Sehun sabe hacer es tocar el pi...