XXVI

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Se durmieron juntos tan apretados y entrelazados, que a simple vista no podía saberse dónde empezaba uno y terminaba el otro.

Cuando Luhan se despertó en mitad de la madrugada, lo hizo con una tranquilidad que nunca antes había estado ahí antes. Un sosiego en el pecho que por las mañanas al despertar jamás lo había visitado. Todo siempre había sido angustia y aprehensión, pero ahora se sentía feliz y a gusto, como si por fin su existencia tuviera un lugar en el mundo. Cuando abrió los ojos, respiraba de la nuca de Sehun el perfume del shampoo de su cabello. Este le reposaba su espalda contra el pecho, encajando sus cuerpos de forma perfecta. Se dio cuenta de que le rodeaba su cintura apretadamente y que a cambio lo tomaban de la mano... Ah, qué lindo se sentía estar vivo.

Se pegó más a todo su cuerpo y siguió descansando ante el arrullo de la respiración ligera y acompasada de Sehun.

Se pasaron, literalmente, toda el día en aquella cama. Toda la mañana y toda la tarde. Temieron que los buscaran debido a la ausencia, pero ni Minseok ni Bo Ram los molestaron, así que debían estar dándose una idea de lo que pasaba... Más o menos. Lo único que hicieron fue acurrucarse, acariciarse, besarse hasta traspasar la barrera de lo dulce y volverlo pasión, mimarse con miradas tontas y hablar de muchas cosas. Cosas triviales, cosas interesantes. Sehun bajó dos minutos para coger algo de comer y saltó a la cama otra vez con él, la realidad es que no quería dejar aquel lugar tan precioso. Sentía que el mundo no podía atacarlo allí.

Bajaron para cenar y porque tenían que ducharse y darse un respiro, pero por la madrugada Luhan se coló en su habitación y volvieron a estar juntos. Creía nunca tener suficiente de ese hombre, nunca.

Al otro día, Sehun había despertado temprano y había hecho su rutina como de costumbre. Se había aseado, había desayunado, había cuidado de su huerta descuidada y por la tarde se puso a leer un libro sentado en su sillón predilecto mientras tomaba café con galletas de mantequilla.

Y estaba de malhumor.

En realidad, no era tanto como malhumor, más bien estaba asustado. Y un poco frustrado... Quizás decepcionado también. Eran muchas cosas dentro arremolinándose. Y la culpa la tenía Luhan y su maldita sinceridad. No entendía cómo el rasgo de una persona podía gustarle tanto como hacerlo fastidiar. Si le preguntaban si prefería entonces que Luhan le mintiese, es obvio que diría que no, pero a veces la verdad dolía... Y bastante. Y como era un ser humano débil y cobarde, algunas veces prefería voltearse a enfrentar. Pero Luhan no era para nada así. Lo admiraba, era un chico increíble y valiente, y ser consciente de eso le hacía sentirse peor.

Si tan sólo fuera un poco de todo lo honesto que era él, podría evitarse muchos problemas y sentimientos agrios.

Cuando se estiró para coger una galleta, Luhan se le sentó encima con total naturalidad. Se apoyó en sus muslos y dejó colgar las piernas por el reposabrazos izquierdo, su espalda se apoyó en el derecho. Sostenía entre los dedos una taza humeante de café también, la apoyaba en los labios mientras lo veía con una pequeña sonrisa.

-¿Sigues enojado por lo de anoche?

Sehun lo miraba con una frialdad palpable, algo alejado.

-No. No soy un niño.

-Mmm...- Luhan le dio un sorbo a su café sin dejar de mirarlo. -Sabes que tengo mis razones.

-Lo que digas.- Siguió leyendo el libro, ignorándolo.

Luhan se quedó reposando encima de él, en silencio mientras bebía de la taza sin apartarle la mirada. Se estiró para dejarla sobre la mesita y tomó una galleta. El escrutinio estaba poniendo nervioso a Sehun, quien lograba percibir cómo él no dejaba de mirarlo.

Notas del alma (HunHan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora