CAPÍTULO 15

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Ally se va poco después de las cuatro de la tarde y Camila y yo nos quedamos por un rato en la piscina nadando y jugando como niñas de cinco años. Ahora entiendo por qué alguna vez ella consideró que teníamos que comprar juguetes para la piscina, porque hoy se vuelven bastante útiles. Desde pistolas de agua hasta anillos con forma de foca que se hunden y que tratamos de encontrar en el menor tiempo posible.

Cuando el sol empieza a desaparecer por el horizonte, Camila sale de la piscina y vuelve poco después con dos cisnes gigantes inflables para que nos recostemos sobre ellos y flotemos un rato. Hay una ligera brisa en el ambiente, que hace al momento más relajante.

— Lauren, necesito decirte algo— murmura Camila luego de un rato. Está con la mirada perdida en el cielo y en la manera en la que este comienza a cambiar sus tonalidades para darle paso a la noche.

Su tono serio pero ausente hace que un escalofrío recorra todo mi cuerpo.

— Dime.

— Desde hace un tiempo... yo... —Sacude la cabeza con frustración, y dirige su mirada hacia mí. Puedo sentir que está mirándome a los ojos, a pesar de que no puedo verlo con exactitud por los lentes de sol que está usando, pero que están comenzando a volverse inútiles—. Dios, no sé cómo comenzar a decirlo.

Una vibración acompañada del sonido de una sirena hace que ambas nos sobresaltemos, y salgo de mi cisne inflable para correr hasta la mesa en donde he dejado mi teléfono y poder contestar. Es Ivanna.

— ¿Qué pasa, Collins?

— Sé que es tu día libre y tienes que estar aquí como en ocho horas, pero encontramos un par de cosas y necesito que vengas— comunica con un tono que me hace dar esperanzas. Tal vez estamos un paso más cerca de resolver el caso.

— Voy saliendo.

Cuelgo la llamada con un suspiro de frustración y hago una mueca antes de volver hasta donde está Camila. Me acerco al borde de la piscina y atraigo al cisne hasta que mi esposa está a solo centímetros de mí. Parece haber estado perdida en sus pensamientos, porque cuando se da cuenta de que estoy en cuclillas cerca de su rostro se asusta.

— Solo soy yo, tonta— me burlo, tocando la punta de su nariz con mi dedo índice. Camila levanta sus lentes de sol y al parecer se da cuenta de lo poco útiles que son, por lo que los deja sobre el borde de la piscina—. Me llamaron del trabajo.

— Y tienes que ir— completa con algo de amargura en su voz. Asiento.

— Voy a volver pronto.

Acomodo un mechón de cabello de Camila y lo coloco detrás de su oreja. Su expresión alegre y traviesa es remplazada por una más apagada, y me siento mal por tener que arruinar el día casi perfecto que habíamos tenido juntas. Mi plan original de ir a algún restaurante en la playa —que por las noches funcionan más como bares—, volver a la casa y terminar haciendo el amor con Camila se ven ligeramente alterados.

— Ya sé... ¿Quieres que te cocine algo para cenar?

Niego con la cabeza, ligeramente sorprendida por la manera en la que Camila está manejando toda la situación. Meses atrás habríamos estado gritándonos y la escena terminaría con alguna de las dos tirando la puerta de la casa enojada.

— No tengo hambre, pero podría traerte algo de comer si tú quieres.

— Las dos sabemos que no vas a volver antes de medianoche— me recuerda. Puedo notar lo mucho que está intentando no ser tosca con su elección de palabras y el tono que utiliza.

— Hagamos un trato— sugiero, sabiendo que debo irme antes de que esto lleve a otra cosa menos agradable—. Te aviso cuando sepa a qué hora voy a volver y me dices si quieres algo, ¿está bien?

roses; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora