roses; camren

CAPÍTULO 18

Los siguientes días, me encierro en mi propia burbuja y comienzo a unir los puntos que siempre habían estado ahí pero que había ignorado todo este tiempo.

Y comienzo a notar que Camila está muy cambiada a como es ella. Se pone nerviosa y tensa cada vez que intento tocarla, y cuando tenemos sexo parecemos dos extrañas que solo buscan darse placer por una noche y no volver a verse de nuevo. Llega a casa hasta dos horas después de que sus turnos terminan, y solo la escucho suspirar antes de susurrarme que me ama, con un tono extraño que aun no logro descifrar. Enloquece cuando le pregunto donde estaba o que estaba haciendo, cuando en la mayoría de los casos las respuesta es tan simple como "me estaba bañando". Se mantiene callada la mayor parte del tiempo que pasa conmigo, y no me habla mas que para lo necesario. El olor a perfume de hombre es constante, y aunque ella trata de ocultarlo colocándose su perfume encima, ya he aprendido a reconocerlo. No deja que toque su teléfono y cuando por alguna razón decide mostrarme algo en el, se mantiene cerca y alerta como si tuviese miedo a que yo intentara revisarlo.

Y por mas que quiero creer que todo es un malentendido y hay alguna explicación lógica para todo esto, es hora de que me quite la venda y acepte mi realidad: Camila me está siendo infiel.

Me duele pensar en que la mujer que venero y adoro como si fuese una diosa sea capaz de hacer algo tan cruel como cambiar una relación y una vida a mi lado por tan solo segundos de placer. Me duele que no sea capaz de enfrentarme y ser sincera de una vez por todas, para que terminemos con todo este circo y cada quien pueda hacer su vida lejos de la otra.

Como toda una cobarde, prefiero evitarla hasta que resuelva el caso y tenga las fuerzas necesarias para enfrentar el papeleo y el desgaste emocional que significa un divorcio. Pensar en que las cosas se puedan arreglar y que podamos aprender de esta experiencia parece algo casi imposible para mi. Camila ya había tomado su decisión al estar con alguien mas, y yo no voy a ser quien la obligue a quedarse a mi lado si no es lo que ella quiere. Porque de querer estar conmigo, en primer lugar nunca hubiese buscado algo mas en otra parte.

Las siguientes semanas, me sumerjo en el trabajo y tomo todos los turnos que me ofrecen. Me pongo a la orden para cubrir turnos extras y a aquellas personas que están enfermas. Hago lo que sea para pasar el menor tiempo posible en casa y no tener que encontrarme con Camila, quien ni siquiera intenta fingir que mi adición al trabajo le afecta, mas bien, parece como que le alivia el no tener que convivir conmigo y no tener que vivir bajo mi escrutinio.

Ella intenta mantener una relación cordial conmigo preparándome comidas para que las lleve a mis turnos, y cada vez que puede les deja alguna nota romántica o una rosa que compra de camino a casa. A veces pienso que simplemente se siente culpable y es por ello que intenta tapar la verdad. Pero no quiero nada mas que venga de ella, así que cuando es el caso, boto en la basura cualquier gesto que ella tenga conmigo y los dejo a la vista para que ella sea consciente de que ya yo sé cual es su juego y que no pretendo caer en el.

*

— Vamos, compré las donas para ti y no te has comido ni una— me dice Liam, acercando la caja de donas hacía mi. Niego con la cabeza por tercera vez.

— Me quedan dieciséis horas mas aquí, créeme que no voy a irme sin comérmelas— le aseguro. Liam solo asiente y deja la caja a un lado de mi escritorio. Él sabe que por alguna razón estoy evitando a Camila, pero no me ha enfrentado para preguntarme que es lo que pasa. Si no es que él sabe lo que mi esposa ha estado haciendo y se siente tan culpable de ocultármelo que simplemente prefiere no tocar el tema.

— Yo ya quiero irme— exclama Liam con lo que parece ser emoción en su voz. Lo miro inquisitiva y el solo ríe nervioso—. Solo tengo que pasar a buscar unos exámenes de papá, llevárselos hasta su casa y después ahí voy a pasar todo el día con Normani.