Entro a la comisaría a las siete y media de la mañana. Llevo un vaso de café en una mano y mi portafolios en la otra. Saludo al guardia de seguridad, quien corresponde el gesto con un asentimiento de cabeza, y mantengo la mirada fija en un solo punto mientras hago mi camino hasta mi cubículo.
Coloco mis pertenencias sobre mi pequeño escritorio, y miro hacia el frente, donde se encuentra la oficina del sargento. Está oscura y vacía, porque él no tiene que trabajar hasta dentro de dos horas. Me sonrío a mí misma, y me digo que en menos de lo que espero, la placa en la puerta tendrá mi nombre en ella y seré yo quien encienda sus luces.
Mi compañero, Liam, me saluda al llegar. Viene con una sonrisa alegre y el traje más pulcro que le he visto usar desde que nos conocimos en la academia de policías casi nueve años atrás. Lleva una mirada extraña que me es difícil descifrar.
— ¿Te acostaste con alguien? —Pregunto, sabiendo que sus aires del hombre más feliz del planeta tenían que ver con algo relacionado a eso. El frunce el ceño con desconcierto y niega sonriendo.
— Conocí a la mujer de mi vida— responde. Parece un adolescente enamorado y me gusta verlo así. Nunca ha tenido una relación de más de dos semanas que no se basara solo en lo físico, y que de la nada me diga que ha conocido a alguien es un buen cambio.
— ¿Vas a sentar cabeza por fin?
— No, aun no. Todo lo que conseguí fue el número de su oficina, pero no me importa esperar una semana por una cita y pagar un millón de dólares por hora si eso significa que voy a volver a verla.
— Tienes un día libre y ya siento que te perdí, ¿tal vez cuando te vayas de vacaciones vuelvas con un hijo y tres perros?
Liam suspira.
— Es tan hermosa, Lauren... Y educada, elegante, inteligente, misteriosa. Es la mujer perfecta.
— ¿No será que tú estabas muy borracho y a la que conociste fue a mi esposa?
— Por mucho que mi hermana sea lo más cercano a una mujer perfecta, tengo que recordarte que no me va el incesto. — Hace una mueca de asco, que me causa risa.
— Cuéntame entonces del amor de tu vida.
— La conocí en un bar— comienza a decir—. Estaba sentada en la barra y rechazaba a todos los hombres que se le acercaban... Sabía que si usaba la misma táctica que los demás y le llegaba con alguna frase trillada de ligue iba a terminar como los otros. Así que solo me acerqué y le pregunté si tenía un bolígrafo que me prestara. Logré hablar con ella durante un rato y me dio su tarjeta para que llamara a su secretaria y concretara una cita para mi consulta. Es contadora y si puede llevar mi dinero, también mi apellido.
Suelto una risa cuando escucho lo colado que está por esa mujer, y paso gran parte del día molestándolo con eso. No puedo esperar a llegar a casa para contarle a Camila y que ella también tome su parte en burlarse de su hermano, así como él lo había hecho durante meses cuando Camila y yo empezábamos a salir.
Como no tenemos mucho trabajo, nos dejan papeleo. A veces hay que justificar la cantidad de material que utilizamos, como hojas de papel, vasos para el café y bolígrafos. Es la parte más tediosa y aburrida del trabajo, pero la adrenalina que se siente cuando el localizador de alguno de los detectives suena hace que pasar horas explicando en que mierda gastamos cincuenta centavos, valga la pena.
Poco después del almuerzo, el localizador de Liam suena y todos volteamos a verlo. Se trata de una alerta de un cuerpo que ha sido encontrado tras el callejón de una pequeña pastelería, y nos han avisado a nosotros porque el cadáver tiene las mismas características que la mayoría de los cuerpos que parecen ser del mismo asesino al cual nosotros buscábamos.

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roses; camren
RomanceCuando equilibrar el trabajo y la vida personal se vuelve demasiado, Lauren Jauregui se ve envuelta en un enredo del que no sabe cómo salir. Su matrimonio parece estar cayéndose a pedazos y ella está lejos de conseguir el ascenso que se propone obte...