Me toma unos segundos procesar lo que acaba de pasar, hasta que tomo una bata de seda y camino hacia la habitación de invitados. Toco la puerta dos veces, pero no obtengo ningún tipo de respuesta de parte de Camila. Tengo la llave del dormitorio, pero considero una invasión a la privacidad de mi esposa utilizarla, por lo que sigo insistiendo.
— Mi amor, necesitamos hablar— murmuro contra la puerta. No sé ni siquiera que emociones estoy sintiendo en ese momento. Tal vez pánico, dolor, tristeza, vergüenza y rechazo sean algunas de ellas. Pero no hay ninguna que describa exactamente lo que siento—. Abre la puerta, por favor.
Cuando sigo sin tener respuestas, me siento contra la puerta y apoyo mi cabeza sobre mis rodillas. Sabía que era una mala idea seguir el consejo de Liam, pero nunca se me ocurrió que pudiésemos encontrarnos en una situación como esta.
Pienso, analizo y vuelvo a revivir la última hora. Camila parecía algo cansada, pero estaba de buen humor. Sus ojos brillaban con la vista de mis piernas al descubierto. Su lenguaje corporal era relajado y de una persona que se sentía cómoda con lo que hacía. No había parecido incómoda mientras la había estado tocando, así que no entendía en que momento todo había cambiado.
— Camila, vamos a hablar— insisto. No escucho nada tras la puerta, pero decido que no voy a irme de ahí hasta conseguir que Camila hable conmigo. No me importa si eso significa pasar la noche ahí, durmiendo sentada y casi desnuda, necesito que empecemos a hablar antes de que sigamos yendo hacia un callejón sin salida—. Solo quiero saber si estás bien, ¿puedes al menos responderme eso?
— Si— murmura. Su voz es frágil y apenas puedo escucharla, pero no necesito de mucho para saber que está llorando.
— Déjame entrar.
Varios pasos se oyen, y lo siguiente que veo es a Camila parada en la puerta con lágrimas en sus ojos. Me levanto de mi lugar en el piso y no dudo en abrir mis brazos, invitándola a que se acerque a ellos para abrazarla. Su cuerpo está extremadamente frío y trato de pasarle el mayor calor corporal posible. Me parte el alma escucharla llorar, pero no puedo hacer nada más que sostenerla.
— Lo siento— murmura contra mi cuello—. Lo siento, Lauren. Lo siento— repite un par de veces. Frunzo el ceño con confusión, y acaricio su cabello para tratar de calmarla un poco.
— ¿Qué pasa, mi amor?
— Lo siento— dice de nuevo—. Lo arruiné todo para nosotras. Lo arruiné. Perdón, Lauren.
Sus palabras causan un efecto en mí que durante mucho tiempo parecía que se había perdido. Mi corazón se encoge y siento ganas de llorar con ella para compartir del dolor de lo que sea que la esté atormentado en este momento.
— ¿De qué estás hablando?
Camila se separa de mí, y me mira fijamente antes de bajar la mirada y negar con la cabeza. Trato de acercarme a ella, pero considero que es mejor darle su espacio. Se acuesta en la cama y se arropa con el cobertor. Me acerco a ella y dejo un beso en su frente antes de apagar la luz.
— Lo que sea que esté pasando o lo que sea que hayas hecho, sé que podemos arreglarlo— le aseguro, desde el marco de la puerta—. Voy a esperar todo el tiempo que necesites hasta que estés lista para decírmelo.
Le doy una última mirada, y me devuelvo hasta nuestra habitación. Es la segunda noche seguida que duermo sin ella y la cama se siente fría y vacía, con el fantasma de su esencia desvaneciéndose en el ambiente. Me abrazo a mí misma y dejo que las lágrimas salgan.
No hay nada más que me duela que ver a las personas que amo sufriendo y no poder hacer nada. Me duele más que se trate de Camila, que es una de las personas más fuertes que conozco. Es rara la vez en la que ella se muestra débil o vulnerable frente a los demás, aun conmigo que he compartido sus mejores y peores momentos por gran parte de su vida.

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roses; camren
RomanceCuando equilibrar el trabajo y la vida personal se vuelve demasiado, Lauren Jauregui se ve envuelta en un enredo del que no sabe cómo salir. Su matrimonio parece estar cayéndose a pedazos y ella está lejos de conseguir el ascenso que se propone obte...