Después de escuchar a Camila llorando, decido que lo mejor es sostenerla entre mis brazos y esperar a que ella se sienta lista para abrirse a mi. Tal y como lo espero, no pasa. Camila sigue llorando hasta dormirse sin decir ninguna palabra, mientras yo finjo que estoy dormida y me abrazo a ella como si se tratara de instinto.
Por lo general soy capaz de controlar muy bien mis emociones, pero si hay algo que me desarma por completo, es ver a Camila llorando.
Sus sollozos siempre son callados, silenciosos, como si no quisiera que nadie mas se enterara de que está siendo vulnerable. Evita que alguien se de cuenta de lo que esta haciendo, por lo que trata de esconderse el mayor tiempo posible.
Al despertar, estoy sola en la cama. Son tan solo las seis de la mañana pero Camila ya me habia dejado el desayuno listo junto a una rosa y una nota cursi. Pero ella no está en ningun lugar.
Paso gran parte del dia durmiendo, sabiendo que tendría que empezar mi semana de turnos en la noche y debo estar bien descansada si quiero rendir bien en el trabajo.
Cuando despierto nuevamente, a las cinco de la tarde, Camila sigue sin llegar ni dar ninguna señal de vida. Su auto sigue en el garaje porque aun no lo ha arreglado y yo estoy con un nudo en la garganta temiendo lo peor. ¿En que había estado pensando cuando me dormí? ¿Por qué no podía tener el sueño mas ligero para darme cuenta de cuando Camila se fue?
Como si estuviese al tanto de la manera en la que estaba por enloquecer, Camila me manda un mensaje diciéndome que había pasado todo el dia de un lado a otro ocupada con el gimnasio.
La comisaría ha estado tranquila desde que llegué, por lo que he tenido tiempo para repasar una vez mas la carpeta del caso sin muchos avances. Todas las victimas tenían pequeñas conexiones entre si, pero no habia nada lo suficientemente grande como para conectarlos a todos. Y a pesar de que Andy insistia en que estábamos perdiendo el tiempo, yo sabía que solo teníamos que esforzarnos un poco mas y obtendríamos todas las respuestas que habíamos estado buscando por meses.
— Dectective Jauregui— dice un oficial de policia, haciendo que desvie la mirada de mi computadora para ver que es lo que quiere.
— ¿Que necesita?
— Tenemos un 335.
— ¿Rehenes?
— Dos mujeres y dos niños— responde. Me levanto de golpe de mi asiento, tomo mi radio y mi chaqueta y lo sigo a traves de la comisaría hasta la mesa de reuniones en donde Gabriel Tasbo, el encargado de los oficiales de policía está armando una estrategia.
— Ah, Jauregui, que gusto verte— canturrea Gabriel con su habital tono altanero—. ¿Se te perdio algo aquí?
Me contengo para no rodar los ojos frente a el, y en vez de eso, aprieto la mandíbula.
— Tienes un 335 y como no sabes armar estrategias necesitas de un profesional para que lo haga por ti— respondo, dándole una sonrisa falsa.
— Estamos bastante bien sin ti— objeta. Me da la espalda y sigue trabajando en el papel que esta sobre la mesa, y que parece ser un plano del lugar en donde esta la casa con los rehenes.
— Permíteme— le digo, quitándole la pluma roja con la que estaba haciendo un circulo sobre el plano—. Si esperas tomarlos por sorpresa no puedes entrar por la puerta principal.
— Las demas salidas estan selladas. Fue confirmado por un familiar.
Ruedo los ojos. Es normal encontrarme en esta situacion. Gabriel Tasbo es un misógino impulsivo que en muchas ocasiones empeorado las situaciones por no saber que estrategias utilizar, y no dejar que una mujer capacitada para ello le diga que hacer.

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roses; camren
RomanceCuando equilibrar el trabajo y la vida personal se vuelve demasiado, Lauren Jauregui se ve envuelta en un enredo del que no sabe cómo salir. Su matrimonio parece estar cayéndose a pedazos y ella está lejos de conseguir el ascenso que se propone obte...