CAPÍTULO 19

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**Este capítulo es un recuerdo, y si han perdido el hilo de la historia les recomiendo volver al CAPÍTULO 14 para contrastar el pasado con la realidad y entrar en un mejor contexto.

Hacer operaciones encubiertas no es mi parte favorita del trabajo. De haber querido jugar a los espías me habría postulado en la CIA. Sin embargo, es parte de mi deber y cada detective tiene una cuota anual de casos encubiertos que cumplir, por lo que no puedo negarme. Además de que el Sargento al saber que estaba embarazada, me pidió que completara este caso y él me eliminaría los demás debido a que no permitían que embarazadas en etapas avanzadas participaran de operaciones de riesgo. Es decir, después de esto estaría sentada todos los días en mi escritorio haciendo papeleo.

A Camila es la persona principal a la no le hace mucha gracia saber lo expuesta que voy a estar, pero la tranquilizo diciéndole que solo tengo que reunirme con el sospechoso en un bar, lograr que confiese que ha estado vendiendo chicas traídas desde Ucrania para que después entren los agentes y lo arresten. Ese es un buen resumen de la misión, solo que con unas ligeras modificaciones, como que los policías no van a estar dentro del bar porque el sospechoso es el dueño, y todos vamos a estar desarmados por los guardias de seguridad que se aseguran de confiscar cualquier arma. Pero ella no tiene porque saber todos los detalles confidenciales de la misión.

Mi equipo me da luz verde y acomodo mi abrigo con pesadez. Lo único que esta en mi mente es la mirada de mi esposa suplicándome que me quedara con ella. Desearía estar en sus brazos mientras acaricia mi vientre y le habla a nuestro bebe. Elimino todo pensamiento sobre Camila y me concentro, sabiendo que debo ser cuidadosa si quiero volver a casa para la cena.

Llego al bar en donde nos citaron y me siento en la barra. En el segundo asiento a la derecha, tal y como le especificamos al sospechoso. Poco después, el hombre que busco se sienta a mi lado y me pasa un trozo de papel, mientras le pide un trago al barman. Escribo la clave que el nos mandó por mensaje y sonríe lentamente.

— ¿En que puedo ayudarla?— Pregunta con una voz profunda, enviando un escalofrío por mi espalda.

— Necesito a seis de sus mejores chicas. Mientras mas jóvenes mejor— respondo mirándolo a los ojos.

El hombre me hace un par de preguntas para asegurarse de que realmente soy quien digo ser y cuando me pide que lo acompañe sonrío complacida. La primera parte es todo un éxito.

Me lleva hasta la parte trasera del lugar en donde un auto blindado con chófer lo espera. Puedo divisar a uno de los autos encubiertos a pocos metros de nosotros y suspiro tranquila. El chófer me abre la puerta y subo al auto tratando de no demostrar los nervios que estoy sintiendo en ese momento.

Pero no hay nada que temer. Varias patrullas están custodiando el lugar. Hemos rastreado las rutas que el auto toma hasta el lugar en donde tiene a las chicas y todas han sido cubiertas con patrullas. El viejo edificio al que me lleva esta rodeado de arriba a abajo con policías. Nada puede salir mal.

O tal vez si, cuando el hombre cierra la puerta del auto y me mira fijamente. Me toma por la parte de atrás del cuello con furia y golpea mi ojo hasta que empiezo a ver borroso. Se ha dado cuenta de que se trata de una emboscada y saber que ha sido engañado no es algo que le haga mucha gracia.

Me grita un montón de cosas que no logro distinguir, al mismo tiempo que sigue golpeándome el rostro. Entre el dolor y el cansancio, se me hace difícil mantener los ojos abiertos de lo hinchados que están, pero la peor cosa que puedo hacer con gente como esta es dormirme y dejarles el camino libre para hacer lo que quieran conmigo. Aunque no es como que tenga mucha fuerza para luchar en caso de ser necesario.

roses; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora