CAPÍTULO 10

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Camila se coloca encima de mí y une nuestras bocas en un beso. Mis labios están fríos y resecos, añorando la calidez y la suavidad de los suyos presionándose contra los míos. Pronto, coloca sus manos a ambos lados de mi cuerpo y empieza a descender hasta que deposita todo su peso sobre el mío, pero estoy lejos de sentirme asfixiada. De hecho, tengo un sentimiento de liberación que no tenía desde que era una adolescente y vivía nuevas experiencias. En este momento, me gusta pensar que Camila y yo somos dos adolescentes enamoradas que están teniendo su primera vez, compartiendo sus cuerpos sin inhibiciones y reclamando cada centímetro de ellos como suyos.

— Te amo— dice sobre mi boca. Ahueca mi rostro con ambas manos y me mira a los ojos, de manera profunda y cálida. No puedo evitar sonreír con la preciosa vista que tengo, y Camila imita mi gesto.

Con la misma sonrisa, se separa un poco de mi cuerpo y queda suspendida sobre el. Sus labios van desde mi cuello hasta mi mandíbula en besos húmedos que me hacen suspirar profundamente.

Decidiendo tomar el control, logro colocar a Camila debajo de mí, y ahora soy yo quien está besando su mandíbula mientras ella ríe por las cosquillas que mi boca le produce.

— Camila, no te rías— la regaño con diversión. Ella se mantiene seria por unos segundos y vuelvo a colocar mis labios sobre su mandíbula. Segundos después, está riendo de manera descontrolada—. Eres imposible.

— ¡Es que me haces cosquillas, idiota!— Exclama.

Me encanta este momento. Solo nosotras dos, sin preocupaciones, sin problemas, siendo el mismo par de idiotas enamoradas que éramos hace un par de meses.

Vuelvo a besar su cuello, pero esta vez también llevo una de mis manos hacia su centro y paso mi dedo índice por sus pliegues de manera lenta. Camila deja de reír y ensancha la mirada con asombro.

— ¿Y ahora quien se está riendo?— Me burlo. Sigo masajeando el área con paciencia y superficialmente, sin llegar a introducir mi dedo en Camila ni tocar de más su clítoris. Quiero hacerla sufrir por un rato más.

Bajo con besos hasta sus pechos y dejo un beso sonoro en cada pezón. Luego, sonrío con malicia y me dirijo hacia su abdomen. Paso ambas manos por el y empiezo a rasguñarlo suavemente con mis uñas. Es mi parte favorita de su cuerpo y se lo hago saber en cada oportunidad que tengo, sea que estemos haciendo el amor o que simplemente estemos abrazadas.

Meto mis manos por detrás de su cuerpo hasta llegar a su gran trasero. Lo aprieto con deleite, y puedo escuchar un ligero gemido salir de sus labios. Vuelvo a tocar su área más sensible, que ahora está mucho más mojada que antes y paso nuevamente mi dedo de un lado a otro sin llegar a hacer algo más.

Laureeen— se queja, tomando mi mano entre las suyas y tratando de que mis dedos hagan algo más que solo burlarse de su desesperación.

— ¿Si, mi amor?— Pregunto de manera inocente, mientras mi mano sube y baja por todo su centro.

— Haz algo.

Suelto una risa y detengo el movimiento de mi mano.

— ¿Cómo qué?

— ¡Lo que sea!— Grita. Me encanta su voz autoritaria y como puede tener el control aun cuando soy yo quien esta torturándola.

— Voltéate— ordeno, separándome de ella para darle espacio. Camila se coloca boca abajo y deja su trasero justo en frente de mi cara como si se tratara de una obra de arte. Que lo es.

Tomo su torso y lo atraigo hacia mí, hasta que ella está apoyada sobre la cama con ayuda de sus rodillas y sus codos. Me coloco detrás de ella sobre mis rodillas y con mi mano empiezo a explorar el área que conozco mejor que a la palma de mi mano.

roses; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora