— ¡Vamos, Cabello!— La animo, al darme cuenta de que ha bajado la frecuencia de sus golpes al saco de boxeo.
— Estoy...cansada— balbucea con la respiración entrecortada. Me acerco a ella y la abrazo por detrás, para luego susurrar en su oído:
— Tu sabes las maravillas que ha hecho el boxeo con nuestra resistencia, así que sigue entrenando.
Los vellos de la nuca de Camila se erizan, y me alejo soltado una risa. Ella finalmente decide que es suficiente por un día y se quita los guantes para luego ir a tomar su toalla para secarse el sudor y tomar un poco de agua.
Tamara, nuestra entrenadora, se acerca a mi para hablarme sobre nuestra clase de hoy y los siguientes entrenamientos. Es contemporánea a nuestra edad, así que mas que considerarla nuestra profesora es una amiga mas. Me deja de tarea correr dos kilómetros antes de la siguiente clase y me da una palmada en el trasero antes de irse.
No tengo que voltear para sentir como la mirada de Camila atraviesa todo mi cuerpo. Decido esperar unos segundos antes de voltearme, tratando de pensar en la mejor manera de afrontar el huracán que está por empezar.
La situación es esta: Camila y yo tenemos unos siete meses conociéndonos, y tenemos ese mismo tiempo teniendo sexo sin ningún tipo de compromiso. Las reglas son claras, nada de etiquetas, exclusividad ni celos. Solo sexo. El problema recae en el hecho de que además de eso, nos hemos convertido en buenas amigas y solemos pasar tiempo juntas solo porque si. Pero desde hace un mes, Camila ha estado actuando extraña. Cada vez que salimos y alguien se me acerca ella aleja a la persona, y no se me despega en toda la noche. A pesar de saber que los celos no estan dentro de nuestro acuerdo, no me molesta. Sinceramente ninguno de los extraños llaman mi atención, y prefiero estar con Camila mientras me da una pequeña muestra de lo que va a pasar mas tarde cuando lleguemos a su apartamento.
—¿Nos vamos?— Le pregunto, acercándome a ella para tomar mi bolso. Camila despega su mirada del teléfono y empieza a caminar sin responder mi pregunta.
Una vez que estamos en su auto, le sube volumen a la música indicándome que no quiere que la moleste. Me distraigo con mi teléfono durante el camino a su apartamento. Camila había rentado una película que ambas moriamos por ver y habíamos decidido que la veríamos ese día al salir de nuestro entrenamiento.
— ¿Por qué estás celosa?— Le pregunto cuando llegamos al estacionamiento. Camila se quita el cinturon de seguridad y me mira fijamente.
— No estoy celosa, Lauren. ¿Por que tendría que estarlo?— Responde con la voz aguda y hablando mas rápido de lo normal, tal y como lo hace cuando esta mintiendo. Sonrío. La conozco tan bien.
— No lo se... Te veías un poco enojada cuando Tamara se despidió de mi.
— Estaba mirando mi teléfono, no estaba prestando atención a lo que tu hacías— sisea. Busca su bolso en el asiento de atrás e intenta abrir su puerta, pero bloqueo los seguros con el botón que esta en mi puerta.
— Claro, ¿y por eso es que te vi rodar los ojos?
— Tal vez viste mal... o yo estaba pensando en otra cosa. ¿Por qué asumes que todo se trata de ti?
Suelto una risa, que la hace rodar los ojos.
— Esta bien, lo lamento.
Camila finalmente desbloquea su puerta y baja del auto. Espera a que yo haga lo mismo para empezar a caminar, pero se detiene en medio del estacionamiento.
— Mira, entiendo que pienses que porque tu y yo tenemos sexo yo pueda estar tomando otras atribuciones o sintiendo mas cosas de lo normal, pero no es así— me dice, tomando mi mano—. Somos amigas y solo eso, ¿está bien?
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roses; camren
RomanceCuando equilibrar el trabajo y la vida personal se vuelve demasiado, Lauren Jauregui se ve envuelta en un enredo del que no sabe cómo salir. Su matrimonio parece estar cayéndose a pedazos y ella está lejos de conseguir el ascenso que se propone obte...