CAPITULO VIII

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La ida a Londres se tuvo que retrasar y cada día que permanecíamos en ese lugar mi angustia crecía, salia todos los días a dar paseos por el campo, pero era muy cuidadosa de no alejarme demasiado y por supuesto de vigilar que mi hermana no lo hiciera,  al final cuando todo estaba empacado y los nuevos vestidos de Jane entregados, yo no necesitaba y menos al saber lo que costaron los que ella se mando a hacer, sin mas emprendimos el camino fue casi un día entero de camino, para  mi tranquilidad Jane se estaba comportando acorde a la situación, mande a investigar a mis criadas sobre si mi hermana tenia un pretendiente, pero no averiguaron nada y eso me llena de dicha por Alberto y claro por mi hermana 

cuando llegamos a la mansión nos dieron  un gran recibimiento, ademas de que le dio mucho gusto vernos, nos asigno una recamara muy linda y amplia para Jane y para mí, mis padres se encontraban justo en la recamara de al lado, mi mama estaba gustosa visitando la ciudad y algunas cuantas amistades, a mi papá le sentaba maravilloso el aire de la ciudad, aunque trataba de cuidarlo no quería que recayera de un momento a otro y yo me encontraba  sin novedad alguna, extrañaba mi casa de campo, pero cerca habia una hermosa capilla que me gustaba visitar, eso era lo que mas me gustaba hasta el momento

Esa mañana decidí ponerme un vestido ligero pero decente de color rosa pálido y me dirigí a la capilla, cada vez que me encontraba ahí sentía una paz interna que me daba tranquilidad, cuando estaba de regreso a la casa decidí dar un paseo por el jardin de atrás de la casa, nunca había estado me acerque a lo que parecía una caballa pequeña seguramente donde guardaban las herramientas, nunca me había topado con este lugar estaba bastante alejado de todo, la curiosidad me llevo dentro de aquel viejo cuarto cuando vi el paisaje que me generaba aquel horrible cuarto no lo podía creer, había un hombre atado a una viga su cuerpo estaba lleno de sangre parecía que lo habían maltratado 

- usted no puede estar aquí - grito una voz gruesa y áspera, cuando por fin pude verlo me di cuenta de que debía ser uno de los trabajadores o algún empleado vestía con camisa de color café y pantalones del mismo color pero en las manos llevaba un fuete y tome valor para observar el cuerpo de aquel hombre masacrado y pude ver que era señales de que estaba lastimado 

- le ordeno que lo suelte - le grite, cuando estuvimos a fuera de aquel lugar - le exijo que suelte inmediatamente a ese hombre 

- ese hombre cometió un robo señorita y tiene que ser castigado, no podemos permitir que los esclavos se comiencen a tomar libertades que no tienen

- que lo suelte volví a gritar, ese no es un trato humano, sea un mal o buen trabajador, no merece ser sometido como si fuera un animal 

- ya le dije que no señorita sera mejor que regrese a su casa - dijo altaneramente, me vi tan desesperada por querer soltar a aquel hombre que fije mi mirada y por obra de dios vi un rifle tirado en el piso y lo tome, el capataz me vio con burla

- se va a hacer daño señorita deje eso - tome valor, y por primera vez di gracias que mi padre me enseñara a cazar, verifique a carga y vi que tenia, sonreí amplia mente y pude notar el miedo en su cara 

- que lo suelte - volví a gritar - usted no es nadie para darme indicaciones, yo soy el encargado de los esclavos de esta casa 

en ese momento apareció Alberto montando su caballo, al ver la escena su cara fue de ofuscación no entendía lo que pasaba y eso era claro y parte de mí tampoco lo comprendia, estaba a puntando a unos de los trabajadores de la casa, obviamente me estaba tomando mas atribuciones de las que me correspondía pero no me importaba, no estaba bien que los tratáramos como animales 

- se puede saber que pasa - el grito no hizo que ninguno de los dos volteáramos, yo no permitiría que me quitara el rifle y quedaba claro que el tenia miedo de que yo tomara la ventaja sobre el

Amores TraicionadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora