Masrur para Rey

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-Kagura-onechan eres muy bonita – Aladin tenía una facilidad envidiable para hablar y hacerse amigo de las chicas lindas.

La yato le regalo una sonrisa al pequeño magi, le dio un fuerte abrazo. Ella sabía que era hermosa, pero el que alguien más se lo dijera la ponía feliz, aunque más feliz estaba el peli azul sintiendo los pechos de la chica.

-Qué lindo y listo niño – dijo mientras lo abrazaba tiernamente – Deberías de aprender de él, inútil – claramente se dirigía al desconsiderado castaño.

-Lo tendre encuentra – debía reconocer que ese niño era más estatuto que todos los presentes que veían como el pequeño magi estaba encantado con los atributos de la descuidada yato.

-Aladin maldito – lloraba Alibaba – siempre eres igual... detesto esa parte de ti.

-¡¡¡ Oye bruja !!! ¿Quién es ese tal Kumaro al que dices que me parezco eeeehh? – claramente Judal no dejaría pasar ese tema fácilmente.

-Oh, ya me había olvidado de ti – hablaba con la verdad Kagura tenía poca concentración.

-COMO QUE TE HABIAS OLVIDADO DE MI, BRUJA! — las peleas estaban a la orden del día con tantas personalidades mezcladas y la risa burlona del sádico empeoraba la situación.

-¡¡¡¿A quién le dices bruja? Bastardo! – Kagura encontró a otro idiota que no se contenía en molestarla.

-Además de bruja, sorda y fea! — el magi no debió de haber dicho eso, la vena de enojo de la chica no aguanto más, rápidamente se acerco con su puño preparado para dejarle un lindo golpe bien marcado.

Judal vio sus intenciones y se cubrió con un escudo de borg, la chica golpeo el escudo y todos vieron como este comenzaba a quebrarse como si fuera un débil espejo, el magi estaría en serio peligro si le llegaba a dar con ese puño que estaba atravesando su barrera. Grandes trozos de hielo se elevaban amenazantes tras ella, la escena no lucia nada bien.

-Kagura-san detente! – gritaban los generales con pánico.

-Judal ya basta! — los príncipes también lo intentaban, pero el mago no les prestaba atención.

Los filosos trozos de hielo se dirigían peligrosamente a la espalda de Kagura, ya luego se encargaría de que no muriera por eso, pero lo que el oji rubí no sabía era que se estaba enfrentando a la hija de Umibouzo el más grande cazador de monstruos y que los últimos años había entrenado a su amada hijita, además era la hermana de Kamui el capitán del ex Séptimo Escuadrón de Harusame, hija de Kouka que según su padre era más peligrosa que cualquier cosa que haya enfrentado antes y para finalizar la hija adoptiva de uno de los cuatro samuráis que defendieron ferozmente la tierra de la invasión amanto ganándose el apodo de Shiroyasha.

Abrió su paraguas donde las cuchillas heladas se quebraron fácilmente, ¿De qué estaba hecho esa cosa para resistir el ataque del magi? El borg estaba a nada de quebrarse y para lograrlo Kagura cerró su sombrilla y lo tenía en la mira con punta del paraguas del que salió un estruendoso sonido y una chispa de luz. El disparo deciso el escudo y se incrusto en la pared a un costado del rostro del maleducado chico, lo tomo de su top negro y lo acerco a su rostro.

-Si no quieres que te mate más te vale dejar de ser tan grosero – sus pupilas celestes lo miraban amenazantes mientras él trataba de no mostrarse demasiado sorprendido, aunque si lo estaba.

-Yo hago lo que quiero bruja – hay que reconocerlo, tenía valor.

-Detenlos por favor — le dijo la asustada Pisti al de ojos carmín que veía con calma la escena. No podía negarse al pedido de una niña asustada, por más cabron que fuera seguía siendo un policía.

Kagura y Sougo - Aventura en MagiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora